Su título está en inglés como podía haberlo hecho en francés, en italiano, en cualquiera de los idiomas que Ángel Pantoja (Sevilla 1966) domina. El hecho de que se haya decantado por él, supone ya desde el punto de partida, una decisión: porque es el que representa al viejo imperio o al menos hasta que se nos imponga el chino, cualquier potencia que lo haga por las armas o el dinero, si acaso no fueran lo mismo y las armas no fueran necesariamente militares, sino económicas, de cualquier tipo de supremacía o explotación de una persona sobre otra o de sobreexplotación interesada y parcial de la Naturaleza. De cualquier forma, las obras que presenta ahora Ángel Pantoja y el lenguaje que utiliza, es el mismo de las compra-ventas en la sociedad –o el mundo, cada minuto más globalizado- de consumo en que vivimos, el de una sociedad y una era que ha hecho del usar y tirar, su propio lema, el de una sociedad de contrastes en suma, entre la opulencia y la miseria. De eso y mucho más es lo que nos habla esta muestra, de un mundo en guerra, de un cataclismo que es económico y puede llegar a ser –de hecho lo es- planetario y nuclear.

Las obras que expone son collages digitales, en cierto sentido también armas, construidas con una gran panoplia de símbolos personales –únicos y en su caso transferibles para todos los que los quieran utilizar- con los que denuncia precisamente el belicismo, todas las “batallas campales” que ha emprendido contra cualquier tipo de discriminación (las cuestiones transgénero, o como ahora, con los abusos que como veremos, podrían afectar a la civilización entera).

Ocurría igual en frisos románicos, en libros xilográficos, beatos iluminado y bestiarios, por eso para él el arte es una/otra militancia. Él habla de que es un soldado del arte, alguien que sabe o al menos intenta usar la potencia visual de los asuntos que trata y los elementos que incorpora, para que el arte sea también un contrapoder, un poder pacifista que no obstante desafíe a los fácticos que mueven el mundo en pro de sus intereses particulares (sean países o multinacionales). Le diría que también un predicador, hasta cierto punto un profeta aunque sea consciente de que lo que hace sólo son granos de arena frente a la inmensidad del mar/del mal. Al menos, aceptamos con él, que su obra es una toma de conciencia, una llamada que debería tener mayor resonancia para que se sumara mucha gente. Por supuesto los causantes de los desastres ambientales y de cualquier tipo de desigualdad.

Así que uno de los propósitos que tiene esta exposición, es el de la denuncia de unos comportamientos respecto a los diferentes hábitats que formaban el mundo hasta donde nos ha llegado a nosotros. Mundo que lamentablemente se acabará si no detenemos los procesos de destrucción masiva, los costes que supone el despilfarro, la contaminación, la superproducción, las energías sucias, la desforestación,...

Por eso, estas obras son parte de ese activismo ecologista que ejerce, al tiempo que también pueden ser fábulas morales, lo que en el Barroco se conocía como avisos, advertencias, dentro de los significados iconológicos y emblemáticos de las imágenes, en su caso tan explícitas como son los detritus, la basura, pues incluso aquí afirma que encuentra motivos para la belleza al utilizar tonos suaves, al representar la vida, la muerte, la posibilidad de renacer en una especie de poesía del vertedero, de la escombrera, de cualquier tipo de residuos que plasma y con los que estamos esquilmando todo. Electrodomésticos, neumáticos, ruinas flotantes en aguas residuales, construcciones abandonadas como alegorías de lo que puede acontecer si no detenemos en la medida que cada uno podamos, el proceso ante el que no podemos seguir indiferentes. Pero él es optimista, sus collages digitales apuestan por la vida después del desastre a pesar de todo. Por eso la incorporación de abejas, pájaros (no sólo perdices, que por otra parte son el final de los cuentos), individuos, flores, paisajes naturales que contrarrestan el de la previa devastación. Animales y plantas como símbolos de ese tal vez idílico renacer.

