Entrevista | Manu Sánchez y Julio Muñoz 'Rancio'

"Cuando el público se ríe por primera vez, me acuerdo de por qué he elegido esta profesión"

Los dos humoristas andaluces han escrito 'Giraldilla, la veleta de Sevilla', una obra de teatro llena de humor y crítica que se estrena este domingo en el Cartuja Center

Manu Sánchez y Julio Muñoz, creadores y protagonistas de 'Giraldilla, la veleta de Sevilla'

Jorge Jiménez

Carlos Doncel

Carlos Doncel

En Manu Sánchez (1985) y Julio Muñoz Rancio (1981) el age brota espontáneo, no suena impostado. Los dos forman parte de esa generación joven de humoristas andaluces que ponen a su tierra como eje central de la comedia. Desde el acento hasta las expresiones, ídolos y referencias, todo en estos sevillanos lleva un filtro blanco y verde.

Por eso cuando se unieron hace unos meses para escribir una obra de teatro a cuatro manos tenían claro el tema: hablar de la capital de Andalucía a través de una de sus figuras más emblemáticas, el Giraldillo. "Queríamos observar la ciudad de una forma omnipresente, omnipotente y omnisciente, porque suponemos que esa escultura lo ha visto todo desde que llegó", cuenta Manu, que interpretará el papel protagonista, un personaje que en un principio iba a encarnar Falete.

Y aunque Giraldilla, la veleta de Sevilla, que justo se estrena este domingo en el Cartuja Center, parta de este símbolo hispalense, la obra no va dirigida solo a los empadronados en El Tardón o el Tiro de Línea. "Si tu madre ha dicho alguna vez 'Cualquier día cojo la puerta y me voy', entonces eres público potencial de la obra", afirma Julio Muñoz. Lo andaluz va en su forma de ver la vida. Y el humor, claro.

P. Ha costado, pero ya está aquí 'Giraldilla, la veleta de Sevilla'.

Manu Sánchez: El triunfo de la fe es lo que representa la Giraldilla, así que a eso nos hemos agarrado. Al final hemos creído, y espero que triunfemos, aunque eso no lo sabemos todavía.

Julio Muñoz: Ha sido un ejercicio casi vital de decir: “Me da igual que esto se tuerza o las dificultades que vengan, que lo vamos a sacar”. Y no era solo una decisión de Manu y mía, sino de todo el equipo. Decidimos tirar adelante, y estoy muy orgulloso de eso, la verdad.

P. No ha sido nada fácil, ¿no?

MS: Hemos llegado a pensar: “¿Por qué no hacemos un vídeo contándole a la gente lo difícil que es sacar para adelante una obra de teatro?”. Parece que esto es juntarnos cuatro colegas y echar el rato, y en realidad son mil cosas: montar el equipo de dirección, de producción… hasta cómo se comunica cuando se cae el que iba a ser el protagonista. Hemos hecho un máster acelerado, pero teníamos claro el final: la Giraldilla se estrena.

A unas malas teníamos la carta de hacerlo nosotros, y al final eso es lo que ha pasado. Ahora que estamos ya con ese chip, nos hemos dado cuenta de que esto era lo que esperaba e incluso creía la gente.

P. ¿Y de dónde surge la idea de uniros?

MS: Yo admiraba a Julio y por eso nos hemos juntado, porque creo que de alguna manera los dos nos gustábamos de antes. Aunque te puede gustar alguien y cuando quedas a cenar ves no era lo que creías, pero no es nuestro caso.

Escribir a cuatro manos puede ser o muy sencillo o imposible, y para nosotros ha sido muy fácil. Creo que con actos de generosidad por los dos lados, nadie va a decir qué es de Manu y qué de Rancio.

JM: La verdad que ha sido un proceso muy vivo y muy libre.

P: ¿Cómo de Sevilla hay que ser para ver la obra? ¿Es exportable o es una cosa muy de aquí?

MS: Si no eres de Sevilla igual no sabes dónde está Casa Ricardo o qué era el Zapato Rojo, pero da igual: al final estás viendo a alguien analizando su ciudad con problemas muy comunes. Morir de éxito con el turismo, por ejemplo, lo va a entender uno de Cádiz, de Málaga, de Sevilla o de París.

JM: No es para todo el mundo, pero si tu madre ha dicho alguna vez “Cualquier día cojo la puerta y me voy”, entonces eres público de la Giraldilla. Son cosas que hemos anclado en Sevilla, pero que si lo hiciéramos en la Mezquita, el texto sería muy parecido.

P. Son puntos comunes que puede entender cualquiera, claro.

JM: Una mujer de Móstoles se paró a saludarme y le pregunté si comprendía mis libros. Siempre recuerdo su respuesta: “Yo no he estado nunca en Wisconsin, pero veo una película de Wisconsin y me gusta”.

MS: Woody Allen hace todas las películas de su pueblo, lo que pasa que tiene la suerte de ser de Manhattan. Nuestra obra está ubicada en Sevilla, pero esta historia puede estar situada en cualquier sitio. Al final hemos jugado con mucho lugares comunes para que pueda venir a ver la Giraldilla todo el que quiera pasar un buen rato con risa y con su mijita de meter el dedo en el ojo.

