«La última vez que vi un doblete de Torres lo hizo Bin Laden». Esto tuiteó Julián Moreno, concejal de Participa Sevilla, el pasado enero. Poco tiene que ver con los mensajes que llevaron a la dimisión del concejal de cultura madrileño, Guillermo Zapata, algo que ha hecho saltar las alarmas sobre cómo pueden afectar las redes sociales en la vida política. Desde hace ya algún tiempo, Twitter se convirtió en la red social por excelencia, donde se plasma todo aquello que piensa e, incluso, hace la gente. Una especie de diario personal que está a la vista de todo el mundo.
Por ello, El Correo ha estado analizando las cuentas personales de los concejales que componen el nuevo Ayuntamiento de Sevilla, con el fin de ver qué es lo que tuitean, qué es aquello que pensaban antes, durante y después de haberse celebrado las elecciones, el pasado 24 de mayo.
Si hubiese que hacer una lista según el número de seguidores que tienen los concejales, el nuevo alcalde de Sevilla, Juan Espadas, la lideraría. Por la cantidad de tuits, el concejal de IU, Daniel González Rojas, se llevaría la palma. Y, por los mensajes más extravagantes y peculiares, sin duda, Julián Moreno, concejal de Participa Sevilla, se coronaría.
En su cuenta personal, @rojosevillano, González Rojas comparte todo aquello que hace, piensa y critica. Su gato, incluso, aparece en muchas fotografías personales del político, el día antes de las elecciones o junto a regalos de cumpleaños.
Podría decirse que fue conocido antes por su actividad en esta red social que por ser candidato a la alcaldía. Refiriéndose a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, publicó, allá por enero: «La que se hace fotos cuquis con niños saharauis no quiere que un miembro de su gobierno visite el Sáhara #Postureo».
Con postureo o no, usar el icono de la almohadilla para resaltar un aspecto en sus publicaciones es algo habitual en nuestros concejales. Entre ellos destacan, #Sevillahoy, para referirse a temas actuales de la ciudad; #SevillaCambiadeBanda, como recriminación de Participa Sevilla hacia el antiguo gobierno municipal de Zoido, o #IlusiónNaranja, la esperanza de Ciudadanos ante el cambio en las pasadas elecciones.
Otros, incluso, han llegado a cambiarse el nombre de usuario ante la responsabilidad que iban a tomar de cara a las elecciones. Es el caso de la concejal de Participa Sevilla, Susana Serrano, quien cambió su antiguo nombre, @_russiandolls, por uno más formal y sencillo de localizar, @Susana_Serrano_. Ella mismo tuiteaba en febrero que «Si la banda ancha ya ha llegado a Sevilla, ¿por qué un Ayuntamiento del siglo XIX? #SevillaCambiadeBanda». También llegó a comparar al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, con la imagen de un «ken apuesto y musculoso».
Su compañero, Julián Moreno, @jjjuullliiaannn, demuestra con sus mensajes que dice aquello que piensa en todo momento. Así, llegó a tuitear, «Otro caso de corrupción, valga la REPUGNANCIA», tras la imputación del presidente de Melilla, por febrero. O, como amante del Punk, quizás, tuiteaba el pasado 20 de noviembre que «El Punk no ha muerto, la duquesa sí».
Desde el PSOE, además de criticar la labor que el PP ha tenido durante los 4 años de mandato, hablaban a principio de año de la necesidad de cambio, a nivel nacional, incluso. Por ello, la concejal Myriam Díaz, @MyriamDRguez, publicó que «(...) el 2015 no será un buen año hasta que se vaya #Rajoy».
Pero, a pesar de los tiras y aflojas que se lanzan los políticos por Twitter, hay muchos puntos de unión por los que luchar. El primero de ellos, la defensa de la violencia de género hacia las mujeres, así como las discriminaciones que pueden llegar a sufrir en sus lugares de trabajo o en la propia calle. Tampoco dudaron en apoyar a la revista francesa, Charlie Hebdo y el ataque que esta sufrió en enero. «En una sociedad libre, la libertad de expresión no puede ser doblegada», tuiteaba el concejal socialista, Juan Manuel Flores, @jmfloresSVQ.
Sea para criticar, opinar o contar lo que se hace en cada momento, lo cierto es que las redes sociales pueden llegar a hacer mucho daño, no solo en la vida profesional del político, sino hasta en su vida privada y personal. Véase el reciente caso de Madrid. Para los políticos y profesionales, las redes han dejado de ser un juego. O lo son, pero muy peligroso.