ARTES PLÁSTICAS
Pepe Baena, el pintor de los desayunos más virales: "La gente ve mis cuadros, piensa en su vida, y los hace suyos"
Este cámara de profesión y pintor tardío por elección es el autor de los bodegones más comentados este verano en las redes sociales: del Cola Cao con galletas al papelón de pescaíto frito
Desde Antonio López a la escritora y columnista Ana Iris Simón, todos se deshacen en halagos y comentarios positivos sobre la obra de Pepe Baena Nieto (Cádiz, 1979). Este pintor tardío, cámara de profesión, llegó incluso a pintar el retrato de un ministro y despierta pasiones con unas obras sencillas, como La vida misma, título elegido para la exposición en la que mostró una serie de retratos familiares. Escenas que encierran cotidianidad total, de esa que traspasa el aburrimiento para ser identificadas por el que las contempla como eternas.
Desde lo popular y lo reconocible reinventa el concepto de bodegón, en pleno siglo XXI, con su vueltita de tuerca andaluza, y de los faisanes y las frutas arquetípicas, pasa a los papelones de pescaíto frito con litronas, el Coca Cao con galletas; algunas de ellas Dinousaurus, o incluso los míticos pasteles Pantera Rosa o los frigopie. Desayunos normales en la era del pan con cereales, el aguacate, la chía, la kombucha y el brunch, que pueden haber gentrificado hábitos, pero todavía no alcanzan a borrar recuerdos.
La belleza de lo reconocible
La nostalgia es un arma, esa canción de Astrud, en la que se acuerdan de "cuando las cosas eran bonitas y daban miedo y daban risa de tan por estrenar" podría ser una buena representación de la fuerza evocadora de la obra de Baena, al que han tildado del Antonio López de los desayunos –para su sonrojo y estupefacción al no identificarse en absoluto con el hiperrealista– o incluso de Hopper gaditano, cuando lejos de la soledad contemporánea, retrata escenas familiares que reflejan su personal costumbrismo. Ese en que la luz se posa en el vaso de Cola Cao para transportarte a una infancia universal.
Se confiesa un gran seguidor de la pintura de Diego Velázquez. Tanto que viajó a Edimburgo para contemplar "al natural" una de sus obras cumbre, Vieja friendo huevo. Y la vida misma le ha llevado de hacer sus pinitos en el pasado en la cocina del conocido restaurante gaditano El Faro a que sus lienzos puedan disfrutarse en las paredes de su renovada barra.
"Pintar una vida normal que tiene todo el mundo"
PREGUNTA. ¿Cuál cree que es el éxito de sus desayunos?
RESPUESTA. Más que los desayunos o los bodegones, yo creo que el éxito de mis cuadros es que la gente se siente identificada con ellos. La gente ve mis cuadros y piensan en su vida y los hace suyos. Pintar una vida normal que tiene todo el mundo. Son desayunos normales, que mucha gente los ha vivido. Mucha gente que me compra obras es porque les recuerda, por ejemplo, a los desayunos cuando eran pequeños en su familia o suyos mismos o los de su abuela.
P. Me puedo imaginar entonces cuál es su desayuno favorito. ¿Churros o bol de chía?
R. Efectivamente, un café con churros es uno de mis desayunos preferidos sí. O una tostada con aceite. El Cola Cao con galletas es de más de mis niños. Y, bueno, Inés Rosales, de vez en cuando sí que está bien... Ahora es verdad que las compro para pintarlas y ya me las como, claro [risas]. Hacía tiempo que no comía Inés Rosales, pero últimamente, como las estoy pintando, las estoy comprando más.
No me gustaría solo vivir de la pintura. No quiero tener que pintar solo para vender
P. Sigue trabajando en el departamento de vídeo de la Diputación de Cádiz, ¿cómo se adentra en esto de la pintura?
R. Yo hice Imagen y Sonido, un grado superior de FP y llevo desde 2006 en el servicio de vídeo de la Diputación. Empecé a pintar cuando cumplí 31 años, no soy pintor desde pequeño. Empecé poco a poco y se ha convertido en mi segundo trabajo, pero sigo trabajando en el servicio de vídeo porque, además, me gusta. No me gustaría solo vivir de la pintura. No quiero tener que pintar solo para vender. Prefiero tener mi trabajo y después pintar, que tiene sus contras también, porque a mí me gustaría pintar todos los días, mucho tiempo, pero solo pinto por las tardes, los fines de semana, pero bueno, lo prefiero. También siempre digo que si yo estuviera en un trabajo que no me permitiera pintar o que no me gustara, ya solo pintaría.
Nunca he hecho un montaje antes de pintar, sino que veo las cosas que están pasando, las guardo y las pinto
P. ¿Y dónde le pillan las musas?
R. Lo que más me gustan son las escenas cotidianas: escenas donde salen mis niños, mis familias. Por ejemplo, en mi casa veo escenas y ahí es cuando sale el momento de que va a ser un cuadro, ¿sabes? Son escenas siempre reales, son vidas que están pasando, nunca he hecho un montaje antes de pintar, sino que veo las cosas que están pasando, las guardo y las pinto. Y entonces, claro, son momentos que como han pasado de verdad por los cuadros yo creo que la gente se identifica con ellos también.
P. ¿Y cómo se fue haciendo tan conocido?
R. Las redes sociales tienen eso, que tú vas colgando la obra, yo primero en Instagram, después más tarde me metí en X. La verdad es que con los desayunos es con los que más ha empezado la gente ya a seguirme. Ha sido poco a poco.
Tú ves una pintura en un móvil y piensas: 'parece una foto', pero cuando tú lo ves en la pintura al natural, ves que es muy suelta. Yo casi todo lo intento hacer 'alla prima'. No me gusta ponerme a hacer detallitos, va todo un poco con mancha
P. ¿Y ahora mismo su principal forma de vender los cuadros es a través de las redes sociales?
R. Las redes sociales son muy importantes hoy día, pero la pintura hay que verla al natural, eso es fundamental. A mí me gusta mucho cuando viene gente a mis exposiciones o a mi estudio y ve los cuadros y me dice que al natural son mucho mejores, o les gustan mucho más. Claro, también tú cuelgas un cuadro en las redes y te llama alguien de Holanda para exponerlo o para comprártelo. Eso es una maravilla.
Tú ves una pintura en un móvil y piensas: parece una foto, pero cuando tú lo ves en la pintura al natural, tú ves que mi pintura es muy suelta. Yo casi todo lo intento hacer alla prima. No me gusta ponerme a hacer detallitos, va todo como un poco con mancha. Claro, tú te acercas, ves mancha y te alejas y ves el cuadro que parece que lo ves más realista.
P. ¿Cree que sus cuadros representan un nuevo costumbrismo o es más una vuelta nostálgica a determinadas cosas?
R. Yo fui a Edimburgo porque tenía también muchas ganas de ver un cuadro que hay allí de Velázquez, que es Una vieja friendo huevos. Velázquez es, sin duda, mi pintor favorito. Ese hombre pintaba en la Sevilla de la época a una mujer friendo un huevo y es más o menos lo que yo pinto ahora. Lo que pasa es que yo pinto la vida que vivimos ahora. No creo que se esté inventando nada, sino que siempre se ha pintado la vida y las costumbres y demás, lo que pasa es que ahora, no sé, lo estoy pintando yo y a la gente le está gustando.
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