«Elcano es un personaje a reivindicar»

Tras el éxito de «Elcano, viaje a la Historia» (Ediciones Encuentro), Tomás Mazón regresa a las librerías con una edición ampliada que incluye nuevas aportaciones sobre la Primera Vuelta al Mundo

Tomás Mazón posa con su libro. / El Correo

Tomás Mazón posa con su libro. / El Correo / Antonio Puente Mayor

Antonio Puente Mayor

Pocas personas han dedicado más tiempo a investigar la figura de Juan Sebastián Elcano que Tomás Mazón, un ingeniero técnico de obras públicas que hace años se fascinó con la Primera Vuelta al Mundo, y decidió dedicar gran parte de su tiempo libre a divulgar sus descubrimientos en Internet. Fruto de ello es la web rutaelcano.com, con 35.000 visitas mensuales, un mapa del recorrido de la expedición que el Instituto Geográfico Nacional publicó en junio de 2019, así como un sinfín de artículos, conferencias y colaboraciones en prensa, radio y televisión. Y como colofón, la publicación de Elcano, viaje a la historia (Ediciones Encuentro), un libro que desde su salida al mercado en otoño de 2020 se ha convertido en uno de los principales referentes bibliográficos sobre la primera circunnavegación de la Tierra. Con motivo del V Centenario, ahora regresa con una edición ampliada y encuadernada en tapa dura que merece la pena ya desde las guardas.

En base a su título, Elcano, viaje a la Historia, podría considerarse un texto complementario a Magallanes: el hombre y su gesta, de Stefan Zweig. Sin embargo, tu libro no es una biografía ni una oda al navegante guipuzcoano.

No lo es, no. En mi caso he tratado de mostrar cuál fue la realidad de la expedición de la primera vuelta al mundo tomando como base toda la documentación archivada y los diferentes testimonios de sus tripulantes. Mucha de esta documentación no la tuvo Zweig a su alcance, porque ha visto la luz en tiempos más recientes, y le salió un panegírico hacia Magallanes en el que Elcano quedaba en mal lugar. El caso es que la fuerza que cobra el guipuzcoano en esos documentos lo convierte en un personaje a reivindicar. Por eso quise dedicar el título a Elcano. Fue quien improvisó un giro al viaje de Magallanes a la Especiería que nos lleva a estar hablando hoy de la primera vuelta al mundo y de la mayor gesta náutica de la Historia. Su testimonio y los de otros supervivientes recalcan que esta parte del viaje fue cosa de honor, de épica. Optaron por un viaje de regreso imposible, pero que les llevaría a trascender, y lo sabían. Solo hay que leer a Elcano y otros de sus compañeros para darse cuenta.

Braulio Vázquez, comisario de la exposición El viaje más largo —un auténtico hito del Archivo General de Indias— y actual director del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, te define como un outsider de la investigación histórica que, tras varios años y mucho esfuerzo, se ha convertido en una autoridad en la materia. ¿Qué ha ocurrido en todo este tiempo?

Para mí es difícil de explicar. Al acercarme a esta disciplina, de la que partí de cero, en vez de hacerlo leyendo lo que otros autores habían escrito, quise hacerlo partiendo de sus fuentes primarias. Es un camino más largo, pero creo que aporta solidez y, sin duda, al menos a mí me resulta muchísimo más satisfactorio. Además, mientras lo hacía, también lo iba compartiendo, a través de rutaelcano.com y de las redes sociales. Procuro hacerlo contando mucho y opinando poco, tomando citas textuales de los propios protagonistas y, ante todo, bajo un enfoque humano y manteniendo siempre un tono muy respetuoso con los protagonistas.

Esta forma de abordar el estudio y la divulgación creo que la gente la percibe como honesta. Creo que es por eso por lo que se me acumulan las peticiones de conferencias, colaboraciones, y un sinfín de actividades que, en los últimos años, con el impulso del V Centenario de la primera vuelta al mundo, han ocupado una buena parte de mi tiempo. Imagino que no siempre será así, por lo que lo que más valoro son las buenas personas y las grandes amistades que en este camino he encontrado, como mi amigo Braulio. Eso perdurará.

