Sinfonía de carcajadas

El Teatro de la Maestranza acogió ‘Concierto para Zapata y Orquesta’, un espectáculo integrado en el ciclo ‘jóvenes audiencias’ que se reveló como una de las propuestas más divertidas que han pasado por el escenario desde su inauguración en 1991

Antonio Puente Mayor

Paraguas de colores, un gorro de Papá Noel y hasta la máscara de Batman desfilaron por el escenario del Teatro de la Maestranza en una de esas tardes que no se olvidan con facilidad. Los responsables del experimento fueron (ojo a la combinación): el tenor José Manuel Zapata, el humorista, actor, director, guionista, diseñador, productor y miembro de Tricicle Paco Mir, el arreglista y director musical Juan Francisco Padilla, y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Una suma de talento que dio como resultado uno de los espectáculos más divertidos que han pisado este recinto desde su inauguración en 1991. Bajo el título ‘Concierto para Zapata y Orquesta’, el show —porque es imposible denominarlo de otra manera—, incluyo gags, juegos con el público y mucha y buena música. Una explosión de color —pese a los atuendos oscuros de los protagonistas— que hicieron las delicias del público que abarrotó el teatro.

Eran las seis y pico de la tarde cuando la megafonía del Teatro de la Maestranza anunciaba el inicio del espectáculo. En la platea, los habituales del espacio se mezclaban con neófitos, jóvenes y hasta abuelos con sus nietos. Un paisanaje más propio del Circo de Alaska que de un templo que acoge funciones de ópera, pero que sin duda fue responsable del éxito del producto. Al poco de sentarse los músicos, la irrupción en escena de José Manuel Zapata, rotunda y plena de carisma, ya auguraba una velada distinta por lo heterodoxa. A su izquierda, Paco Mir se ubicaba tras una mesa de trabajo cual demiurgo de la representación. En la primera fila Juan Francisco Padilla, y en la cabina un equipo que cumplió en su faceta técnica. Tras un sketch inicial en el que no faltaron alusiones al cine palomitero de las últimas décadas —de Star Wars a Harry Potter—, Zapata se metió de lleno en el papel de maestro de ceremonias y dio inicio a la magia. La ‘Gazza Ladra’, de Rossini —que no Beethoven, como afirmó el tenor granadino en un intercambio de guiños con Mir—, el ‘Tritsch-Tratsch-Polka’, de Johan Strauss, y ‘La donna è mobile’, de Verdi, fueron los tres primeros platos de un menú degustación en el que no faltaron la sal y la pimienta.

¡Qué abanico de registros, qué voz más preclara, y qué vis cómica posee Zapata! ¡Qué enorme creador es Paco Mir! ¡Y qué bien suena la Orquesta Sinfónica de Sevilla!

Tras una jocosa simbiosis entre Mozart y Los del Río, los integrantes de la ROSS se aventuraron con piezas de ‘El Cascanueces’, ‘Guillermo Tell’ o la famosa ‘Aida’ —pura diversión en el escenario y la platea—, todo ello antes de internarse en uno de los pasajes más delirantes del experimento: una ópera melodramática en la que Zapata ejercía de compositor, director y único intérprete. Con sones de ‘Don Giovanni’ y un despliegue de medios dignos del mejor Danny Kaye —el espectáculo lo homenajea desde su concepción—, la propuesta sirvió para atrapar del todo a unos espectadores dispuestos a pasárselo bien, los cuales respondieron sin dudarlo a las propuestas de Zapata y Mir.

Para terminar, los bises y los ‘rebises’ confirmaron que el personal que conforma la ROSS trasciende la propia música —su inmersión en el disparate fue correspondida con interminables aplausos—, que Padilla debería ‘arreglar’ piezas más a menudo —lo de AC/DC fue una genialidad—, que Zapata es un artista como la copa de un pino, y que el humor de Paco Mir debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad.

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