Calidad en el XIX Certamen Nuevas Voces de Sevilla
Anoche se entregaron los premios que concede anualmente la Asociación de Amigos de la Ópera de Sevilla, con un nivel participativo de gran calidad
Juan José Roldán
Con un alto poder de convocatoria, la ASAO reunió anoche a un numeroso público en la sala principal del Maestranza por cuarto año consecutivo, tras muchas ediciones celebradas en la sala Manuel García del coliseo sevillano. De las varias decenas de aspirantes a acariciar alguno de los numerosos premios que concede la asociación, sólo quedaron ocho para la gala final, cuatro de España y el resto repartidas entre el continente europeo y el americano. La participación fue excelente, con un alto nivel de calidad patente en la carrera incipiente que algunos y algunas de ellas ya atesoran y a quienes sin duda otro premio como éste dará un nuevo y decisivo impulso.
La joven soprano castellana Carmen Larios se alzó con el primer premio, que este año va acompañado de una importante aportación económica cortesía de la Real Maestranza de Caballería, además de protagonizar un recital en el Espacio Turina, cortesía del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla. Larios ganó además el premio concedido por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, que le permitirá participar en uno de sus conciertos, quizás como ya ha ocurrido a principios de este año, el de Año Nuevo, que tuvo en esa ocasión la participación de la ganadora del Certamen del 2022, Bryndís Dudjósndóttir. Se da la circunstancia de que la que anoche se celebró en el Maestranza fue la edición correspondiente al pasado año, que tuvo que posponerse por cuestiones de agenda y organización, por lo que previsiblemente antes de que finalice el recién estrenado año podríamos contar con una nueva edición. El acto contó con importantes personalidades culturales e institucionales de la ciudad, fue conducido con enorme profesionalidad y no faltó el imprescindible y necesario discurso del Presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera, Ignacio Trujillo.
Una difícil elección
El jurado no lo tuvo precisamente fácil, dada la alta calidad de las voces participantes que quedaron finalistas. Como es habitual, cada participante tuvo ocasión para desplegar su talento en dos ocasiones, si bien este año se relajó la norma de elegir un aria de ópera y una romanza de zarzuela, particular que sólo tres de los convocados cumplieron, entre ellos y ellas la ganadora. Clara Barbier inauguró la muestra, haciendo gala de una voz perfectamente colocada y unos refulgentes agudos, si bien una línea de canto algo rutinaria y homogénea impidió que llegáramos al deseado entusiasmo. La carrera de la soprano francesa despegó hace años, pero necesita el empuje definitivo que puede propiciarle este tipo de galardones, de los que arañó dos. Eligió bien las arias para lucirse, el famoso Je marche sus touts les chemins de Manon de Massenet, al que faltó algo más de picardía, y la entrada de la Reina de la Noche en La flauta mágica de Mozart, autor más recurrente a lo largo de la noche. En O zittre nicht mantuvo su línea de canto generoso y fluido. La soprano rusa Elizaveta Shuvalova posee una presencia arrolladora, que junto al considerable cuerpo de su voz, tendente más al registro grave que al agudo natural de su tesitura, logró una Elena de La dama del lago (Tanti affeti in tal momento) de Rossini adecuada al talante impetuoso del personaje. Su personalidad se hizo patente también en la Electra de Idomeneo, con un O smanie, o furie! de gran calado emocional. La más sorprendente a nivel de coloratura, con trinos de todos los colores y agilidades monumentales, fue Paula Ramírez, una habitual de nuestros escenarios como integrante de la Compañía Sevillana de Zarzuela, a quien hemos visto recientemente en La corte de Faraón y Jenufa. Eligió bien para lucir sus agilidades, con el Air de la clochettes de Lakmé de Delibes, y ya más convencional y melódica con O luce di quest’anima de Linda di Chamounix de Donizetti.
De Rumanía, pero afincada artísticamente también en nuestro país, llegó Suzana Nadedje, con voz gruesa y aterciopelada muy próxima a la de mezzo aunque eligiera arias de soprano, Ecco il punto... Non più di fiori, aria de Vitellia en La clemenza di Tito, y la siempre emocionante Sì, mi chiamano Mimì de La Bohéme, que defendió con pasión y dulzura, aunque la voz le jugara un par de malas pasadas en los agudos, quebrándose puntualmente. Carmen Larios cautivó al jurado y parte del público por su forma relajada y dulce de cantar, tan natural y fluida que parecía no esforzarse para encandilar con el aria de Palmina de La flauta mágica, Ach, ich fühl’s, y mantener esa línea acompañada de una voz potente y ejemplarmente entonada en la polonesa de Elena, Me llaman la primorosa, de El barbero de Sevilla de Giménez y Nieto. En el apartado masculino, el rondeño Marcelo Solís hizo acopio de gallardía con el Largo al factotum, la más popular de las piezas elegidas por los concursantes, del otro Barbero de Sevilla, el de Rossini, pero debió cambiar en algunas ocasiones el tono para llegar a buen puerto. Lo mismo sucedió con la romanza Madrileña bonita de La del manojo de rosas de Sorozábal, que evidenció una voz de precioso timbre y generosa proyección.
Aunque argentino de nacimiento, Maximiliano Spósito también ha desarrollado parte de su incipiente carrera en nuestro país, como demuestra el premio Martín i Soler recientemente conseguido. Su voz llena de dulzura y matices convenció en Un’aura amorosa de Cosi fan tutte, y encandiló definitivamente en los nueve do sobreagudos de Ah mes amis quel jour de fête de La hija del regimiento, y que le valió uno de los reconocimientos del certamen. Para terminar, el zaragozano Pablo Puértolas, tampoco nuevo en esta plaza, acusó una voz bien colocada, acaso algo pequeña pero bien entonada y capaz de convincentes agudos aunque nunca del todo rematados. Sus elecciones fueron Percy de Anna Bolena (Vivi tu... Nel veder la tua costanza) y la romanza de Don Gil de Alcalá (Penella), ¡Tente! Detén tu alado paso, en las que sobresalió su talante profundamente romántico. Tan alto nivel de calidad y participación debió sin duda resultar un dilema para el jurado, que quizás con su elección impulse la carrera de la joven y dulce Carmen Larios como merece, uniéndose así a una nómina que aglutina a voces tan rutilantes como las de Leonor Bonilla, Natalia Labourdette, Berna Perlés o Damián del Castillo. Al piano las voces se beneficiaron del buen hacer del croata Dragan Babic y los italianos Luca Forlani y especialmente Romolo Saccomani, que evidenció una sensibilidad muy por encima de la media.
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