Lo primero que llama la atención en la edición V Centenario de Elcano, viaje a la Historia es la calidad de la encuadernación y sus preciosas guardas. Pocas editoriales apuestan de manera tan decidida por un ensayo.

Absolutamente de acuerdo. Ediciones Encuentro ha hecho un trabajo extraordinario con el libro, por el que les estoy muy agradecido, y que me tiene encantado. El hecho de haberme propuesto ampliar el contenido del libro y relanzarlo demuestra su apuesta decidida, pero además han dedicado también mucho cariño a esta nueva edición ampliada, y creo que cualquiera que lo sostenga en sus manos lo percibirá.

En el segundo capítulo, donde refieres los pormenores de la salida de la expedición desde el muelle de las Muelas de Triana, deslizas una teoría que podría dar respuesta a un viejo interrogante. ¿Por qué se detuvieron las naos en Sanlúcar de Barrameda durante tantos días?

En realidad es un asunto no resuelto, pero lo que expongo es que la expedición partió de Sevilla y de Sanlúcar de Barrameda bajo el contexto de un temor creciente a la extensión de un brote de peste, del cual sí he encontrado un claro rastro documental que expongo en el libro. Es por tanto muy posible que la conocida orden dada en Sanlúcar de permanecer a bordo de las naos respondiera a algo a lo que nos hemos acostumbrado recientemente, y se tratara de un confinamiento. De esta forma, el hecho de detenerse más de un mes en Sanlúcar pudo deberse a que se precipitó la marcha de Sevilla, buscando preservar la salud, manteniéndose a bordo de las naos durante los últimos preparativos. Para ello era mejor hacerlo en Sanlúcar, donde el cauce del Guadalquivir es mucho más amplio que en Sevilla.

Otra de las hipótesis de Elcano, viaje a la Historia tiene que ver con la pugna entre Magallanes y Cartagena. Háblanos de ello.

Es uno de los principales asuntos que abordo en la edición ampliada, y que más he disfrutado al investigarlo. Juan de Cartagena fue víctima de una larga pugna entre el rey y Magallanes que se produjo antes de la partida. Carlos I ordenó a Magallanes que proporcionara a los demás la posición de las islas de la Especiería, el destino del viaje, pero este conocimiento era el principal valor del capitán, y lo quiso preservar para sí. El rey insistió en esta orden repetidas veces sin que Magallanes la cumpliera, así que se creó una fuerte tensión entre ambos. Carlos I no podía prescindir de un capitán que le desobedecía, mientras que este sabía que, si revelaba a los demás la posición del Maluco, el rey podría apartarlo.

El rey terminó dando un golpe en la mesa de última hora, limitando el mando de Magallanes y, entre otras medidas, equiparando a su mismo rango al ya anteriormente nombrado capitán de una de las naos y veedor, Juan de Cartagena, alguien de su entera confianza. Bajo estas circunstancias era imposible que no recelaran uno del otro, y Juan de Cartagena llevó las de perder.

De los apartados intrigantes de tu investigación sobresale el número de hombres apresados en Cabo Verde, durante el crudo retorno a España. ¿Quién pudo ser el misterioso «tripulante número 13»?

Es otro de los temas no resueltos. Nada más llegar, Elcano informó a Carlos I de que le habían apresado 13 hombres en Cabo Verde, y pedía que este gestionara su libertad con el rey de Portugal. Sin embargo, solo fueron 12 los tripulantes de los que quedó registro de su posterior liberación. Sospecho que se trató de uno de los asiáticos que viajaron a bordo durante el regreso, de los cuales sobrevivieron al menos tres.

