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‘Arcángel San Miguel’ y ‘Santo Ángel de la Guarda’, magníficas obras de La Roldana desconocidas por los sevillanos

Han sido atribuidas tradicionalmente a la célebre escultora y se encuentran en las Descalzas Reales de Madrid

14 feb 2021 / 08:50 h - Actualizado: 14 feb 2021 / 08:50 h.
"Arte","Pintura","Historia","Patrimonio","Catedral de Sevilla","Museo de Bellas Artes"
  •  Arcángel San Miguel (dcha.) y Santo Ángel de la Guarda.
    Arcángel San Miguel (dcha.) y Santo Ángel de la Guarda.

Esta semana la Consejería de Cultura ha presentado públicamente la obra de La Roldana La Virgen de la Leche, adquirida por la Junta de Andalucía para ampliar la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla, la segunda pinacoteca de España. Es un mediorrelieve en terracota policromada, realizado por la escultora sevillana Luisa Roldán en su madurez. Esta pieza se sitúa hacia los años finales de producción de la artista, entre 1689 y 1706, cuando se instaló en Madrid como escultora de cámara del rey Carlos II y posteriormente de Felipe V. Precisamente de la etapa madrileña existen dos exquisitas obras -atribuidas tradicionalmente a La Roldana, pero poco conocidas por los sevillanos-, que se encuentran en el Monasterio de las Descalzas Reales. Se trata del Santo Ángel de la Guarda, situado en una capilla del claustro alto, y del Arcángel San Miguel, ubicado en las dependencias de la infanta Juana (planta baja).

Se trata de dos piezas barrocas de gran calidad, de las cuales ofrecemos sus imágenes, facilitadas por Patrimonio Nacional, ya que está prohibida la realización de fotografías en el interior de las Descalzas Reales. El monasterio tiene visitas guiadas, pero actualmente está temporalmente cerrado.

El Real Monasterio de las Descalzas Reales, en pleno corazón de Madrid, es un espacio museístico en sí mismo, de culto y tranquilidad. También es un lugar único para evocar a los Austrias españoles de los siglos XVI y XVII.

Su fundadora, Juana de Austria (1535-1573), hija menor del Emperador Carlos V y princesa de Portugal, convirtió el originario palacio en el que ella misma nació en un monasterio de monjas clarisas. En este convento doña Juana instaló sus aposentos tras su regreso de tierras lusas y en la capilla que ocupa el mismo sitio en el que vino al mundo descansa su cuerpo.

En estas dependencias de la infanta Juana, en la planta baja (zona Salón de Reyes), donde hay expuesta una corona real, es donde se encuentra la magnífica talla barroca en madera policromada de San Miguel. El arcángel, en actitud dinámica, tiene encadenado al demonio, que se muestra derrotado bajo sus pies; blande una espada flamígera y va vestido de soldado romano con coraza, túnica al vuelo y casco con cimera de plumas. Una composición muy lograda de La Roldana donde el guerrero celestial vence al mal. Es una iconografía inspirada en la escena que recoge el Apocalipsis (12,7) en la que San Miguel, en plena batalla en el cielo, vence a Satanás.

La sociedad barroca profesaba gran devoción a San Miguel y en los conventos era habitual su imagen como símbolo de protección. Además, no hay que olvidar que tanto la monarquía española como la Casa de Austria se habían cimentado pajo el patrocinio del arcángel. Por ello, tiene todo el sentido que la familia real hiciera este encargo a La Roldana.

En el ala norte del claustro alto, hacia la escalera principal, está la Capilla del Santo del Ángel de la Guarda, presidida por una imagen de su titular, atribuida a Luisa Roldán. Las puertas de esta capilla fueron donadas por la infanta Margarita en 1620.

Es una bellísima y cuidada representación del Ángel de la Guarda en la que aparece acompañando a un niño sobre el que posa su mano en la cabecita y le señala al cielo como símbolo de protección. Es una composición barroca de gran calidad, elaborada en madera policromada y estofada, donde destacan las magníficas vestiduras y las enormes alas del Santo Custodio. En otras iconografías, como es el ejemplo de la pintura de Murillo expuesta en la Catedral de Sevilla, el bello Ángel lleva de la mano al pequeño. En cualquier caso, el modelo del Ángel de la Guarda tiene su fuente en las representaciones bíblicas de San Rafael y Tobías.

De la última etapa de La Roldana, ya trabajando con Felipe V a partir de 1700, pertenecen ambas obras, consideradas una de las más destacadas que se conservan en Madrid. Anteriormente la artista había trabajado desde 1692 con Carlos II, monarca que le encargó el San Miguel Arcángel con el diablo a sus pies del Escorial, pieza en la que se dice que la escultora sevillana plasmó su rostro. De esta temática hay que mencionar además los Ángeles con los Instrumentos de la Pasión, depositados en la Colegiata de San Isidro.

Luisa Ignacia Roldán (Sevilla, 1652-Madrid, 1706) es conocida popularmente como La Roldana por ser la hija más aventajada del célebre escultor sevillano Pedro Roldán. Se casó con el también artista Luis Antonio de los Arcos, de menor relevancia profesional que su esposa. La carrera artística la comenzó en Sevilla, luego en Cádiz y finalizó en Madrid donde el mismo año de su muerte fue elegida miembro de mérito de la Accademia di San Luca de Roma. No obstante, pese a su gran prestigio como artista y el gran legado que dejó, pasó grandes dificultades económicas, tanto es así que antes de morir puso por escrito una declaración de pobreza. Persona adelantada a su tiempo, ya que no era común encontrar mujeres artistas en aquellos tiempos, y eximia escultora, dejó una profunda huella en la historia del arte español e internacional.