Literatura

Las históricas alfareras de Triana, protagonistas de 'La dama de La Cartuja': "La novela es una oda al artista anónimo"

La escritora Inma Aguilera traslada al lector a la histórica fábrica de cerámica La Cartuja de Sevilla, fundada en 1841 por el marqués británico Charles Pickman, que exportó lujosas vajillas para las mesas más prestigiosas de Europa

La escritora malagueña ganadora del XXI Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla en 2016, Inma Aguilera. / Beatriz Ruíz

Rafa Aranda

"Cuanto te enteras de lo que hay aquí, es mágico". Así resume la escritora Inma Aguilera (Málaga, 1991), desde el Monasterio de La Cartuja de Sevilla, cómo se inspiró para su nueva novela, La dama de La Cartuja. Una obra, publicada por Ediciones B, que se adentra en la mítica fábrica de cerámica fundada en el siglo XIX por el marqués británico Charles Pickman para contar la historia de una estirpe de alfareras del barrio de Triana, en la que se mezclan secretos familiares, grandes pasiones, amores imposibles y mucho misterio.

La fábrica de La Cartuja de Sevilla se convierte en escenario de varias épocas diferentes, que retratan lo que se vivía en los talleres de cerámica de entonces y los ambientes de la aristocracia sevillana. Todo ello plasmado en sus personajes, principalmente en tres mujeres muy distintas entre sí que se enfrentarán a los prejuicios de su tiempo para crear un legado inolvidable.

Describe Aguilera que este enclave era "una ciudad llena de gente y lo quería representar". "Tenía que transmitir de alguna manera lo que sentí al pisar este lugar, y quiero que los personajes lo transmitan también. Me pareció un reto apasionante retratar un lugar físico y emocional que es un refugio para el arte", explica esta autora.

La escritora malagueña, Inma Aguilera, recibió en 2016 el XXI Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, y ahora inicia nueva etapa literaria / Víctor Félix Ríos

Cuenta que iba por el centro de Málaga, y veía las vajillas, su diseño, y como persona que le ha gustado "este mundillo desde pequeña" sabía que La Cartuja "estaba detrás, pero no quién". Por eso se propuso que su novela fuera también "una oda al artista anónimo que ha existido a lo largo de la historia, como en los platos de loza cartujanos que podamos tener en casa".

¿Qué fue la fábrica de La Cartuja?

A mediados del siglo XIX, en 1841, el marqués Charles Pickman se trasladó de Inglaterra a Sevilla para hacerse con el Monasterio de La Cartuja, donde se encontraba una fábrica de loza, y convertir La Cartuja de Sevilla en el centro de creación de vajillas y cerámicas que llegaban a las mesas más prestigiosas de Europa.

Este escenario llega a ser lugar de trabajo y residencia de muchas familias de obreros y de todos los directivos. Al principio llegaron más de 50 maestros británicos, pero posteriormente los sevillanos completaron la plantilla porque conocían el trabajo. Hasta 500 operarios estaban en una fábrica que tenía como elemento característico 22 hornos llamados "de botella", que todavía se pueden ver en el recinto, y que tienen su importancia en la novela como testigos de muchas situaciones e incluso teniendo cada uno un nombre.

Inma Aguilera, en el monasterio de La Cartuja, durante la presentación de su última novela, 'La dama de La Cartuja' / Víctor Félix Ríos

Sin embargo, entre los obreros había cierto descontento. "Cogían a los artistas sevillanos pero para un trabajo manual, por lo que estos no estaban muy convencidos", asegura la autora. Por eso, algunos personajes tienen "reticencias con lo que se hacía y buscaban lo mejor para ellos". "Los alfareros tradicionales vieron como algo invasivo que Pickman viniera a hacer la loza industrial. Estaba obsesionado con el arte sevillano, pero muchos no se sentían valorados como artistas sino como obreros", añade, mientras sigue recorriendo los jardines del lugar.

Tras la muerte de Pickman la fábrica fue pasando por diferentes etapas y cambios societarios, en manos de sus herederos, teniendo momentos de expansión en la década de los 60, hasta el desalojo definitivo del Monasterio a finales de 1981.

La fábrica de cerámica de La Cartuja de Sevilla en el siglo XIX, escenario de la nueva novela de Inma Aguilera / La Cartuja de Sevilla

Una joven británica, punto de partida

Todo comienza en Sevilla, en enero 1902. Una joven británica, Trinidad, llega sola a la ciudad para resolver dudas sobre su pasado, con un antiguo plato exquisitamente pintado a mano, que podría ser determinante para resolver un misterio familiar ligado a la fábrica de La Cartuja, donde desde hace décadas se vienen creando las mejores y más elegantes vajillas de toda Europa.

Otra protagonista es Macarena, una alfarera sevillana y trianera. "Es un personaje con mucho arte, mucha vida y mucho color, que contrasta con la angustia de ver la fábrica cerrada y la necesidad de saber cosas de Trinidad", describe Aguilera.

Los hornos de la histórica fábrica de La Cartuja de Sevilla, que en la actualidad se pueden ver en el Monasterio / Rafa Aranda

También destacan Justa y Sagrario, dos artesanas de la Triana profunda que "tienen ese sentir de pertenencia al barrio y de fidelidad a la cerámica sevillana"; Felisa, una alfarera "metódica y perfeccionista que se siente atraída por la fábrica"; o Brígida, la directora de la escuela de arte por casarse con un amigo de Pickman y que poco a poco va adquiriendo poder, algo "malvada".

"Hay mucha interacción entre los personajes, pero nunca mezclándose. Me inspiró que el amor a la loza estuviese de por medio para conectar a personas de distintas clases sociales (burguesa y obrera). Hay muchas historias de amor, por la loza, abiertos de mente, obsesivos... A los lectores de literatura romántica les puede gustar", explica Inma Aguilera mientras pasea por los históricos hornos del Monasterio de La Cartuja.

Una de las entradas a la antigua fábrica de La Cartuja de Sevilla de Charles Pickman, que todavía se mantiene en pie / Rafa Aranda

Basada en datos reales

Para la escritura de esta novela, Inma Aguilera ha hecho mucho trabajo de campo y ha visitado muchas veces Sevilla y el Monasterio: "Me gusta investigar libros y documentación, pero también tener contacto con gente del lugar y preguntar a los sevillanos. Me llamó la atención que recuerdan a Pickman. Hay quien está agradecido a su figura y las grandes cosas que hizo, pero otros a sevillanos le sentó mal que haya zonas deterioradas".

Puerta de la antigua fábrica de La Cartuja de Sevilla, que todavía se puede ver en el Monasterio, donde está el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Rafa Aranda

Describe que Pickman tenía "amor incondicional a Sevilla" y ella se sentía identificada de alguna manera como malagueña. "He venido en varias ocasiones para registrar varias épocas del año. La sensación de estar aquí es impresionante y se hace un ejercicio de visualización de cuando esto estaba lleno", cuenta la escritora.

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Triana, La Cartuja, el Monasterio o la cerámica son algunos de los ingredientes sevillanos de esta novela, que para Aguilera supone un acto de devoción a la ciudad: "Quería escribir la historia de la ciudad de Sevilla que tanto me quiso y me acogió, y tenía que devolver ese amor de alguna manera. Espero que los lectores la disfruten mucho".

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