Desde su hundimiento en 1912, pocos buques han sido más estudiados y mediatizados que el Titanic. Sin embargo, de la nao Victoria, protagonista de la mayor gesta náutica de la Historia, apenas sabemos nada. En este trabajo arrojas luz sobre su origen.

Doy difusión a la investigación muy pormenorizada de Sebastián Martija, un zarauztarra que creo ha dado en el clavo al seguir un rastro documental que respalda la tradición oral existente allí de siempre, según la cual la nao Victoria se construyó en Zarauz, precisamente una villa colindante con Guetaria, donde nació Elcano. No sé si esto es una increíble casualidad, o un indicador de la excelencia naval que se alcanzó en la costa vasca. Seguramente, ambas cosas.

¿Podemos considerar el final de la nao Victoria una metáfora del olvido al que España condena a sus héroes?

Quizá sí, pero me gusta verlo de otra manera. En realidad, la nao Victoria recibió el mismo trato y tuvo el mismo destino que sus principales responsables, a los que se atendió y reconoció, pero quisieron volver a hacerse a la mar y murieron en otras expediciones. Con la nao Victoria pasó lo mismo. Fue reparada y se la pasó a llamar Santa María de la Victoria, quizá buscando elevar así la dignidad de su nombre, pero después fue subastada, quedando en manos de un mercader. La última vez que se supo de ella fue después de partir hacia Sevilla desde Santo Domingo. Yace en el fondo del mar, como Elcano, Miguel de Rodas o Martín Méndez, algunos de aquellos héroes que completaron la primera vuelta al mundo. En este caso creo que no es ingratitud u olvido, sino la voluntad de emprender que impregnaba a la gente de la época. Lo de quedarse en casa no pasaba por sus cabezas.

Acerca del tan cierto olvido habitual en el que España acostumbramos a dejar a nuestros referentes históricos, tenemos dos maneras de afrontarlo, lamentándonos o tratando de hacer algo para evitarlo. Cada uno de nosotros tiene en su mano sumar. No pierdo un solo minuto en lamentarme, con tanto por contar como hay.

Una de las grandes aportaciones de esta edición V Centenario es el capítulo dedicado a los supervivientes del viaje. De todas las historias que has descubierto, ¿cuál es la que más te ha emocionado?

Me impresiona mucho la experiencia previa de gran parte de la tripulación, y que en su mayoría volvieron a embarcarse en viajes de alto riesgo, pese a tener la vida resuelta. Es algo que choca radicalmente con la visión tan manida de que aquí se embarcaba la gente por desesperación. Pero en cuanto a historias emocionantes no hay parangón con las de los tripulantes y familiares de los que quedaron atrás. Me conmueven profundamente los ejemplos de coraje y de dignidad de algunas de esas personas. Tengo debilidad por doña Juana Durango, esposa del capitán Juan Serrano, que había quedado vivo en Filipinas. Hizo todo cuanto una persona tenía en su mano para que se buscara a su marido, consiguiendo que el mismísimo Hernán Cortés diera orden de acudir a buscarlo, y que también lo hiciera incluso el rey de Portugal.

El enfoque humano de la Historia es el que más me atrae, así que ahora estoy escribiendo un nuevo ensayo sobre el capitán Gonzalo Gómez de Espinosa. Es la cara B de esta historia, la de los grandes olvidados que quedaron en las Molucas, intentaron regresar por el Pacífico y terminaron muriendo o apresados por los portugueses. Pese a que le tocó la peor parte, Espinosa es un personaje colosal, un auténtico hombre de honor que completó su vuelta al mundo casi cinco años después que los de la nao Victoria. Investigar qué fue de él y contarlo es la causa de mis desvelos ahora mismo, y estoy disfrutando muchísimo de ello.

No puedo concluir esta entrevista sin preguntarte por Juan Sebastián Elcano, con quien llevas años departiendo sin pronunciar palabra. Si lo tuvieses delante, ¿qué le dirías?

Gracias, capitán.

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