Un Beethoven complejo y hedonista

La pianista francesa Lise de la Salle afronta el difícil y exhaustivo reto de interpretar los cinco conciertos de Beethoven con una nota alta y estimulante (****)

Un Beethoven complejo y hedonista / Juan José Roldán

Juan José Roldán

Cuando de Beethoven y el piano se trata, no podemos evitar pensar en Barenboim, genio de las últimas cinco décadas para quien el compositor y Wagner eran su particular caballo de batalla, sin olvidar a Mozart y Strauss a ambos extremos de los aludidos. Y ahora que el anuncio de una retirada definitiva de los escenarios y los estudios de grabación parece inevitable, más aflora en nuestro subconsciente la añoranza del insigne artista. Poco sabíamos de la pianista francesa Lise de la Salle y del director y violinista alemán Christoph Poppen, con unas trayectorias de lo más común cuando de quienes han logrado las metas convencionales se trata; pero llegar al Maestranza de la mano de Marc Soustrot, como suele ser habitual con cada nuevo director titular, es toda una garantía y desde luego no provocó decepción alguna. Ambos abordaron su cometido con una absoluta confianza en sí mismos y en el prójimo, lo que ayudó a potenciar el fructífero diálogo al que las páginas interpretadas van enfocadas, y lo que es mejor, con grandes dosis de sinceridad. Otra cosa es la estética y la expresividad por la que se decantaran, más cerca en este caso de potenciar el hedonismo implícito en páginas tan excelsas, que en indagar en las profundidades del alma y el intenso drama que reivindican.

Cuenta ya con todo nuestro respeto la aguerrida pianista, que a lo largo de cuatro intensas noches seguidas y sin partitura, desde ayer al próximo domingo, se deja la piel afrontando los cinco conciertos para piano de Beethoven con sus consabidas repeticiones de programa. En el primero de los dos programas, que se repite hoy, se zambulló literalmente en los tres primeros, y a partir del sábado lo completará con esas dos obras maestras absolutas que son el cuarto y quinto. Pero la jornada de ayer tuvo especial interés porque los número uno y dos son prácticamente simultáneos y no ocultan su mirada y reflejo en los conciertos clásicos de Haydn y Mozart, mientras el tercero supone una bisagra con los dos últimos, en el que aparecen de forma inequívoca las señas de identidad más puramente beethovenianas. Pero despreciar sus dos primeros conciertos, despachándolos como meras veleidades fuertemente influidas por el pasado, y apoyarse en el propio menosprecio que su autor sentía por ellos, resulta cuanto menos desafortunado, pues son en sí mismos piezas de un enorme valor y calado emocional en los que por supuesto que sí se atisban las particularidades de la gramática formal y emocional del autor.

Acertó de la Salle en el diálogo poético y libre que acuñó en el opus 15, evidenciando una considerable sutileza y delicadeza, en detrimento de una mayor vehemencia y un empuje más decidido. Especialmente inspirado resultó el largo central, con dominio del piano frente a una orquesta que Poppen dispuso con más efectivos de lo que hoy suele ser habitual y que respondió con notable serenidad, dejando que las frondosas ornamentaciones del piano fluyeran a gusto. Fue tónica general que de la Salle atacara los movimientos finales sin apenas pausa tras el movimiento lento, lo que nos pareció desacertado por romper de forma brusca y apresurada la magia alcanzada. Más reducida debía ser la orquesta en el segundo concierto, y sin embargo continuó antojándose amplia, lo que derivó en un sonido ampuloso y envolvente, muy al a antigua usanza, no obstante la falta de trompetas, clarinetes y timbales. No acertó aquí la pianista a potenciar ese interesante contraste entre virtuosismo vivaz exterior y contemplación interior, aferrándose en el movimiento conclusivo a su carácter jovial y desenfrenado, que defendió con notable soltura. Con el número tres, único que el autor concibió en su adorada tonalidad en do menor, orquesta y solista lograron la simbiosis total, un equilibrio perfecto y un diálogo de igual a igual. Especialmente sobrecogedoras fueron las cadencias del allegro inicial, con ese leve apunte final de los timbales que tanta majestuosidad aporta, y más aún el extremadamente melancólico y espiritual largo que la pianista defendió de forma tan contundente como natural, sin afectaciones gratuitas y con un acertadísimo efecto casi fantasmal. Puede que faltara más incisividad e ironía en el rondó final, pero sonó igualmente apabullante y saltarín. El sábado comprobaremos si estas constantes se repiten en los dos hermosísimos últimos conciertos para piano del irrepetible compositor.

La ficha

ROSS ****

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2º concierto del ciclo Gran Sinfónico de la Temporada nº 33 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Lise de la Salle, piano; Christoph Poppen, dirección. Programa: Conciertos para piano nº 1 en Do mayor Op. 15, nº 2 en Si bemol mayor Op. 19 y nº 3 en Do menor Op. 37, de Beethoven. Teatro de la Maestranza, jueves 6 de octubre de 2022

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