Cuando, en plena posguerra, el exiliado Rafael Alberti (1902-1997) escribió aquel poemario titulado A la pintura. Poema del color y la línea, prologado por Vicente Aleixandre, no estaba sino dando fe por escrito de lo mucho que había pintado a lo largo de toda su vida hasta entonces, en el ecuador. De hecho, él mismo confesó muchas veces -y en sus memorias de La arboleda perdida- que “su primera vocación fue la pintura” y, si se dio a conocer en Madrid, concretamente en el Ateneo, no fue por sus versos sino por sus cuadros, que llegó a exponer antes de publicar su célebre Marinero en tierra, que ganó el Premio Nacional de Poesía en 1925.
De cuando solo tenía 15 años, recordaría Alberti, en eneasílabos: “Mil novecientos diecisiete. / Mi adolescencia: la locura / por una caja de pintura, / un lienzo en blanco, un caballete. / Felicidad de mi equipaje / en la mañana impresionista. / Divino gozo, la imprevista / lección abierta del paisaje... (...) Diérame ahora la locura / que en aquel tiempo me tenía, / para pintar la Poesía, / con el pincel de la Pintura”. En aquel poemario íntegramente dedicado a su otra gran pasión, Alberti se acordaba de los grandes genios que había contemplado durante largas horas en el Museo del Prado, y de Zurbarán, por ejemplo: “Pintor de Extremadura, en ti se extrema, / dura y fatal, la lidia por la forma. / El pan que cuece tu obrador se quema / en el frío troquel que lo conforma. / Gire en tu eternidad la disciplina / de una circunferencia cristalina”.
No fue el único poeta, desde luego, que empezó a representar la realidad más en los lienzos que en las cuartillas, como le había ocurrido al mismísimo Bécquer, aunque en el caso de Alberti esta complicidad de las dos expresiones le durara toda la vida. Precisamente con motivo del 120º aniversario de su nacimiento, que se cumplió estrictamente el pasado 16 de diciembre, la Fundación Unicaja en Cádiz inauguró esta pasada semana la exposición Rafael Alberti. Pintor Poeta, poeta entre pintores, con más de 320 piezas que ofrecen un nutrido recorrido por la obra pictórica del poeta de El Puerto de Santa María, pues las obras están fechadas entre 1918 y 1997.
La exposición gaditana, que estará abierta gratuitamente al público hasta el próximo 31 de marzo –solo de lunes a viernes-, indaga en la permanente vocación plástica del poeta para hacerla accesible a un público que descubrirá el absoluto dominio de las técnicas que utilizaba desde muy joven Alberti. Las obras recogidas en la exposición pertenecen a los fondos de la propia Fundación Unicaja, pero también a los de la Fundación Alberti de El Puerto de Santa María, cedidas en préstamo; a la Huerta de San Vicente de Lorca, al Centro de Documentación Musical de Andalucía, a Radio Televisión Española, al Centro Cultural de la Generación del 27 de Málaga e incluso al Museo de la Fundación Gregorio Prieto, otro pintor del 27.
Por temas y técnicas
La exposición no es cronológica, sino temática. La primera parte se dedica al Alberti dibujante y pintor; la segunda, a los grabados; la tercera, a su faceta como ilustrador, y la última, a la relación del poeta con otros muchos pintores , artistas plásticos o fotógrafos, como Pablo Picasso, por supuesto, o Tàpies, Miró, Pablo Juliá o Juan Genovés.
La exposición termina con un audiovisual en el que se recuerda la entrevista que Joaquín Soler Serrano le hizo a Alberti solo dos meses después de regresar a España, allá por 1977.