Antonio de la Torre vuelve a las salas españolas para meterse de nuevo en la piel de un policía, esta vez uno tan diferente a sus personajes anteriores que habla en francés, que lleva una bala metida en la cabeza que le hace llorar sangre y que acaba de ver cómo su hijo se lanza a las vías ante el convoy de metro que conduce.
Es Leo Castañeda, «un hombre profundamente triste al que mueve únicamente la culpa», según lo define el actor andaluz, feliz de haberse «lanzado» al audiovisual francófono en esta aventura, dirigida por el chileno-belga Giordano Gederlini.
De la Torre confiesa que «tenía un cierto prejuicio» sobre hacer esta película, ya que le apetecía mucho rodar en francés -»ahora ya hablo un poco más, pero cuando empezamos no hablaba más que cuatro palabras», confiesa, pero se le hacía cuesta arriba «un thriller otra vez».
«Y había cosas en el guion que no me acababa de creer, como que el tío tuviera una bala alojada en la cabeza». También le daba miedo «no entenderse» con el director, un belga hijo de inmigrantes chilenos con una carrera como guionista, pero que se estrenaba con «Entre la vida y la muerte»: «podía haber sido una pesadilla», afirma.
«Pero cuando conocí -sonríe ya desde su imagen actual, rubio, repeinado y en forma, tan lejos del extravagante y desgarbado Leo Castañeda-, le di la vuelta a la tortilla»
Y se inventó a Castañeda. «El personaje es un tío que vive entre la vida y la muerte, que tiene mareos, que tiene migrañas, un conductor de metro en Bruselas, que está ‘dejao’, que no se cuida la barba, que está flaco». Así que De la Torre dejó de comer y se puso a hacer carrera todos los días, desvela el director, que solo tiene grandes palabras para el actor andaluz.
Aunque la película arranca con una impresionante secuencia en la que el personaje se descerraja un tiro en la cabeza en una solitaria playa del norte de España, la trama comienza unos años después cuando lleva una vida anodina, convertido en conductor nocturno del metro de Bruselas, donde la vida le llevó en busca de su hijo, entregado a una familia de acogida.
Perdida la pista del hijo, una noche ve cómo el chaval se lanza a las vías al paso del tren que conduce: justo antes de morir le entrega algo que las cámaras del metro registran y que una policía que también atraviesa un momento especial decide investigar: relacionan al chico con un peligroso atraco aún por resolver.
En esta carrera por averiguar qué ha llevado a su hijo a quitarse la vida, este hombre corriente se revela como un hombre bien capaz de defenderse, aunque -como explica Gederlini- «este personaje no es Jason Bourne, a él le dan un golpe y le duele».
«No quiere pelearse, pero sabe defenderse, sabe boxear, al modo un poco de los años 80 en los que un hombre se metía en peleas más realistas; nada de saltos, ni ataques de ejércitos enteros. La pelea tiene que tener una historia», defiende el guionista de la durísima «Los miserables», la película con la que Ladj Ly llegó a los Óscar en 2020.
El belga, que llevaba ya un bagaje largo con historias de componente social y sicológico, explica a Efe que quería meterse en el universo del thriller pero dándole una estructura clásica que le permitiera hacer cosas que, «con un cine más realista no podría».
Así, salpimentada por las historias de la inspectora Virgini (Marine Vacth), la película se recrea en «ambientes oscuros y escenas nocturnas» que el director «quería conservar, pero dándole otra dimensión».
A De la Torre le sigue desde «Balada triste de trompeta», donde hace «un papel muy desagradable, y da miedo además, pero lo mejor es que no te olvidas de su personaje», apunta el director.
Por su parte, De la Torre (Málaga, 1968) lleva varios años regalando con cuentagotas sus memorables actuaciones, después de que hasta Twitter haya bromeado con el hecho de que «hubo una vez en la que Antonio de la Torre no salía en las películas españolas», se ríe.
«Desde 2014 -comenta con Efe-, hago dos pelis al año como máximo»; en 2018 hizo «La trinchera infinita», en 2019, «El plan», y en 2020 la serie «La línea invisible», donde interpretaba al primer policía de la dictadura asesinado por ETA, Melitón Manzanas.
«Me tiré un montón de años que me nominaban por una peli como protagonista y por otra de reparto. Pero es que lo que me ha pasado a mí es de cuento de hadas», se enorgullece el intérprete, once veces nominado a los Goya, ganador en dos ocasiones, «El Reino» (2019) y «AzulOscuroCasiNegro» (2006).