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- Antonio Canales, un profeta en su tierra
Obra: La guitarra canta
Lugar: Teatro Central 29 de septiembre
Baile: Antonio Canales y Matías Campos
Cante: David El Galli y Manuel de la Tomasa
Guitarra: David de Arahal
Percusión: Paco Vega
Calificación: 3 estrellas
Que nadie es profeta en su tierra suele ser un máxima aceptada entre los artistas. Pero no parece regir en el flamenco. Pudimos comprobarlo el pasado viernes con el espectáculo de Antonio Canales, que en todo momento estuvo arropado por un público de seguidores entusiastas y fieles, entre los que se encontraban figuras del baile flamenco que, como Ana Morales o Ramón Martínez y Alicia Márquez, no dudan en reconocer al bailaor sevillano como un referente imprescindible para sus carreras.
Sin duda, Antonio Canales se consagró hace tiempo como una gran figura del baile flamenco, un maestro de cuya fuente han bebido muchos de los artistas del baile flamenco actuales. De ahí que, a estas alturas de su carrera, se pueda permitir un espectáculo que, como su título indica, cede con generosidad el protagonismo a la guitarra. Claro que, para ello, cuenta con toda una joven promesa de la guitarra flamenca: David de Arahal, un joven guitarrista sevillano que va camino de agrandar la nómina de la guitarra flamenca de concierto.
El espectáculo comenzó con un solo de guitarra, una compleja y brillante composición propia de David con aires de granaínas y malagueñas que embelesó al respetable, al igual que a Canales, que hizo su aparición estelar al final del tema cuando, como suele ser habitual en las malagueñas, el ritmo se apoderó de la sonanta y los cantaores Manuel de la Tomasa y El Galli, se echaron un pulso por fandangos abandolaos. Fue el primer baile de Canales, de contundentes golpes de tacón y desafiantes remates que despertaron los primeros vítores y aplausos del respetable, que a partir de ahí no dejó de animar y vitorear al maestro trianero.
Además de los abandolaos Canales bailó también por seguiriyas y soleares, dos palos con los que quiso recuperar el concepto de bailarle a la guitarra y al cante, alcanzado un alto grado de complicidad, tanto con la sonanta de David de Arahal y la percusión de Paco Vega, como con los cantaores, e incluso con el público, al que hizo partícipe de forma directa cuando, inusitadamente, se paró en medio de la solea para saludarle. Y es que, a esas alturas, los espectadores estallaban en aplausos cada vez que Canales hacía un dibujo rítmico con su taconeo o una figura sensual con su braceo y sus quiebros del torso, detalles sublimes que remiten al estilo de baile que le consagró como uno de los grandes y que nos dejaron con la miel en los labios.
Y es que, en este momento de su carrera Canales ha desarrollado un baile mucho más sosegado y colmado de teatralidad, hasta el punto de que no duda en incluir suspiros y expresiones vocales que ahondan en el espíritu trágico de la seguiriya y la solemnidad de la solea. Todo lo contrario que el bailaor invitado, Matías Campos, un jovencísimo (14 años) bailaor malagueño que homenajeó a otro de los grandes, Mario Maya, bailando una cantiña en la que el maestro granadino volcó toda la elegancia y creatividad que llevaba dentro. Matías le puso su sello mostrando una seguridad y un dominio del escenario sorprendente en un bailaor tan joven.
Cabe destacar también a Manuel de la Tomasa, que va camino de hacer los honores a su saga cantaora, y a El Galli, que estuvo soberbio con su cante, tan desgarrador como conmovedor.