Festival de Sevilla
Un documental reivindica la figura del cineasta maldito Fernando Ruiz Vergara tras su “asesinato artístico”
'Caja de resistencia', de Concha Barquero y Alejandro Alvarado, imagina cómo habrían sido los proyectos inconclusos del autor de 'Rocío', película censurada en 1980.
Caja de resistencia, que se exhibe dentro de la sección Panorama Andaluz del Festival de Sevilla, es, según sus autores, “una película que contiene varias películas dentro”. La central, afirma Concha Barquero Artés, gira en torno a ejercer “un acto de justicia histórica con la figura de Fernando Ruiz Vergara, que es un autor, a nuestro juicio y al de muchos otros, muy relevante en el cine español a pesar de que solo pudiera terminar una película, y que fue sometido a un asesinato artístico”.
La autora se refiere a Rocío, un documental de 1980 “que fue censurado y, a día de hoy, sigue sin poder exhibirse de manera íntegra”. El filme pretendía captar antropológicamente lo que era la romería del Rocío, pero terminaba siendo una denuncia de la represión franquista en la localidad onubense de Almonte y de la complicidad de los poderes político y religioso. La querella por calumnias de uno de los denunciados llevó al filme, y a su autor, a los tribunales. “Pero también está todo el potencial creativo y político de Fernando y de su obra, que nos parecía que seguía muy vigente”, añade la directora.
La película pretendía captar antropológicamente lo que era la romería del Rocío, pero terminaba siendo una denuncia de la represión franquista en Almonte y de la complicidad de los poderes político y religioso
Los autores de Caja de resistencia conocieron a Ruiz Vergara en el verano de 2010, cuando le fueron a entrevistar mientras realizaban una tesis doctoral sobre la censura en el cine durante la Transición española. Entablaron amistad y conectaron plenamente, hasta el punto de que el cineasta sevillano, entonces afincado en una pequeña aldea de Portugal, les propuso ayudarle a terminar un proyecto de documental sobre las minas de wolframio de Panasqueira.
No pudo ser, porque el autor de Rocío falleció en octubre de 2011 tras una larga enfermedad, pero estos dos discípulos sobrevenidos sintieron “como un compromiso personal, porque se nos había quedado esa espina clavada”. “Ha sido un largo proceso de investigación -apunta Alejandro Alvarado Jódar- porque quisimos especular o fabular con las películas que él no pudo hacer. Encontramos materiales esbozados que sus amigos portugueses recuperaron, documentos e imágenes de archivo, y entre todo ello seleccionamos las películas inconclusas que creíamos que tenían más que ver con nuestro presente. Hemos retomado ese hilo tendido por Fernando, esa fuerza, ese punto de vista, y nos la hemos llevado a nuestros territorios, a nuestro propio lenguaje cinematográfico”. “También nos interesaba que la propia estructura de la película fuera fragmentaria porque, en realidad, también estábamos hablando de todos esos proyectos interrumpidos”, completa Concha Barquero.
El caso 'Rocío' y la historia no contada: ¿quién puede hacer cine?
Existe un documental anterior centrado en la censura del filme Rocío, que fue, por cierto, la primera película española secuestrada judicialmente en democracia. Ruiz Vergara fue condenado a dos meses y un día de arresto mayor, 50.000 pesetas de multa y una indemnización de 10 millones de pesetas en concepto de responsabilidad civil, en una sentencia que ratificó el Tribunal Supremo en 1984, y la película se amputó dejando fuera todas las referencias a la represión franquista. El citado documental es El caso Rocío, de José Luis Tirado, que se exhibió en el Festival de Cine de Sevilla en 2013.
Rocío, de Fernando Ruiz Vergara, fue la primera película española secuestrada judicialmente en democracia
Es, por ello, lógico, que Barquero y Alvarado no incidan demasiado en ese aspecto. Caja de resonancia se centra más en las consecuencias, en lo que sucedió (o no sucedió) después. “Para nosotros también es importante hablar de todo lo que ha quedado fuera de la historia, lo que no se ha llegado a materializar, y en los factores económicos, religiosos o políticos que impidieron que Fernando volviera a hacer cine”, apuntan entre los dos directores.
Concha Barquero, en concreto, incide en que “aunque la censura no fue el único motivo, su trayectoria fue precipitada de manera dramática y muy cruel por la sentencia. Él se sintió aislado, incomprendido por perseverar en la idea de que eso era lo que tenía que hacer con esa película, en esos años donde hablar de esos temas era tan controvertido”. “Y luego está su origen -añade Alvarado-. Fernando es el hijo de una churrera que salió de España porque se sentía incomodo en el franquismo y salió, como él decía, a buscarse las papas, a trabajar en Barcelona, en Estrasburgo, en Stuttgart, en Bruselas. Después, recaló en Portugal, donde tuvo la suerte de vivir la Revolución de Los Claveles y conoció a un grupo de personas que crearon una cooperativa cultural, y ahí descubrió él el cine como lenguaje. Ese fue el impulso para rodearse con esa misma gente y venir a Huelva y filmar Rocío desde aquella visión”.
