¿Era Huelva La Atlántica de Platón?
¿Era Huelva La Atlántica de Platón? / Fernando F. Díaz
Fernando F. Díaz
Lo primero que llama la atención al leer sus diálogos sobre la famosa ciudad (Timeo 20-27 y Critias, 106-121) es que insiste en repetidas ocasiones que se trata de un relato real, verdadero, no de ficción (T. 20 d y C. 107).
Además, no es el único que la describe, sino que Homero también lo hace en Odisea, Canto VI y siguientes. Lo he demostrado en mi segunda obra, “Capitales Imperiales de Tartessos”. Aquí van a poder comprobar lo de Platón, y en otro artículo, demostraré lo que dice Homero de Skeria.
Desde luego, no existe ninguna prueba arqueológica objetiva para quien se empeña en no admitirlas, lo que suele ocurrir en personas con prejuicios y soberbia, incapaces de reconocer que la han tenido a la vista; o lo que es peor, titulados en Historia que creen conocer las ciudades de ésa época mejor que el propio Platón. Incluso los hay que se creen por encima y tachan de cuentista a un ode los grandes...
A eso, ha contribuido no poco el problema de las transposiciones por las migraciones hacia oriente; significa que los mapas actuales no son los de entonces: “Creta”, la de “100 ciudades”, era la Ibérica, “Egipto”, era Marruecos, “Asia” era Egipto, y el “Peloponeso”, las Azores. También esto lo he demostrado en “Capitales Imperiales de Tartessos” (ver presentaciones con diapositivas en Youtube).
Para empezar, fuimos educados en que Platón era un filósofo; nadie nos dijo que también era un ingeniero, o como Homero, un historiador; pero escribió obras de ciencias, sobre los planetas y “los átomos” (para los griegos de entonces, el triángulo), como “Critias”.
Por tanto, la obra donde presenta esa ciudad, no era un relato de ficción, sino científico. Cuando escribió “El mito de la Caverna”, no detalló cuánto medía esta de ancho, de largo, o de alto, porque no interesaba, se trataba de una metáfora. Pero cuando habla de la ciudad del Atlántico da todo lujo de detalles (buscar artículo: bienvenidos-a-la-atlantida-).
Así, dice que había 50 estadios, 9,15 Km, desde la base de su monte sagrado (el Conquero) hasta el mar (C. 113 C); los que hay. Su “isla central”, rodeada solo de un pequeño foso, el Monte Conquero de Huelva, también mide lo que dice Platón (C. 116 a), 5 estadios de ancho, 915 metros.
Plinio el Viejo describe sus costasen Hispania, dentro de su Naturalis Historia. Al referirse a la Laguna Eritia, la Roja, la del Tinto (verso 95 de Ora Marítima, Avieno), dice, refiriéndose a Huelva: “hay otra isla larga, de unas 3 millas, sobre la que estuvo la ciudad original”.
Está dando ahí la misma medida que insinúa Platón en C. 115 e: 25 estadios, pues la milla romana era de 1480 m. Platón no dice expresamente el diámetro de la ciudad, pero se deduce sumando el de los anillos y la isla central: sus dimensiones eran 3+3+2+2+5+2+2+3+3= 25 estadios, 4.5 Km. (C. 115 e); son exactamente las proporciones que recoge la Estela de Carmona, del Museo de Sevilla.
Huelva tiene hoy ese diámetro en dirección al mar (es “un brazo de mar”, como dice Platón), y unos 3.850 m. en perpendicular a ese eje, lo que demuestra que realmente se hundió para siempre la parte de las cavernas-cantera y dársenas bajo los anillos, en los flancos. Era la más baja, la pegada a la ría del Odiel (Avda. Cristóbal Colón), y al Tinto (Ronda y C/ Cervantes).
Tampoco hemos de entender que se hundiera totalmente, pues era costera y dice que “la arcilla que produjo se encuentra hoy a muy poca profundidad” (T. 25d). Por tanto, aún nada más ocurrir el suceso, un niño con el pantalón remangado la encontraría sin problemas.
