La protesta de la actriz Inma Cuesta por la deformación de su imagen vía Photoshop ha vuelto a colocar en la picota un remedio útil y eficaz, pero cómplice en la construcción de una realidad falsa y monstruosa sobre la estética.
La seguridad informática no existe. En minutos, cualquier desaprensivo puede arruinarle la vida al más pintado. Está sucediendo. Y la mayoría de las familias y de las empresas se encuentran indefensas.