Flamenco

Antonio Molina ‘El Choro’ estrena ‘Prender. Un acto de combustión’, un espectáculo creado junto a Rocío Molina y Ernesto Artillo

Con Jesús Corbacho al cante, Fran Vinuesa a la guitarra y Fran Roca a los vientos el onubense arranca el 14 de abril en el Festival Flamenco Azul de Marsella la gira de esta “purificadora y terapéutica” propuesta en la que deja salir al Choro “más personal y sincero”

Presentación del nuevo espetáculo de 'El Choro' en La Aceitera de Rocío Molina.

Presentación del nuevo espetáculo de 'El Choro' en La Aceitera de Rocío Molina. / Gema Galán

El Correo

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Con la intención de desprenderse de su propio estereotipo y profundizar en su verdadera identidad artística y personal, Antonio Molina ‘El Choro’ estrena el próximo 14 de abril en el Festival Flamenco Azul de Marsella Prender. Un acto de combustión, una propuesta “purificadora y terapéutica” en la que el bailaor afronta un proceso de transformación en el que resurge y deja salir un nuevo Choro.

Así, creado junto a Rocío Molina y Ernesto Artillo (en lo artístico y escénico) y acompañado de Jesús Corbacho al cante, Fran Vinuesa a la guitarra y Fran Roca a los vientos, el artista rebusca aquí en sus orígenes (su barrio del Torrejón de Huelva, su familia, sus costumbres, sus influencias musicales…) y en la relación que ha mantenido con el flamenco desde su infancia hasta ahora para reflexionar sobre su identidad y detectar aquello que verdaderamente le motiva y le condena de lo jondo.

En este sentido, explica el propio Choro, ha sido fundamental el acompañamiento creativo de Rocío Molina, una de las principales figuras de la danza a nivel mundial, cuya mirada externa “me ha permitido conocerme mejor y darme cuenta de las ataduras, los prejuicios y los roles que he ido asumiendo por mi condición de bailaor y gitano, pero también del estímulo y la alegría que me da el flamenco”.

Catarsis

Es decir, además de como un espectáculo, este Prender se plantea como una catarsis, que nace de la necesidad del artista de salirse de su propio corsé y abrir su cuerpo a una expresión más libre y honda, cabalgando entre la tradición y lo contemporáneo. “Cuando llamé a Rocío lo hice porque quería dar forma a mi propia búsqueda y materializar todo eso que necesitaba cambiar, atreverme a explorar otros caminos desde mi baile y, por supuesto, quería ponerme en manos de la mejor”, relata el onubense.

Con una consolidada trayectoria en la que ha compartido escenario con los más grandes maestros del flamenco y ha girado con sus propios espectáculos por los principales teatros y festivales del mundo, Antonio Molina ‘El Choro’ (Huelva, 1985) se sitúa hoy día como uno de los artistas más interesantes y con más proyección de su generación, gracias a su baile comprometido, espontáneo y visceral, que bebe de las raíces más familiares y profundas de lo jondo para expandirse en el lenguaje y el contexto del hoy.

De esta forma, tras #SiDiosKiere, dirigida por Juan Dolores Caballero ‘El Chino’ y que estrenó en 2022 en el Festival Flamenco de Jerez con gran acogida de crítica y público, el onubense continúa ahora este “autoconocimiento” que le lleva a pisar el escenario con una actitud “más fresca, luminosa y sincera”.

Ritual quinqui-urbano

Desde el fandango, la alegría, la seguiriya, el garrotín, la rumba, la opereta o el pop, El Choro inicia una suerte de ritual quinqui-urbano en el que el fuego actúa como metáfora de ese “renacimiento” en el que se permite quemar lo que ya no sirve y, al mismo tiempo, darle una nueva vida, transformándolo en energía purificada, en calor o luz.

Asimismo, como escribe Artillo en la sinopsis, con Prender, que “significa agarrar, sostener algo, pero también privar de libertad a una persona, fecundar o encender” el artista “pone el verbo en escena” y “busca ejecutar la cualidad del baile, ya sea quemándolo o engalanándolo”.

Por tanto, sin renunciar a su sello, El Choro se pone aquí a prueba y se atreve a jugar e incluso a mostrar su fragilidad o fallar. Dando rienda suelta a la improvisación y a la naturalidad que caracteriza su baile y dejándose contagiar por el espíritu reconfortante de quienes les acompañan en el escenario y que, de alguna forma, le hace volver a sus raíces, recordar al niño que es y sentirse en casa.

Después de su estreno en Marsella, el espectáculo dará comienzo a una gira por teatros y festivales nacionales e internacionales para el que ya tiene fechas cerradas en el Festival Flamenco Esh de Luxemburgo, la Suma Flamenca de Madrid o el Gran Teatro de Huelva.

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