Huelva no solo presenta el registro arqueológico “Capital de Tartessos”, con su riquísima necrópolis real (ver en internet mi artículo “las-doce-maravillas-del-parque-de-la-joya”), sino que en ella han aparecido, además, todos los elementos de su cultura material descritos por Homero: copas dobles para libaciones, rico ajuar, carros, etc (ver en internet el artículo: como-de-vieja-era-la-fuente-vieja-y-el-acueducto-de-huelva).
Y tiene miles de megalitos, y decenas de dólmenes e ídolos oculados.
Su acueducto prerromano fue cegado por los terremotos, como dice Platón (C. 112 d); fue reconstruido por Roma, hasta que hubo otro terremoto. Es enorme, de 2 Kilómetros, con 1 metro de desnivel.
Además, las montañas de Sierra Morena rodean la ciudad y descienden hasta llegar al mar (al llegar a Faro), como dice Platón (C. 118 a)...
En términos de probabilidad, afirmar que todo eso es “casual” equivale a admitir que sería normal que te tocase la lotería varias veces seguidas. Que 3 medidas que da Platón, coincidan exacta y a la vez, y con la de Plinio, todo “casualmente”, es imposible...salvo que esa ciudad fuera Huelva.
Más, cuando los geólogos afirman que el nivel del mar no ha variado desde 3.000 a.C., y que Huelva sufrió hacia 1.130 a.C. el enjambre de terremotos (T. 25 d) seguidos de un tsunami, que al parecer es l oque describe Platón, y tradujeron como “sumergida”.
Su razón de ser era una inmensa riqueza en metales (C. 114 e), solo existente en Huelva, es decir, no puede estar en Doñana o en el océano, pues el camino del mineral acababa donde el último Dolmen conocido, el de Soto, en Trigueros, con tridentes grabados. Nunca se acarreó a otro sitio.
Uno de los errores que más ha confundido es que Platón habla al principio del “Diluvio” pero he encontrado que, como en el Génesis, es una confusión con los efectos del colapso del Bronce final (Guerra de Troya, aprox. en 1.190 a.C.), más los del tsunami (1.130 a.C.).
Casi todos los descendientes de Noé acaban en Tartessos, incluidos su hijo Tarsis y su nieto, Se-Tubal. No fue un suceso global, sino local, un tsunami o maremoto.
En Timeo (23 d) aclara que el Diluvio de Deucalión, tras el cual comenzó la actual civilización, sucedió 8.000 años antes de su era, pero data la antigüedad de la ciudad en 1.000 años antes de su antepasado Solón, es decir, que comenzó hacia 1.560 a.C., lo cual coincide con el registro arqueológico de “Tartessos”, siempre tardodatada.
En Isaías, 24, 18, a continuación de justificar por su opulencia el tsunami de Tarsis, menciona varios detalles que retratan Huelva y que también describen Homero y Platón (C. 110-118), sus anillos circulares de agua: “Pánico, fosa, y trampa te esperan, habitante de la tierra. El que logre salvarse del pánico, (terremotos y sus réplicas) caerá en la fosa, y el que se libre de la fosa, caerá en la trampa (...) la tierra se sacudirá y balanceará como una hamaca.” (ver: nacio-la-tradicion-de-los-pasos-de-semana-santa-en-tartessos).
Así, dice Platón: “Hizo muros y fosos con tierra y agua del mar, alternativamente” (C.110). Esos muros han sido hallados (Onoba Aestuaria, J. Campos, p. 60-63): una barbacana la rodeaba a la altura de la Plaza de San Pedro, y otra, a la altura de la Plaza de la Merced (J. Campos, p. 96). También sus templos y los restos del Palacio Real (J. Campos, p. 90 a p. 99).
Platón habla precisamente, de “la fosa que daba al mar” (C.118 d). Isaías dice “fosa”, porque eran 2 anillos de agua y un foso (c. 115 y 116), y habla de “trampa”, porque el peso de la gran ola del tsunami hundió las cavidades excavadas bajo los anillos de tierra (c. 116 a).
Obras como “Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino”, de Julio Verne y Atlantis de Disney han desfigurado el texto llegado hasta nosotros de uno de los 7 sabios de la antigua Grecia, Solón, antepasado de Platón que lo obtuvo en Sais, Egipto.
