Obituario

Antonio Hernández, adiós en la calle Feduchy

Fallece en Cádiz a los 81 años el poeta y ensayista de Arcos de la Frontera Antonio Hernández, dos veces Premio Nacional de la Crítica, además de Premio Nacional de Poesía y autor del memorable 'El Betis: La marcha verde'

Antonio Hernández, poeta y ensayista en una imagen de archivo tomada en Córdoba.

Antonio Hernández, poeta y ensayista en una imagen de archivo tomada en Córdoba. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Charo Ramos

Charo Ramos

Como tantos otros niños gaditanos, en mi infancia hubo dos poetas cuyos versos aprendíamos de carrerilla y a los que invocaban nuestros mayores: Rafael Alberti y Antonio Hernández. El del mar del Puerto de Santa María, el del río de Arcos. La mirada retrospectiva al paisaje de la infancia donde conviven lo celebratorio, el duelo y lo sagrado ha sido siempre una constante en la poética de Antonio Hernández, fallecido este sábado, rodeado de su familia y seres queridos, en Cádiz a los 81 años, coincidiendo precisamente con el centenario de la publicación de Marinero en tierra.

Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, 1943) ha sido un escritor generoso, autor de libros esenciales que ahora al releerlos nos devuelven el eco inconfundible de su voz. Recibió el Premio Nacional de Poesía en 2014 y en dos ocasiones el Premio Nacional de la Crítica, que sancionó así la calidad y novedad que supusieron Sagrada forma (1994) y Nueva York después de muerto (2013). La antología A palo seco nos acercaba en 2007 las mejores credenciales de este exponente de la poesía del 60 en un momento en que comenzó a enfrentarse a la muerte e inventarió vivencias, antiguas amistades, familiares desaparecidos, y testamentó su fe inquebrantable en la literatura. Fue un autor prolífico pero siempre sincero, y en libros aparentemente sencillos como Habitación en Arcos y El mundo entero (premio Rafael Alberti en el año 2000) vibra toda su potencia y sabiduría.

Fue uno de los ejemplos para definir una Andalucía que se elevaba sobre las carencias e injusticias sociales a través de la educación, la literatura y la música

Para la generación de mis padres, nacidos en Medina Sidonia y en el mundo rural de la Janda, Antonio Hernández ha sido el poeta gaditano por antonomasia, uno de los ejemplos que se citaban en casa para definir una Andalucía que se elevaba sobre las carencias e injusticias sociales a través de la educación, la literatura, la música y el sentido del ritmo, sin renunciar nunca a un compromiso ético con nuestra tierra.

Estos días atrás, en los que familiares y amigos han acudido a despedirse de él al hospital de esa calle que lleva el nombre del marino gaditano Rafael Feduchy, salíamos recitando de nuevo sus versos, compartiendo entre nosotros claves de su obra, y el modo en que nos ha contado su vida también a través de sus grandes novelas, relatos y ensayos. En sus últimos meses, cuando la enfermedad le impidió escribir, Antonio Hernández releía su obra y encontraba entre sus páginas calidez y consuelo. Estaba conforme con ella.

Uno de esos días felices en su vida fue la reedición de El mar es una tarde con campanas, su bella elegía y Premio Adonais de 1965 sobre el paisaje, la infancia y el amor. Aquí asoma ya la figura de la mujer de su vida, Mari Luz, nacida en Medina Sidonia e hija de un teniente destinado en Arcos, donde se conocieron en los años cruciales en la vida de ambos que este libro también rememora. La reedición le hizo una gran ilusión porque evidenciaba que la literatura, como el amor, vence al tiempo y prolonga la vida más allá de la muerte. Descanse en paz.