El discurso intuitivo de Pérez Floristán

El joven pianista sevillano recupera una de las citas frustradas del año pasado, con Schubert y Beethoven abordados desde el respeto y la intuición

El discurso intuitivo de Pérez Floristán / Juan José Roldán

Juan José Roldán

Que Juan Pérez Floristán es un excelente pianista y exhibe una espléndida madurez a pesar de ser aún muy joven, fruto del trabajo y el estudio infatigable a lo largo de estos últimos diez años, es un hecho incuestionable. Que solo una treintena de personas pudiéramos disfrutar de su talento en esta recta final del Femás nos convierte sin duda en unos privilegiados. La estrella además no solo era él sino también el estupendo instrumento del que venía acompañado, un magnífico fortepiano similar al que Thomas Broadwood regaló al mismísimo Beethoven en la última etapa de su vida, y que el compositor convirtió desde entonces en su instrumento favorito.

Y con este teclado integrado en un bellísimo mueble de color natural y ornamentado, cuando el tamaño todavía permitía prescindir del cromado negro con el que habitualmente se abaratan precios y se evitan problemas técnicos en los pianos modernos, Floristán demostró además ser un estudiante ejemplar, tocando todo de memoria. Se lució también como inquieto divulgador, dando su particular visión de cada pieza con una singular facilidad para la elocuencia, e incansable investigador, explorando todas las posibilidades tímbricas y expresivas que le brinda un instrumento de época, imprescindible para dar sentido a su inclusión en este veterano festival. Un ejemplar cuyo sonido se aparta considerablemente de los modernos teclados a los que asociamos estas notas tantas veces disfrutadas y analizadas.

Beethoven y Schubert al fortepiano

La experiencia le sirvió para adentrarse en las complejas sensibilidades de los autores elegidos con total desinhibición y un carácter profundamente intuitivo que le permitió seguir su propio discurso dramático y narrativo, como si partiera de cero sin mirar atrás ni a nada de lo que hasta ahora se había dicho de tan magistrales páginas. Las tres sonatas opus 31 de Beethoven constituyen obras de transición entre la gramática y el universo expresivo de sus obras tempranas y las grandes obras arrebatadas y heroicas que habrían de caracterizar ese período tan creativo y vanguardista que anticipan la Appasionata y la Hammerklavier. El sonido a menudo grueso y rugoso del fortepiano protagonizó un allegro de la op.3 nº 3 de marcados contrastes y ágil articulación, mientras un muy matizado minueto sirvió de perfecta transición entre el vibrante scherzo y el fogoso y virtuosístico final, abordado todo siempre desde la claridad y la precisión que proporciona tanta seguridad en sí mismo.

Hay más discurso y más drama en la sonata op. 57, y aquí las limitaciones del instrumento y la costumbre de nuestro oído hizo que echáramos de menos frases más largas y desarrolladas, más expansivas en general. Floristán no obstante cuidó combinar el lirismo y la intensidad, ese equilibrio entre tensión dramática y libertad lírica que reviste su primer movimiento. Nos gustó mucho el tono quebradizo con el que se enfrentó a su enigmático andante, hasta confluir en un furioso final. Más intensa aún nos pareció su manera de atacar la Fantasía del vagabundo de Schubert, traducción más afín al espíritu de esta maravillosa pieza que la habitual de caminante. Aquí Floristán acertó en poner mayor énfasis en su precioso movimiento lento, esa sucesión de variaciones sobre el lied que le da título y que acoge las emocionantes palabras clave del poema en que se basa, soy un extraño en todas partes. Esa disconformidad, ese desconcierto de quien habita este mundo pero se lo cuestiona continuamente a lo largo del tiempo y hasta la muerte, lo asumió el pianista como su particular discurso narrativo y expresivo, desde la perfección técnica y la responsabilidad intelectual. Después, como propina, el Momento musical nº 3 tan sencillo e infantil, se reveló ante nosotros como una de esas melodías que evocan momentos, personas y alegrías de, al fin y al cabo, eso que llamamos la vida.

JUAN PÉREZ FLORISTÁN ****

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38º FeMÁS. Juan Pérez Floristán, fortepiano. Programa: Sonatas nº 18 en Mi bemol mayor Op. 31 nº 3 y nº 23 en fa menor Op. 57 “Appasionata”, de Beethoven; Wanderer-Fantasie en Do mayor D. 760, de Schubert. Espacio Santa Clara, viernes 2 de abril de 2021

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