Ángel Pantoja prosigue con estas obras dramáticas –también cargadas de humor negro que incorporan- el camino iniciado en esas visiones que en nuestra cultura tuvieron su origen en la Edad Media, precisamente cuando en el cambio al segundo milenio se producía. Como ahora. Casi, porque ahora somos muchos más y los peligros que acechan, mucho peores.

Lo que hace ÁNGEL PANTOJA, es ponernos ante los ojos de la manera más explícita y radical, las consecuencias de lo que va a ser –está siendo ya- la devastación, la desaparición de especies animales, vegetales, del propio ser humano o de cualquier ser vivo en este bello Planeta que de seguir así, se extinguirá no sólo por las cuestiones cíclicas del calentamiento y las glaciaciones, sino porque la contaminación, los gases tóxicos y demás catástrofes devenidas de la pésima utilización de los recursos que hacemos, harán imposible elementos tan fundamentales como es el agua o el aire.

Los negacionistas del cambio climático, tachan de agoreros y neomilenaristas a los que como Ángel Pantoja, queremos una justicia social basada en la equidad, en el reparto de los bienes, en una producción controlada por la ética.

De manera que las obras que ahora muestra al público en una galería sevillana, tienen muchas lecturas. Cada quien puede comenzar por la que quiera. Comienzo por la ambientalista, por la relación que esta tiene con la política, la economía, la ecología, la sociología, la religión incluso.

Una de las vertientes de esta muestra es por tanto la de denuncia de un mundo hostil, egoísta, aniquilador. No obstante él la encuadra en una especie de renacimiento después de la catástrofe: una especie de poesía, literatura, filmografía y filosofía visceral con la que quiere que todo regrese después del cataclismo universal.

El mundo está o ha sufrido una guerra. No una guerra ficción como pueden ser las de KUBRICK, GEORGES LUCAS, SPIELBERG, ... en cuanto distopías como las que hace él con las “Tormentas de bolsas de plástico” o “la Tate de Londres reconvertida en vertedero”, el Atomium de Bruselas arrojando inmundicias, personajes que deambulan ajenos dispuestos en escenarios y que parecen futuristas (si no supiéramos que ese futuro ya está aquí), sino en cuanto a la aniquilación total del Planeta, un mundo de ricos y de consumistas que de no detener el ritmo, sólo contribuirá a que aceleraremos el proceso de extinción masivo.

La elección del Atomiun, no es casual, o si acaso es subliminal, por lo que representa en cuanto núcleo de las partículas elementales, como el hecho de que se construyera en una de las Exposiciones Universales (en concreto la de Bruselas, uno de los corazones de Europa y centro simbólico de la cultura internacional).

Desde este punto de vista, su obra representa un contrapoder, el arte contra la especulación, la también basura que entra en los Museos, Bancos, multinacionales y despachos oficiales, cualquier agente causante de los desequilibrios y de la esquilmación, los poderes que intentan dirigir nuestro pensamiento y acción y ante lo que no nos queda otra cosa que la protesta. En este sentido y también por el lenguaje conceptual que utiliza, es un arte comprometido y político, un “agit-prop”. Paradojas de ser un antiarte dentro del arte. El arte como espejo o imagen del mundo.

Continuando con este punto de vista, la exposición rinde también homenajes a otros artistas para quienes la Naturaleza ha sido importante, bien bucólica o (en concreto MANET o KASPAR FRIEDRICH); a otros como DUCHAMPS que ya empezaron a cuestionarse el papel del arte, utilizando además elementos industriales como su famoso urinario), y otros que pueden pasar desapercibidos pero que por su miniaturismo, cantidad de detalles y simbolismos pueden relacionarlo con El Bosco, su “literatura gráfica”, sus códigos –al igual que hace ÁNGEL PANTOJA- visuales.

Se trata de “collages digitales”, técnica que le permite crear y manipular las imágenes, simular el volumen en 3 D, contextualizarlas, dotarlas de coherencia no sólo formal, compositiva o cromática. Lo cierto es que para llegar a ellas y al impacto que producen, ha hecho un largo proceso de pre y post-producción y aunado toda la serie de conocimientos que ha ido adquiriendo como iluminador, fotógrafo, escenógrafo, guionista, etc., etc. (Continuará, Ángel).