P. ¿Cuánto hay de autocrítica, de carguita tirada con arte?

MS: Ahí va a estar el humor. Si salimos a decir “Sevilla, lo mejor del mundo”, no hay risa. La carcajada está en vernos en la sala de los espejos.

JM: El humor nos sirve de excusa para poder ser autocríticos. Siempre se ha escuchado ese gran relato de que en Sevilla somos ombliguistas, y creo que no es tanto así. A nosotros lo que no nos gusta es que venga otro a decirnos cómo tenemos que pensar en nuestra ciudad. Manu lo dice muchas veces: “Con azúcar, la pastillita entra mejor”. Y si hasta la Giraldilla tiene dudas de si seguir aquí o no es porque tenemos que mirar un poco qué ha pasado.

"El humor nos sirve de excusa para poder ser autocríticos. Con azúcar, la pastillita entra mejor"

P. ¿Cómo de difícil resulta tener age en una obra de teatro? ¿Os ha costado trasladar el humor a este formato?

MS: El humor es muy complicado, y todavía te lo pone más difícil hacerlo solo desde una persona. En el monólogo puedes hablar de la calor que hace en Sevilla, pero en teatro tiene que llegar el verano y sentir esa calor. Es una complicación, sí, aunque te ofrece también herramientas nuevas.

El humor tiene mucho trabajo detrás y parte de nuestro trabajo es hacer que a la gente se le olvide el trabajo. Si tú estás viendo una película de vaqueros, no puedes tener a un nota al lado que te diga: “El protagonista no se murió, después se levantó y se comió un bocadillo”. Parte de nuestra labor está en que no se note todo el trabajo que hay detrás, y eso a veces es bonito y otras injusto.

JM: El 80% del humor es el ritmo. Todo el mundo tiene un amigo que no tiene arte contando las cosas, y es porque no tiene ritmo. Y ese tempo es diferente cuando quieres hacer humor en un libro, contar un chiste o representar una obra de teatro. Hay toda una alquimia interna para que los golpes sean eficaces y para que se puedan controlar esas risas del espectador.

Aquí tenemos la suerte de que Manu ya tiene muchas horas de vuelo en este mundo y todo eso lo maneja.

P. Cuando se levanten por primera vez las cortinas el próximo domingo durante el estreno, ¿de qué os vais a acordar, qué vais a pensar?

MS: El hecho no va a estar cuando se abran las cortinas, sino cuando se escuche la primera risa. Hasta ese momento me pregunto siempre: “¿Por qué estoy aquí?, ¿por qué tengo que hacer esto?, ¿quién me mandó a mí meterme en esto?”. Se ríen por primera vez, y me acuerdo de por qué he elegido esta profesión.

JM: Suele ser buen síntoma cuando estás nervioso por hacer; en los exámenes se ponía tenso el que había estudiado mucho, el que no tocaba el libro iba tranquilo. Yo no suelo disfrutar mucho de las cosas porque cuando pasa lo que sea, ya estoy pensando en la siguiente, no me doy como el lujo de celebrar nada.

P. Solo estáis los dos en el escenario, ¿verdad?

MS: Tengo que decir que lo mío va a ser un simple cameo ante la aparición estelar de Julio.

JM: Lo importante son los 10 segundos míos.

P. Pero qué 10 segundos...

JM: Hombre, todo lo demás, de telonero.

MS: Alguien dirá seguro: “¿Cómo se llamaba el de antes?”.

P. ¿Y qué futuro le espera a la Giraldilla?

MS: Creemos que todo. Ya que nos la hemos pegado, vamos a disfrutar durante un tiempo. Pero también hemos pensado después de todo el camino que cada persona tiene derecho a ser la Giraldilla alguna vez en su vida.

Nos apetecería ver cómo sería esa versión de otros compañeros. Que, con la base de este texto, lo varíen según su universo, que se acercaran con la misma obra pero con otro espíritu.

JM: Tengo la sensación de que no hemos hecho una obra de teatro, hemos creado un formato. Hay un 80% que es común y un 20% que en este caso es Manu, y que más adelante puede ser otro actor.

Una de las grandes ideas que subyace es desmontar aquello de que Sevilla es una ciudad dual. Ojalá fuéramos dos nada más, pero hay 650.000 sevillas. No es lo mismo la Giraldilla que puede hacer alguien de 20 años lgtbi, que la que puede hacer alguien de 80 años o un pregonero. Y todas son preciosas.

P. La Sevilla de cada cual.

MS: ¿Qué Giraldillas tan diferentes pueden hacer el Zatu o María Galiana? ¿Y no son Sevilla ambos? A lo mejor esto les sorprende si lo leen, pero tenemos sueños húmedos pensando en mantener toda la estructura y saber qué Sevilla observan el Zatu, Paco León, Mari Paz Sayago, María Galiana o Falete. Creemos que es un buen ejercicio que cada uno utilice la Giraldilla como su gran oportunidad de ver la ciudad desde arriba y plantearse qué piensa de ella.