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60 años sin Robert Schuman, el padre de la UE que puede llegar a santo

Criado en Luxemburgo, tímido y soltero toda su vida, el ideólogo de la primera integración europea sobre los escombros de la II Guerra Mundial fue también el primero que vinculó democracia y cristianismo

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
04 sep 2023 / 16:13 h - Actualizado: 04 sep 2023 / 16:15 h.
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Jean-Baptiste Nicolas Robert Schuman (1886-1963) –que solo se diferencia en su apellido con el famoso compositor alemán del siglo XIX en una n de menos- fue el primer político que propuso la integración continental que acabaría dando lugar a la actual Unión Europea. Lo hizo en un discurso inusitado en él –poco dado a la oratoria- el 9 de mayo de 1950, aunque la institución que nació primero fue la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) y la Asamblea Parlamentaria Europea que acabaría presidiendo ocho años después fuera el precedente inmediato del actual Parlamento Europeo. Hoy se cumplen 60 años de su muerte, después de sufrir esclerosis múltiple en los últimos años de una vida tan discreta que siempre rozó lo misterioso. Dos años antes de morir, Schuman se cayó al borde un camino y no fue encontrado hasta el día siguiente, después de permanecer toda una noche bajo la lluvia. En el libro que ya entonces había escrito, y que no fue publicado sino póstumamente, en 1963, titulado Por Europa, insistió como nunca lo había hecho nadie en la relación entre la construcción de la democracia moderna y el cristianismo: “La democracia debe su existencia al cristianismo”, escribió. “Nació el día en que el hombre fue llamado a realizar en la vida de todos los días la dignidad de la persona en su libertad individual, en el respeto de los derechos de cada uno y en la práctica del amor fraternal para con todos. Nunca, antes de Cristo, se habían formulado semejantes conceptos”.

La espiritualidad le venía de su madre, una luxemburguesa que se casó con su padre, oriundo de Mosela que sirvió en el frente francés cuando la guerra franco-prusiana (1870-1871) y que acabó viviendo en Luxemburgo después de adoptar la nacionalidad alemana. Soltero y austero toda su vida, Schuman se sintió siempre próximo en el sentir a San Francisco de Asís, no es de extrañar que el mismísimo papa Pablo VI le escribiera una carta personal después de que el obispo de Metz, donde conservó toda su vida un despacho de abogado, le administrara la unción de los enfermos. El joven Schuman quiso ser sacerdote, pero la vida lo empujó finalmente hacia el funcionariado después de graduarse en Derecho en la Universidad de Estrasburgo. En la universidad había formado parte de la Corporación Unitas, integrada principalmente por seminaristas y estudiantes de Teología... “Podría haber sido sacerdote. Pero finalmente decidí ayudar a los ateos a vivir fraternalmente en lugar de ayudar a los cristianos a morir”, habría de confesar muchos año después.

60 años sin Robert Schuman, el padre de la UE que puede llegar a santo

Al estallar la I Guerra Mundial, se libró del frente por motivos de salud. Cuando terminó el conflicto, fue elegido diputado con el apoyo de los grupos católicos, pero no fue hasta la II Guerra Mundial cuando Schuman fue nombrado subsecretario de Estado para los refugiados durante el primer gobierno del mariscal Pétain. La Gestapo (la policía secreta de los nazis) lo detuvo en septiembre de 1940 y permaneció prácticamente preso en un hotel hasta la primavera siguiente. Durante el año 1942, permaneció oculto en varios monasterios hasta que las fuerzas de ocupación fueron expulsadas de Francia. Cuando De Gaulle archivó el expediente en su contra, se convirtió en uno de los líderes de la Cuarta República Francesa. En noviembre de 1947 fue nombrado presidente del Consejo de Francia, poco después ministro de Asuntos Exteriores y, en el invierno de 1950, se compró un apartamento en pleno centro de París.

El 9 de mayo de aquel año fue cuando se dirigió a más de 200 periodistas para presentar una declaración preparada junto a Jean Monnet que hoy se considera la primera propuesta oficial para la construcción de una Europa integrada. El discurso se conoció a partir de entonces como la Declaración Schuman. En esencia, lo que proponía era la creación de una comunidad franco-alemana para aprovechar conjuntamente el carbón y el acero de los dos países que se habían enfrentado en la II Guerra Mundial bajo una alta autoridad común, independiente de los gobiernos. La idea era que, una vez en funcionamiento, se ampliara la comunidad a otros países europeos para formar un espacio de libre circulación de personas, mercancía y capital, como efectivamente ocurrió tras el Tratado de París en 1951, que firmó él mismo, con –además de Francia y Alemania- Bélgica, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Nacía así la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, con 160 millones de habitantes, 210 millones de toneladas de carbón y 33 millones de toneladas de acero. La economía primero y la política después.

Lo que parecía claro era que el creciente sistema cruzado de intereses evitaría la posibilidad de una nueva guerra mundial. “Europa no se hará de un vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”, dijo Schuman en el ecuador del siglo XX, y añadió: “La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada, por lo que la acción emprendida debe afectar en primer lugar a Francia y Alemania”.

Schuman llegó a ser ministro de Justicia entre 1955 y 1956, pero su carrera política y su legado (“la paz solamente puede basarse en la igualdad”) ya estaban amortizados, y a los pocos años comenzó a padecer la esclerosis múltiple que lo fue inmovilizando en su casa. Después de haberse ganado la confianza de los gobiernos belga, británico y estadounidense, Schuman estaba convencido de que la reconciliación franco-alemana era la que allanaba el camino hacia una verdadera integración europea.

Hacia la santidad

El presidente francés François Miterrand planteó la posibilidad de trasladar los restos de Schuman al Panteón de París, pero las autoridades locales de Scy-Chazelles (en la región de Lorena) se opusieron porque su figura ya era venerada. De hecho, en 1990, el propio obispo de Metz autorizó la apertura del proceso de beatificación y, en 2004, concluyó la fase diocesana y la documentación para su próxima canonización sigue en Roma. En 2015, el papa Francisco puso a Schuman como ejemplo por ser “un católico que hizo una política no sucia, buena”. Mucho más recientemente, el 19 de junio de 2021, el santo Padre autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto relativo al heroísmo de Schuman y, desde entonces, puede ser definido como venerable.


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