El Narkiss de Jean Lorrain

Se acaba de presentar una edición sugerente, un libro caprichoso e inusual, con el que se rescata un cuento enigmático que no había sido traducido nunca al español. Es una rareza bibliográfica con una tirada exclusiva de 110 ejemplares

El Narkiss de Jean Lorrain / Augusto F. Prieto

Augusto F. Prieto

Jean Lorrain, el escritor francés, es puramente un simbolista. Un hombre exagerado, polémico, excesivo, aficionado a los paraísos artificiales, que terminarían por arrebatarle la vida. Fue amigo de Sarah Bernhard y de la cortesana Liane de Pougy, se midió en un duelo con Marcel Proust, adoró Venecia y habitó en la Costa Azul. Su ambiente natural era el París mundano de principios del siglo XX. Su obra más destacada es, quizás, «El señor de Phocas», publicada en 1910, en la que el protagonista es un hombre misterioso, maniático y vicioso. Como el resto de la obra de Lorrain, esa novela está penetrada por la presencia de lo exótico.

Lorrain traslada en «Narkiss» un mito inmortal al antiguo Egipto. Narciso, el joven enamorado de su propia imagen, será secuestrado de la realidad durante una arcana lucha de poderes entre los sacerdotes y el faraón, e instalado en un mundo paralelo, encerrado entre templos que se desvanecen en una vegetación exuberante que asfixia literalmente el cuento. Su propio destino le está esperando entre las aguas estancadas y sacrificiales. El joven posee una belleza extraordinaria que resultará su perdición. Tras la muerte del autor se imprimió una edición de Narkiss numerada y excepcional, de una calidad extraordinaria, tirada en papel de Japón, acompañada de dibujos de Guillonet, uno de los máximos representantes del Art Nouveau. Cada una de las páginas estaba compuesta como una estela funeraria. En la portada, la máscara mortuoria de «Narkiss», rodeada de flores de narciso y flanqueada por cobras, refulgía, repujada sobre cuero polícromo.

La editorial madrileña Amistades Particulares ha hecho ahora un homenaje a aquella edición con esta pequeña obra de arte. Los dibujos han sido actualizados por Joaquim Sicart Bertran, un interesante artista catalán y el libro conserva el espíritu de la composición original.

El mito de Narciso recorre la Historia enfrentando al ser humano con su propia ancestralidad y con las fuerzas de la naturaleza, siempre imprevistas e inefables. Porque la mirada de un hombre sobre la lámina de un estanque debió de suponer para nuestros primeros padres un momento decisivo de reconocimiento. Quizás el primer atisbo de inteligencia. Hay muy poca distancia entre ese momento mágico y la consolidación de una ensoñación y una fábula: atrapado por su propia imagen, enamorado de sí mismo en cuanto ser ideal, desdoblado en dos personas diferentes situadas en planos simétricos, Narciso se embelesa, renuncia a todo lo que no sea su imagen especular y, abismado en ella, se arroja al agua y se ahoga. Resulta de esa manera devorado por sí mismo.

Esa fábula atraviesa la literatura, la escultura y la pintura durante más de veinte siglos. Es reelaborada una y otra vez.

Para los decadentistas franceses, en su búsqueda perpetua de la forma, de la estética, instalados como estaban en la evasión de la realidad, Narciso actúa a su vez como un espejo duplicado.

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El cuento recupera, pues, un relato sugerente, a un escritor maldito muy poco conocido en España, a la vez que resucita una de las épocas más desconocidas de la literatura.

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