Impactante, contestataria y políticamente incorrecta, así es esta adaptación teatral de Alberto de San Juan de ‘Lectura Fácil’, la novela que hizo valedora a Cristina Morales del Premio Nacional de Literatura en su modalidad de Narrativa.
El argumento de la novela gira en torno a cuatro chicas discapacitadas que son parientes y viven en un piso tutelado. Una de ellas es ninfómana y una jueza debe decidir sobre la conveniencia de practicarle una ligadura de trompas para esterilizarla, lo que provoca su huida del piso tutelado. Otra de las chicas está escribiendo las historias de todas ellas con la técnica de lectura fácil, que como su nombre indica es un método de escritura creado para facilitar la lectura a los discapacitados intelectuales.
En la novela la historia transcurre en la Barcelona que lucha contra los desahucios y los desmanes del neocapitalismo liberal, que la autora critica a través de la situación de desamparo y la dominación institucional que presentan las protagonistas. Es uno de los aspectos que más le interesan a San Juan, de ahí que traslade el relato a Madrid, cuyo gobierno actual es un claro defensor del liberalismo más radical. Pero, en realidad, el peso de la obra recae en los personajes que nos van contando sus historias en primera persona, y están magistralmente interpretados por el elenco, en el que se integran personas que presentan una discapacidad real. Las escenas dramáticas se alternan con los monólogos provocando una digresión, término que uno de los personajes define en un momento de la obra como: “ponerse a contar una historia en mitad de otra historia”. Es justo lo que hace San Juan en esta adaptación, en la que el conflicto que plantea la esterilización, aunque cumple con la función de hilo conductor, pasa a un segundo plano para incidir, sobre todo, en la situación de indefensión de los personajes ante el poder institucional, representado por una trabajadora social y una jueza que no saben cómo tratarlos. Algo que, tal y como denuncia uno de los personajes masculinos y la misma jueza -interpretada por una discapacitada física- se hace extensible al resto de la sociedad. La mayoría de la gente que ellas definen como “normalizada” pasan del asco a la condescendencia cuando se topan con ellos. En ese sentido cabe destacar que la obra cumple con la denuncia de la novela en cuanto a la falta de integración real de los discapacitados en nuestra sociedad, y lleva a cabo también un hermoso, descarnado y valiente alegato a la libertad de vivir plenamente la sexualidad de las discapacitadas, y por ende de las mujeres.
La puesta en escena de Alberto de San Juan se sirve de un espacio escénico que parte del principio de “menos es más” con una escenografía que gira en torno a algunos sencillos elementos de mobiliario, a cargo de Beatriz de San Juan, una iluminación que roza el expresionismo, diseñada por Raúl Baena y el espacio sonoro de Fernando Egozcue, tan sutil que casi pasa desapercibido.
Con todo ello San Juan se centra en la dirección de actores hasta plantear un collage interpretativo que permite el lucimiento de las actrices principales que van desde la máscara que perfilan con absoluta maestría Pilar Gómez y Carlota Gaviño, al naturalismo repleto de frescura de Anna Marchessi, pasando por la tensión dramática que Estefanía de los Santos imprime a su personaje, uno de los más irreverentes y complicados, dada su verborrea intelectualoide. Nada más que por verlas actuar ya merece la pena ver la obra. Lástima que sus monólogos, tal vez por su fuerte impronta narrativa resulten un tanto cansinos y alarguen la obra más de lo necesario.
Obra: Lectura Fácil
Lugar: Teatro Central 20 de enero
Compañía: Centro Dramático Nacional
Dirección y dramaturgia: Alberto San Juan
A partir de: Lectura Fácil de Cristina Morales
Intérpretes: Desiree Cascales, Carlota Gaviño, Pilar Gómez, Anna Marchessi, Marcos Mayo, Estefanía de los Santos, Pablo Sánchez
Calificación: 3 estrellas