Alejandro Miranda Rodríguez es un escritor sevillano que comenzó con tan solo 8 años en el mundo de la escritura. Desde entonces, sus textos han recorrido revistas culturales, editoriales y concursos de relatos, llegando a convertirse en miembro de CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos). Un estudiante de filología hispánica que publicó su primer libro con 14 años hasta llegar a su publicación estrella hoy en día, Víctor. Es una persona apasionada por los libros y amante de los cuentos clásicos. Lo que más le gratifica de sus publicaciones es la retroalimentación con sus lectores.
Víctor es una historia autoconclusiva que aborda temas tan actuales como la identidad de género, las relaciones sexo-afectivas o la ambigüedad del bien y del mal, de cómo se tergiversan las historias que se cuentan. Es una novela compleja, que requiere de una lectura pausada y de mucha atención. Para él, el protagonista Víctor es “ese fuego simbólico entre la oscuridad y la luz”. Un personaje con muchas capas y profundidades por descubrir.
¿Cómo le surgió la idea de escribir Víctor?
Víctor nació en la época del boom de películas clásicas como Caperucita Roja, Blancanieves, Mago de Oz o Maléfica. Me influencié por todos estos cuentos a la hora de escribir la historia, y me surgió la premisa: “¿Qué pasaría si la historia que nos han contado de Blancanieves no es lo que pasó de verdad? ¿y si la mal llamada «Reina Malvada» se debió a la mala prensa que le dieron al rey por ser gay? ¿era tan malvado como nos han hecho creer?”. A partir de esa idea, intentaba dar visibilidad al colectivo LGTBI y dar voz a esa premisa. El mundo de Víctor es una puerta abierta a nuevas ideas y posibilidades, que antes eran evadidas de alguna forma.
En su libro crea una historia con una perspectiva totalmente diferente a Disney, ¿lo viste como una necesidad de contar algo que nunca se había hecho?
En mi libro quería transmitir que los finales felices no son ni tan fáciles ni aparecen por arte de magia, sino que hay que trabajarlos y ganarlos. Aunque me crie en el mundo tan vasto e increíble de Disney, siempre me ha gustado leer a las fuentes originales de los cuentos, como los Hermanos Grimm o los cuentos de Charles Perrault. Pienso que transmiten un mensaje más claro y entrañable, como el cuento del soldadito de plomo. Tienen una historia más profunda y con más peso que el lavado de cara que hemos querido hacerles a los cuentos, debido a esa infantilización o dulcificación de la realidad.
Usted introduce en la historia la identidad de género, las relaciones sexo-afectivas y la ambigüedad del bien y del mal, ¿son valores importantes para educar desde los libros? ¿hasta ahora eran ausentes en muchas historias?
Sí, son valores muy importantes. En la literatura infantojuvenil tenemos que enseñarles a los más pequeños que la vida no es ni blanco ni negro, sino que es una escala de grises difícil de asimilar. La identidad de género, la orientación sexual y las relaciones sexo-afectivas son factores muy importantes y necesarios para dar visibilidad a ese colectivo. Igual que es importante dar voz a aquellas personas que tengan autismo o dislexia. Yo soy disléxico y muchas veces he padecido la discriminación de no considerarme apto a nivel intelectual. Cuanto más se hable sobre un tema, más visibilidad se podrá dar. Si no le damos nombre a la realidad que nos envuelve en nuestras mentes, es como si no existiera, pero existe, está, lo que pasa que no se nombra.
¿Representa usted, de alguna forma, a personas de la vida real en sus personajes?
Yo diría que de forma inconsciente sí. Todos los que escribimos trasladamos nuestro mundo al papel e incluso, imitamos los gestos de los personajes. El otro día escribiendo el último libro de Víctor hice un personaje que se encogía de hombros y, yo me encogí de hombros sin darme cuenta también. A una obra literaria de ficción se le da forma a la envoltura para ser bella, pero, sin embargo, sigue ligada a la realidad de nuestro día a día.
El libro adentra al lector en el universo de Vórtice, ¿cómo lo describiría?
Vórtice es una tierra de cuentos que está a caballo entre la luz y la oscuridad del ser humano. Quiere mantener la inocencia y la luz, y a la vez, el océano de oscuridad y tenebrosidad que nos envuelve poco a poco. Deja atrás lo primitivo y la naturaleza en aras de lo que tenemos que ser, pero a la vez no queremos serlo.
¿Hablas de tus sentimientos?
En parte sí. Intento plasmar de forma objetiva lo que veo y percibo, sin dejar que mis propios sentimientos se desborden. Pero muchas veces, creando la psicología de un personaje o escenas, los sentimientos me superan. Una parte de mí está en el libro.
En la sinopsis del libro dice: “Serás tú, lector, quien tenga la última palabra”, ¿a qué se refiere?
Me dirijo al lector porque considero que son ellos los que deciden si de verdad todo lo que hace Víctor es lícito. Conforme el lector va leyendo, decide si el personaje ha actuado ‘correctamente’, y si todo lo que sucede ha sido de una forma justificada.
Para mí es fundamental tanto el lector como su opinión, que ellos opinen y debatan consigo mismos. Incluso en mi cuenta de Instagram @Glendeoz, los lectores me expresan sus ideas y sus sentimientos sobre el libro. A mi esto me enriquece y me ayuda muchísimo. Me gusta escuchar a mis lectores.
Tiene pensado que sean 3 historias, ¿podría dar un adelanto de las otras dos historias?
Las tres novelas de Víctor se basan en tres emociones. En la primera trato el lado más emotivo; el odio y la venganza, y la contraparte, una persona tranquila y en paz consigo mismo. En cambio, en la segunda novela reflejo todos los tipos de amor que existen, como sería el amor romantizado, el tóxico o el primer amor. Por último, el sentimiento de perdón de uno mismo y el de los demás también. Muchas veces nos castigamos hasta tal punto que llegamos a convertirnos en alguien con quien no te reconoces al mirarte en el espejo.
¿Propondrá su libro a Disney?
He pensado proponérselo a Netflix por la visibilidad, la representación LGTBI y la identidad de género. Me encantaría y sería una oportunidad estupenda. Aunque, si el libro se convierte algún día en película, pondría como condición poder estar en el casting.
Una historia como la de Víctor, tan importante por los valores que transmite, no debe quedarse en una estantería.