Icónica Santalucía Sevilla Fest
Carlos Vives recrea en la Plaza de España el vallenato más rociero de la historia
El artista colombiano se entregó al público del Icónica Santalucía Sevilla Fest durante más de dos horas y logró el abrazo eterno entre su tierra y Andalucía
Carlos Vives en la Plaza de España. / Manu Suá
Colombia, de nuevo, hace su aparición en la Plaza de España de Sevilla y con quién mejor que con el artista del año por los Grammy Latinos, el siempre alegre Carlos Vives, ese ser de sonrisa eterna que nos enseñó lo que era el vallenato, con v, en nuestro país. Y fueron justamente esos ritmos colombianos, ese folclore que aúna los colores amarillo, azul y rojo de su bandera, lo que reinó en la noche de este miércoles en el Icónica Santalucía Sevilla Fest.
Mucha bandera colombiana, sombrero vueltiao y camisetas de la selección paisa en un público, más bien maduro, que esperaba con ansia, aunque sentado, al rey del vallenato. Se hizo de rogar unos minutos, aunque los asistentes venían preparados con abanico en mano. Esta no es su Santa Marta natal, pero Sevilla le puede pelear en temas de calor.
La presentación de Carlos Vives nada más pisar el escenario fue una auténtica reivindicación a la música en directo y sin inteligencia artificial, pero sí con "afectos especiales", para rememorar de seguido su infancia y su idilio eterno con su tierra, Colombia -país invitado en esta cuarta edición del Icónica-. Alegato imprescindible a las raíces que uno tiene, algo parecido a lo de Lola Flores con el acento, pero en versión paisa.
Empiezan a sonar el acordeón y la gaita colombiana para decirte que la Gota Fría ya está aquí, pero no esa que nos trae lluvia en verano, sino la que nos envuelve en una marea de baile. "Me lleva él o me lo llevo yo" y las sillas de la pista pasaron a un segundo plano porque lo que el público quería era bailar. Colombia en estado puro y un Carlos Vives con guitarra al hombro dispuesto a llenar de ritmo la Plaza de España.
Banderas y camisetas colombianas ondearon entre el público de Carlos Vives / Manu Suá
No tarda en darse cuenta de la multitud de paisanos que hay en el público, pero ya habría tiempo después para los saludos, porque ahora lo que tocaba era irse en Bicicleta a las gargantas de los allí presentes. Saludos a Sevilla, “que es una maravilla”, mientras entona el éxito que compartió con su paisana Shakira cuando ella tenía mejores sensaciones de su vida en Barcelona. Publico cantando y el colombiano haciendo el trenecito con su banda.
“Buenas noches, Sevilla, buenas noches, Triana, bienvenidos a Icónica” y Ella es mi fiesta trae eso, fiesta y brazos al cielo mientras los cuerpos deseosos de baile se mueven de un lado para otro. Quizás no sea de sus temas más radiados, pero es imposible no moverte con esta canción. Tanto en el escenario como en el público no permanece un alma quieta, palmas, saltos y esto sólo acababa de empezar.
Con Quiero verte sonreír llega un poco de calma, pero dura poco tiempo. Es una de sus canciones más rockeras, más guitarra que acordeón, pero con su poquito de laraila, laraila. Mención especial para el outfit de Carlos, todo de negro -muy de él-, camisa con bracito al aire y unos pantalones de tela indeterminada, pero que brillaban con los focos: tipo rockero, pero con más glam. El calorcito que habrá pasado el hombre ha tenido que ser curioso.
Vuelta a las raíces, a su querida Santa Marta, con una canción que lleva a su tierra por nombre. Tema que canta con su amigo Luis Fonsi, otro asiduo en playlist y discotecas que te acercan al Caribe, más rápido que despacito.
Con Nota de amor, Carlos Vives invita a mirar una luna que estaba poco visible en la noche de este miércoles, pero bueno, una se la imagina. "No se la pueden llevar porque es la luna de Sevilla, que no cabe ni en avión ni en tren". Dicho queda eso. Mezcla de folclore y ritmos urbanos, porque a Carlos no se le resiste ningún género y los lleva sutilmente a su terreno.
Carlos Vive invita al público a que cante con él en el escenario de Icónica / Manu Suá
En cada canción el escenario se convierte en una verdadera verbena, como si fuera una celebración entre amigos, pero compartida con un público que quiere formar parte de ese festejo al amor y a la amistad.
Fundido a negro, que llega Rosa. "Rosa que linda eres..." y Sevilla contesta entregada. Ritmos que te envuelven en el omnipresente sonido del acordeón. Y que mejor lugar que la Plaza de España, la obra estrella de Aníbal González creada para la Exposición de 1929 y símbolo de la unión Iberoamericana, para recordar a Rodrigo de Bastidas, conquistador trianero al que se le atribuye la fundación de la tierra de Vives, Santa Marta. Primer español, recuerda el artista, que navegó por el río Grande de la Magdalena, "hermano del Guadalquivir". Todo una clase de historia para presentar La Piragua.
De nuevo, recuerdos del Carlos del pasado y de cómo se fue forjando su carrera. "No sentir vergüenza de ser nosotros". Canto de orgullo a su Colombia y a la música que se niega a perder su esencia, lo que el artista llama el rock de mi pueblo, nombre que da título a su gira, que justamente dio comienzo en Icónica la noche de este miércoles.
Después del ensalzar el espíritu de sus raíces colombianas, llega pa’Maite, temazo dedicado a uno de los miembros más importantes de la banda del cantante, Maite, encargada de que la gaita colombiana sea un símbolo de identidad del artista. La fiesta no para y la Plaza de España tiembla entre los saltos del público y el toque de la batería.