El tsunami ha sido demostrado en varios estudios que detallo en mis obras y que pueden comprobar en el documental “La Gran Ola”.
Joaquín Rodríguez Vidal, de la Universidad de Huelva, lo data en 1.130 a.C., es decir, poco antes de que, como atestiguó Estrabón (Geografía III.5, 5) llegase una misión buscando las Columnas (1.105 a.C.). Poco después, al refundar la ciudad, hicieron un depósito votivo de cientos de armas de bronce (1.000 a.C.), hallado en su ría en 1.923.
Esto de interrelacionar hechos históricos mediante la lectura comparada, y contrastarlos con la geografía y el registro arqueológico, es lo que hago en mis obras divulgativas.
He descubierto no muy lejos de ella, otra metrópoli, que fue la que realmente invadió Egipto, Asia, y el Egeo, hacia 1.250 a.C. Es a esa ciudad a la que se refería Platón cuando dice que Atenas “detuvo la marcha insolente de un gran imperio que avanzaba desde el Océano Atlántico sobre toda Europa y Asia" (T. 22d). Fue la que sitió la ciudad de Huelva (artículo: el-investigador-fernando-fernandez-situa-la-atlantida-en-el-entorno-de-huelva-capital).
Por eso, al ser sitiada Huelva, abrieron un canal directo desde el mar, que comenzaba como un túnel, desde la playa de La Bota (C. 115 C).
Huelva no era la enemiga de Atenas, al contrario, fue su aliada, porque había sido su fundadora, como UK con EEUU. Por eso Atenas se fundó en el mismo paralelo que Huelva, el 37, y por eso dice que “estaban emparentados” (T 21 c), y lo repite luego (en C. 112-113).
La formación pro-semita (dogma fenicio) de base de nuestros historiadores, les impide ver esa realidad: que la civilización viajó en doble sentido, como los barcos, que llevaban carga, y gentes, a la ida, y a la vuelta.
Otro error frecuente son los que confunden la “nesos”, en griego isla-península, Huelva (la capital), con el país, la isla-península, la Ibérica.
Según Platón, la ciudad estaba “en una desembocadura”, en una bahía, y a la vez, “frente a las Columnas de Heracles” (T.24-25), no a las de Hércules.
La mayoría de investigadores, salvo Ellen Mary Wishaw (tiene su Museo sobre La Atlántica en la Casa de la Cultura de Niebla), tomaron por “Columnas de Heracles” los tardíos peñones de Hércules.
Estrabón dice bien claro (Geografía, II.5.8) que esas “Columnas” estaban en el Paralelo 37, el de Atenas, y el Odiel, Huelva, no en el 36, el de África-Gibraltar (Ver: las-columnas-de-herkules-estaban-en-el-odiel).
Como sucede en Huelva, en la capital atlántica de Platón “las corrientes que bajaban de las montañas y rodeaban la llanura, llegaban a la ciudad por ambos lados”; explica que había una primera fosa, que estaba en alto pues rodeaba el monte sagrado. Desde ella, el agua bajaba por canales a los otros anillos, y fluía al mar (C.118 d).
El original griego (anfirýte) del término "doble ribera" de Platón (118 d) es singular. Eso ahora lo entendemos: Odiel y Tinto son en realidad un solo río, un único nivel freático subterráneo. Así, el agua que cae en el término de “Campofrío” o en el de “La Granada de Riotinto”, va a ambos ríos.
La isla estaba pegada a tierra (A-nexa, nessos, next-to), según afirma el propio Platón: “parecía una bahía con un ingreso estrecho. En realidad era mar y la región que lo rodeaba totalmente, era tierra firme” (T. 25 a).
Fernando F. Díaz (ffdiaz@yahoo.com) es un investigador residente en Huelva, y autor de “Capitales Imperiales de Tartessos”, una de las obras mejor valoradas por la crítica (Amazon). Cambia totalmente lo que se sabía del origen de Grecia y Roma, y la Historia de la Ibérica. Sus lectores le siguen en el muro de Facebook “Troya y Tartessos”.
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