En 1979, Ruiz Vergara regresó a Sevilla y, en compañía de su esposa, Ana Vila, y de otros cineastas como Juan Sebastián Bollaín, fundó la ECA (Equipo de Cine Andaluz) a imagen y semejanza de la cooperativa con la que había trabajado en Lisboa
En 1979, el cineasta se afincó de nuevo en Sevilla y, en compañía de su esposa y colaboradora, Ana Vila, y de otros cineastas como Juan Sebastián Bollaín, fundó la ECA (Equipo de Cine Andaluz) a imagen y semejanza de la cooperativa con la que había trabajado en Lisboa. “Ese proyecto también fracasó -indica Alvarado-, porque es difícil para alguien que no ha estudiado en la escuela de cine reglada porque no tiene medios económicos para ello, y tampoco está dentro de unos determinados círculos. Por eso sentimos que hay una cierta reflexión sobre quién puede hacer cine y quién no. Es una pregunta importante, porque determina mucho qué películas se ruedan, de qué hablan esas películas, cómo funciona la industria y cómo los filmes que tienen un valor más artístico o más político quedan un poco fuera, en los extrarradios”.
Añade el autor que “las más explícitamente políticas se dejaron también de hacer después de la Transición en España. Se apostó por otro tipo de cine, como más de autor, una visión más europea, con otro tipo de proyección, pero ese cine hecho desde la base, como un poco más de guerrilla, se quedó fuera. Por eso queríamos recoger el espíritu del Fernando combativo, y también del documental como lenguaje político”.
Dos transiciones paralelas
Caja de resistencia es también una película fronteriza: entre el cine social y la ficción (a base de fabular con las imágenes que Ruiz Vergara nunca llegó a rodar), entre Andalucía y Portugal (los dos lugares donde más tiempo vivió el cineasta) y entre las dictaduras y las transiciones a la democracia en ambos países, de las que él fue testigo. En ese sentido, algunos de los momentos más impactantes de la película provienen de la entrevista que los autores realizan al político Otelo Saraiva de Carvalho, previa a su fallecimiento en 2021. De un modo un tanto atrevido, parecen trazar un paralelismo entre ambas figuras.
“Es uno de los niveles no explícitos en la película”, concede Concha Barquero. “Saraiva de Carvallo es un personaje muy controvertido en Portugal, pero a nosotros nos interesaba esa cuestión utópica de las elecciones de 1976, y que él perdió. Eran como las últimas esperanzas para las visiones más rupturistas de un Estado más revolucionario. Ahí hay un paralelismo, no solamente con la figura de Fernando, sino también con la Transición española, donde triunfó el consenso, hubo una amnistía y los crímenes del franquismo no se juzgaron”.
Un acto de memoria histórica
Todo eso lleva a la última de las películas contenidas en Caja de resistencia, la que apela a la memoria histórica. El filme, de hecho, se abre y se cierra con referencias a las personas fusiladas y desaparecidas en Almonte durante la dictadura. “Lo que también hizo Fernando fue reunir varias decenas de nombres de las personas que fueron asesinadas. a través de su investigación con las fuentes orales del pueblo. En ese sentido, tiene muchísimo valor en la recuperación de la memoria histórica y democrática. Rocío fue de las primeras obras en hacer esto, en aquel momento”, apuntan los directores.
“Nosotros lo que hacemos es terminar de completar esa lista, que se ha ampliado a través de diversas fuentes, de historiadores, y nos ha servido de guía para volver al tema y para denunciar esa herida abierta que tenemos como democracia en España. Es decir, han desaparecido y asesinado en Almonte a más de 100 personas, a muchas nadie las ha buscado, las fosas se supone que están en determinados sitios, por fuentes orales, pero nadie invierte o pone el dinero para intentar buscar a esos desaparecidos, que haya un proceso de reparación y dignidad con las familias de las víctimas que siguen esperando”, concluyen Concha Barquero y Alejandro Alvarado.
Caja de resistencia llega a Sevilla tras estrenarse en la Seminci de Valladolid, donde obtuvo el Premio Doc España “por su profunda investigación en torno a los archivos de Fernando Ruiz Vergara, así como a las condiciones de la censura tanto en los años 80 como en la actualidad”, según el fallo del jurado. En el Festival de Sevilla, se podrá ver el viernes 8 a las 20.30h en el Teatro Alameda y el sábado 9 a las 17.00h en los cines Plaza de Armas.
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