Tras tal agitación, algo más tranquilito. Déjame entrar para que los asistentes se pudieran desgañitar a gusto a las órdenes del de Santa Marta. Más larai para coger un poco de aire que aún estamos en el ecuador del concierto y queda mucho por delante.
Carlos Vives, con su guitarra, en el Icónica Fest / Manu Suá
“Esto no es Wembley, es Sevilla”, bromea el artista al recitar una versión libre de We will rock you, adaptación de la mítica canción de Queen, pero en versión Colombia al grito de “Viva el vallenato”, como no podía ser de otra forma. Y es que en esta parte del concierto Carlos Vives se adentra en su lado más colombiano con Cañaguatera, una oda al acordeón y a ese sonido que gracias a él no suena tan lejano. Saltos y mucho baile, porque el enlozado de la Plaza de España era una verdadera fiesta, de esas que no parecen acabar nunca.
Solo esta vez, con su guitarra colgada, clase musical por el maestro Vives: “Los vallenatos son la mezcla de esos orígenes musicales prehispánicos, del río Grande, y de nuestra herencia española. Todo eso se juntó y me ha dado el regalo más grande de mi vida”, confiesa emocionado a un público que atiende sus explicaciones como si luego cayera en el examen.
“La primera canción que me enseñó mi padre fue de un compositor guajiro. Si te preguntan de donde eres, no le digas nada, cántale esta canción” y fue entonar El cantor de Fonseca y Vives despertó el alma de todos sus paisanos allí presentes. Una introducción en solitario y un gesto más de que siempre hay que tener presente de dónde es uno y estar orgulloso de lo que tu tierra te da.
Las palabras y conexiones en alusión a ambas tierras estuvieron presentes durante todo el recital. “Yo los voy a llevar a una nueva Andalucía. Un lugar hermoso, es el paraíso, pero ha estado mucho tiempo triste”. Protagonismo, esta vez, de la gaita colombiana para Cumbiana, ese término inventado por el artista para explicar esa mezcla que él profesa, ese coger de aquí y de allá sin perder la esencia de ninguno de los sitios, teniendo como nexo de unión la espiritualidad de la música.
Y ahora vuelta a lo más comercial de su carrera con Volví a nacer. “Quiero casarme contigo, quedarme a tu lado…” y manos arriba para entregarse por completo a este tema que ha sonado por años en las radios y que es todo un himno al amor incondicional. No hizo falta ni que cantara, ya el público lo hizo por él.
Tiempo ahora para su público de Colombia.“Para esas banderas colombianas, para esas camisetas”, llega La tierra del olvido. Imagen de la selva colombiana y banderas al cielo de un lado a otro, para dar paso, de nuevo, a El rock de mi pueblo, que sirvió para presentar a su banda, extensa y que ayuda, en gran parte, a que Vives logre convertir el escenario en un trozo de Colombia en mitad del parque de María Luisa. Caras jóvenes, pero también mucha veteranía, pues hay músicos que llevan con el colombiano desde hace tres décadas, con los inicios de La Provincia.
Carlos Vives y Raya Real, juntos en el escenario de Icónica / Manu Suá
Y cuando parece que la cosa había acabado, con el público gritando eso de otra, otra, llega la sorpresa de la noche. Está claro que a Carlos Vives le gusta la mezcla de sonidos, de ritmos de todos los lugares, pero la colaboración del colombiano con el grupo sevillano Raya Real no lo vimos venir.
Una pena que el sonido, algo malo, hiciera sombra a la intro del éxito que dio a conocer a Vives en nuestro país, y en el mundo entero. Sin embargo, todo eso pasó a un segundo plano con la puesta en escena colombiana-aflamencada que se marcaron. Inconfundible, la Fruta fresca al ritmo de la gaita colombiana y con las voces rocieras de los sevillanos. Pura fantasía
“Sí, sí, sí, que mi amor es tan profundo, que tú eres mi consentida y que lo sepa todo el mundo”. Quien no se sepa esa letra de esta canción es que no vive en este mundo. Por supuesto, éxtasis en la plaza. “Sevilla y Santa Marta juntos esta noche”. Abanicos, pasos de flamenco y como si de un festejo privado se tratase, más que el escenario de Icónica, eso parecía una fiesta en El Rocío a las 5 de la mañana, con Raya Real como anfitriones.
Y después de esta experiencia religiosa, comienza la traca final. Bandera de Colombia en mano para empezar con Carito, sigue Canción Bonita y Vestidito, preparando al público para una despedida: pero éste no se quiere ir, quiere más vallenato, quiere baile y fiesta. “Y si te vuelvo a ver, me quedo, me quedo contigo”, grita una plaza que después de dos horas de concierto sigue a tope de power.
Raya Real -Raya para Carlos- vuelve al escenario. “Esta noche se vuelven a encontrar dos mundos”. Solo de batería y otro exitazo de radio y discoteca de su etapa más reciente: Robarte un beso. A quién se le haya ocurrido esta colaboración, simplemente, merece la gloria. El vallenato más rociero de la historia: “Los trianeros de América”.
Y ahora sí, empieza el adiós. “No puede haber una ciudad más icónica que Sevilla, no puede haber un festival mas icónico, con un público más icónico que el de Sevilla esta noche”. Todo es icónico para Carlos.
“Nos vemos en los 500 años de Santa Marta, vamos a celebrar a Triana, a un trianero que vino y no volvió. El próximo año les espero en Santa Marta para que conozcan el sueño de un trianero”. Con esas palabras, y con otro de sus éxitos, Cuando nos volvamos a encontrar, el colombiano recordó y demostró para qué fue construida la Plaza de España: para lograr ese abrazo de todos los pueblos de Iberoamérica que él, por su parte, consigue gracias a su música.
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