Soustrot también domina Brahms
La ROSS recuerda al compositor alemán en el ciento veinticinco aniversario de su muerte, programando de nuevo el ciclo completo de sus sinfonías
Foto: Guillermo Mendo / Juan José Roldán
Juan José Roldán
No puede estar dando mejores frutos el trabajo de Marc Soustrot y Michel Plasson frente a la Sinfónica de Sevilla. El segundo como director de honor nos ha dejado hace apenas un par de semanas un Pelléas y Melisande de antología, mientras del director titular, acostumbrados como estábamos a disfrutarlo generalmente en programas de música francesa, estamos descubriendo que es un todo terreno, capaz de enfrentarse a páginas como las de este programa de abono con la misma solvencia y creatividad que asoman en su repertorio habitual. Quizás sea el ciclo sinfónico de Brahms el que más veces ha acometido nuestra Sinfónica. Su brevedad y popularidad ayudan, de hecho la onomástica, esos ciento veinticinco años de la muerte del compositor que se cumplen este año, sirve también para intentar llenar aforo con piezas tan populares como estas, si bien está claro que la crisis nos está escatimando la alegría de ver el Maestranza lleno.
Independientemente del ciclo completo, la Primera de Brahms podría ser perfectamente la obra, junto a la Titán de Mahler, que más veces ha interpretado la ROSS, lo que en la mayoría de los maestros y maestras del conjunto podría traducirse en dominio total de la partitura. De ella Soustrot ofreció una versión matizada hasta el extremo, destacando esa fuerza de la Naturaleza que gravita sobre todo el pentagrama y que se traduce en momentos de exultante monumentalidad. Su arranque súbito y solemne gozó del tempo justo, ni muy rápido ni muy lento, mientras el allegro inicial se desarrolló entre texturas granulosas y sin muchas sorpresas. Fue en el andante donde atisbamos ya muestras de distinción, ahondando en calidez y expansión, con cuidado por el detalle y un exacerbado romanticismo sin caer en la blandura ni el ensimismamiento. En este punto merece destacarse una vez más el equilibrado y sensual trabajo de la concertino Alexa Farré Brandkamp. Un tercer movimiento imbuido de gracia y esos aires plácidos y pastorales que le caracterizan, dio paso al monumental movimiento final, con un trabajo excelente de los trombones y delicado a los timbales, pero sobre todo una intervención llena de nostalgia y magia de la trompa. De ahí a un allegro coral elegante y perfectamente articulado, y esa triunfante conclusión en la que Soustrot no cargó las tintas para mantenerse en ese nivel de distinción en el que el diálogo entre humanidad y naturaleza se hizo más patente.
Se tiende a comparar la Sinfonía nº 2 con la nº 1 destacando el carácter trágico de esta frente al más distendido y supuestamente alegre de la que compuso en 1877. Soustrot sin embargo se declinó por una versión menos complaciente de la pieza, extrayendo todo el potencial que tiene la orquesta en la cuerda grave, aumentando el músculo de los siempre ejemplares violonchelos y contrabajos de la orquesta. Tras un sobrecogedor intercambio de maderas y trompas en el allegro inicial, el adagio se tradujo en un trabajo cautivador de la melodía, un bálsamo informado de belleza e intención que recorrió cada familia instrumental con todo el cariño que demanda la excelsa partitura. Tras el agradable y breve tercer movimiento, en el allegro final nos dejamos ya definitivamente arrastrar por su incomparable belleza y sensación de bienestar, hasta su resplandeciente conclusión resuelto con elocuentes escalas ascendentes y descendentes en trombones y trompetas. Otro diálogo y enfrentamiento entre el Hombre y la Naturaleza, más explícito aquí con el sonido de las maderas, flautas y clarinetes, y trompas emulando los trinos de los pájaros, y esa atmósfera de puro lirismo a la que Soustrot además fue capaz de añadir un toque dramático que nos abrió los sentidos a una forma de abordar esta sinfonía desde el puro lirismo pero sin prescindir de elementos oscuros (disonancias en las trompas) y trágicos. Las sinfonías tercera y cuarta sonarán en junio.
ROSS ****
7º concierto de abono del ciclo Gran Sinfónico de la Temporada nº 31 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Marc Soustrot, dirección. Programa: Sinfonías nº 1 en Do menor Op. 68 y nº 2 en Re mayor Op. 73, de Brahms. Teatro de la Maestranza, jueves 7 de abril de 2022
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