Toros
Roca Rey resurge en la Maestranza con una faena llena de torería de Pablo Aguado
El peruano se llevó el mejor lote de Victoriano del Río y abrió su segunda Puerta del Príncipe
Pablo Aguado dejó una faena llena de naturalidad al sexto toro de la tarde
Se volvió a abrir la Puerta del Príncipe. Hubo que esperar hasta el último día de feria para ver un torero salir a hombros. Caían unas gotas mientras cruzaba esa ansiada puerta que sueñan los toreros. Roca Rey puso el broche final siendo fiel a su concepto del toreo para conseguir su segunda Puerta del Príncipe en la Maestranza con toros de Victoriano del Río.
Roca Rey se volvió a reencontrar con Sevilla y la Maestranza con el torero. En la tarde del pasado sábado con los Victorinos comprobó la dureza de ser una figura del torero y la exigencia de los aficionados. El peruano sabía que hoy tenía que resarcirse. Tenía que mostrar su mejor versión en el albero maestrante. Y así fue.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Decimocuarta de abono y duodécima corrida de la Feria de Abril 2024. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (3 y 5),
* JUAN ORTEGA, palmas y palmas.
* ROCA REY, dos orejas y oreja.
* PABLO AGUADO, ovación y oreja.
Incidencias: El matador de toros Juan Ortega fue obligado a saludar una ovación después del paseíllo.
Comenzó con unas verónicas muy templadas desde el inicio al toro Cojito. Se le veía más fresco y más cómodo en la tarde de hoy. El animal, justo de presentación, salió con mucha bravura y movilidad en los primeros tercios. Algo tan fundamental para el triunfo de un torero. Roca Rey no iba a dejar escapar esa oportunidad.
Se dirigió a los medios para brindar a los tendidos de la Maestranza. El inicio fue vertiginoso: pase por la espalda de rodillas. Hasta en dos ocasiones. Se levantó para ligar un molinete con un pase de pecho muy lento, llevando al animal hasta el final. Con la mano diestra toreó dosificando al animal: tandas cortas y llevándolo en línea recta.
Los mejores momentos llegarían al natural. Con la mano izquierda toreó con la muñeca muy suelta, enroscando al toro detrás, pasándoselo muy cerca. ¡Volvía el mejor Roca Rey! La siguiente tanda optó por un toreo de cercanías donde se llevó un tremendo susto y el animal lo mandó por los aires. Se levantó y le recetó cinco bernardinas súper ajustadas que asustaron a los tendidos. Sacó todo su repertorio en los compases finales. La estocada fue muy certera y cortó las dos orejas. Vaya manera de empezar la tarde.
Tenía la Puerta del Príncipe media abierta. El quinto toro era una oportunidad de oro para resurgir en esta feria. Cuidó al toro desde su salida. El picador dejó al toro crudo, sin picar, para que durara más. El peruano comenzó por estatuarios desde el tercio.
El animal embestía con mucha fuerza y con la cara alta. Roca Rey le tapó la cara para ligar los muletazos con la diestra. El toque fuerte era esencial. Con la izquierda le sacó muletazos con mucho mérito. Aguantó las paradas y las miradas de Descreído en cada muletazo. Volvió a la mano derecha y consiguió los mejores momentos de la faena. Se acopló perfectamente con la mano derecha toreando en circular rematado con pases de pecho largos y profundos. Acabó con un tremendo arrimón dejándose llegar los pitones al pecho. Terminó por convencer a todo el público. La plaza en pie ovacionó al diestro. Mató de una gran estocada y el presidente otorgó la oreja que le servía para abrir la Puerta del Príncipe.
La torería de Pablo Aguado
En el sexto toro de la tarde comenzaron a caer unas gotitas del cielo. Unas gotitas de arte que inundaron el ruedo de la Maestranza. Pablo Aguado se inventó una faena preciosa toreando al ralentí. El público se protegió del agua con las almohadillas. Muletazos con la diestra que hacían enloquecer a los aficionados y cambios de mano bellísimos. El toro tenía clase pero le faltaba esa emoción. Se la puso Aguado. Citó al toro a pies juntos y con el compás cerrado. Utilizaba los vuelos de la muleta, con desplantes que recordaron a toreros de otra época. Faena muy emotiva con poca ligazón pero mucha torería en cada muletazo. Buena actuación para cerrar su feria. Cortó una oreja.
Antes, en su tercer toro. Pablo Aguado salió arrebatado después del triunfo de Roca Rey. Toreó muy despacio a la verónica demostrando el aroma sevillano que desprende en cada capotazo. Iba aprovechar Juan Ortega, en su turno de quites, para dejar cuatro delantales y una media verónica al ralentí. Pablo Aguado salió rápidamente a replicar por chicuelinas. Bonita competencia en quites por los sevillanos que dejó un toreo caro entre los asistentes.
Con la muleta comenzó con auténticos trincherazos dignos de cualquier cartel de toros. Soleares tenía nobleza y movilidad aunque embestía a media altura y le faltaba esa transmisión necesaria. Pablo supo acoplarse a las características del animal. Lo toreó a media altura y acompañando las embestidas con la naturalidad que atesora. Hubo con la mano diestra algunos muletazos llenos de clasicismo acompañados con una sutilidad en las muñecas. Destacaron algunos naturales a pies juntos y dando el pecho antes de irse a por la espada. Tuvo un susto en el primer encuentro antes de enterrar la espada al segundo intento.
El regreso de Juan Ortega tras su gran faena
Abría plaza el torero que destapó el tarro de las esencias el pasado lunes. Aquella faena al sexto toro de la tarde caló fuertemente a los aficionados. Y no era para menos. Sevilla, con la sensibilidad que le caracteriza, lo sacó a saludar al finalizar el paseíllo. Juan invitó a sus compañeros de cartel pero desistieron en el saludo. Sabían que la ovación era para el trianero.
Con el primer toro dejó algunos detalles interesantes con la muleta. Tordillo fue un toro noble pero le faltó transmisión. Con la mano diestra, el sevillano le recetó muletazos con mucha profundidad, siendo fiel a su estilo: siempre dando el pecho, pies asentados y barbilla encajada. Con la mano izquierda, el animal tenía menos recorrido y se quedaba más corto.
Poco pudo hacer con el cuarto toro. Un animal con mucha clase, pero de escasa fuerza. Perdió las manos a lo largo de la lidia. En la muleta, Juan intentó hacerlo muy templado y ayudando al toro. Le intentó ligar los derechazos, pero Ebanista no podía. Probó por ambos pitones pero no había posibilidad ninguna. Juan abrevió con este toro y recetó una gran estocada.
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