Ciorata, Dmitrienco y la pequeña orquesta

El ya veterano conjunto formado por músicos de la ROSS ejerció de maestro de ceremonias en la inauguración de la nueva temporada de Juventudes Musicales

Ciorata, Dmitrienco y la pequeña orquesta / Juan José Roldán

Juan José Roldán

Con el permiso de la Bienal, la gran música va poco a poco volviendo a nuestros escenarios, y Juventudes Musicales se ha apuntado este año el mérito de ser los primeros en abrir la temporada. Lo hicieron arropados por una generosa afluencia de público, mucho cariño y dedicación, el que ha llevado a sus responsables a reforzar los vínculos con otras instituciones culturales de Sevilla y cultivar esa imprescindible transversalidad que ayude a paliar los estigmas culturales padecidos con las últimas crisis. De todas las formaciones que han surgido de los atriles de nuestra Sinfónica, Tótem Ensemble es sin duda el referente absoluto. Llevan casi veinte años trabajando juntos, cuentan con una actividad fluida y constante y han abordado, y siguen haciéndolo, todo tipo de repertorios, desde los más serios y comprometidos a los más ligeros y desenfadados, incluso la música de cine. Junto a ellos, para dar aún más enjundia a este feliz acompañamiento, compareció el también compañero de la ROSS Lucian Ciorata, un maestro del contrabajo que ha crecido en los atriles de la orquesta desde su nacimiento, y que hoy hace crecer a nuevas generaciones con sus clases magistrales.

Ninguna de las dos partituras convocadas para la ocasión están pensadas para esta particular formación, por lo que hubo que echar mano de los consabidos arreglos, tan ingeniosos y adecuados como la atinada interpretación del conjunto, lo que provocó que apenas echáramos de menos las versiones originales y disfrutásemos con las variantes que proporcionan estas brillantes adaptaciones. El contrabajo de Ciorata sustituyó al violín solista del Concierto nº 5 de Mozart, mientras la cuerda tuvo que ingeniárselas para que no echáramos en falta la participación de oboes y trompas. Como consecuencia el cambio de color fue radical, pero no el placer que provocó escuchar el frondoso e intenso sonido del más grave de los instrumentos de cuerda. Aunque la pieza no invita al virtuosismo inútil ni a la ostentación, las agilidades de Ciorata fueron evidentes, así como su capacidad para generar ornamentaciones y arabescos casi oníricos. Por su parte el resto asumió su cometido como un todo orgánico, con especial énfasis en las brillantes aportaciones de Dmitrienco al primer violín, como se pudo apreciar en el allegro aperto inicial, con su alegre diálogo entre orquesta y solista y un considerable lirismo y nobleza expresiva en el conjunto. Ciorata se lució especialmente en las cadenzas del sublime adagio central, que el grupo entonó con enorme dulzura y sentimiento. Las numerosas ideas melódicas que contiene el rondó final fueron sucediéndose con la complicidad de los intérpretes, hasta derivar en unas czardas de ritmo muy acentuado e imaginativos acordes col legno. En la propina Ciorata y Dmitrienco se divirtieron con un ragtime presumimos que de Scott Joplin.

Más acorde al espíritu y orquestación original, el violinista de la ROSS y su formación acometieron las celebérrimas Cuatro estaciones de Vivaldi con una versatilidad extrema y un timing perfecto, diez minutos casi exactos cada uno de los cuatro conciertos que junto a otros ocho integran Il cimento dell’armonia e dell’invenzione. Y efectivamente un combate entre rigor y creación pareció emerger de esta depurada interpretación de la obra, con un estilo tan pulido y tan en consonancia con la época que apenas echamos de menos los instrumentos originales. Los movimientos rápidos se desarrollaron con toda la agilidad y la fuerza expresiva que demandan, si bien en los lentos atisbamos ocasionalmente cierta rigidez y hasta cierto punto algo de raquitismo. Pero en general fue una interpretación rica en matices y sobresaliente a nivel expresivo, con toda la despreocupada alegría de la primavera, la abrumadora languidez del verano, el carácter pastoral del otoño y el gélido devenir del invierno, siempre deambulando entre lo luminoso y lo melancólico. Dmitrienco demostró una vez más ser un violinista excepcional, de depurada técnica y sobrada expresividad, capaz de enfrentarse a los numerosos escollos y las vertiginosas ornamentaciones de la partitura con total entrega y naturalidad. Todos sus compañeros, Díaz y Ireland a la cuerda aguda y Natvlishvili y Lobo a la grave, con momentos de una rotundidez sobrecogedora, se acoplaron a la perfección a esta interpretación que acometieron con todo el cariño y la responsabilidad que la ocasión requería.

TÓTEM ENSEMBLE ****

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Concierto inaugural de la temporada 2022/23 de Juventudes Musicales de Sevilla. Lucian Ciorata, contrabajo. Tótem Ensemble: Vladimir Dmitrienco y Luis Miguel Díaz Márquez, violines. Jerome Ireland, viola. Nonna Natvlishvili, violonchelo. Francisco Lobo, contrabajo. Programa: Voncierto para violín nº 5 en La mayor K219, de Mozart (arr. Carl Hinde); Las cuatro estaciones, de Vivaldi (arr. Tótem Ensemble). Teatro Cajasol, lunes 19 de septiembre de 2022

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