Arranque clarinetista del ciclo de cámara de la ROSS

Dos obras maestras, dos autores clásicos, dos formas distintas de concebir un quinteto y la impecable interpretación de Infante y el cuarteto para la ocasión (****)

Foto: Guillermo Mendo

Foto: Guillermo Mendo / Juan José Roldán

Juan José Roldán

Una generosa afluencia de público y una sala, el Espacio Turina, que revalidó sus magníficas prestaciones para la música de cámara, además de demostrar una vez más sus estupendas condiciones de insonorización (fuera había una estruendosa alegría debida a la carrera popular infantil del Distrito Centro que ni se notó), sirvieron de escenario para el arranque de un nuevo ciclo de música de cámara, y van treinta y tres, de la mano de los maestros y maestras de la Sinfónica de Sevilla. En formación de quinteto, los y las músicas exhibieron su permanente y en parte muy justificado inconformismo con la gestión económica y artística de la orquesta, en forma del lamentablemente familiar lazo verde que hace varias temporadas les acompaña. Su calidad y las satisfacciones que después de tantos años siguen regalando a la melomanía hispalense, merecen un trato acorde y una mayor atención por unas administraciones a menudo demasiado dispersas y distraídas, por no decir directamente desconectadas de la realidad.

En estas condiciones, el concierto inaugural de esta nueva temporada concentró dos obras maestras absolutas de la música para clarinete, las dos clásicas e inspiradas ambas por sus destinatarios, Heinrich Baermann, solista de la Orquesta de la Corte de Munich, en el caso de Carl Maria von Weber, y el virtuoso Anton Sadler en el de Mozart. No es ninguna novedad ofrecer ambas piezas en un mismo programa, sin que eso afecte al inmenso placer que provoca disfrutarlas. Además, perteneciendo al mismo período artístico y género, combinarlas así nos sirve para apreciar las formas tan distintas que uno y otro autor tuvieron al crearlas. Mientras Weber concibió su quinteto como un concierto en el que el clarinete ejerce claramente de solista, arropado por el resto del conjunto, Mozart lo integró plenamente con la cuerda, ofreciendo a cada instrumentista oportunas ocasiones de lucimiento.

La interpretación fue en todo momento impecable, medida al milímetro y dejando clara una absoluta compenetración y una sana complicidad sin exhibicionismos superfluos. Domínguez Infante se tuvo que emplear a fondo en la obra de Weber, pues su participación es prácticamente omnipresente, funcionando el resto como colchón ideal, a pesar de algún momento aislado de lucimiento por parte de Farré y Baraviera. Destacó el dúctil fraseo del clarinetista en el hermoso adagio, salvando con nota esas fulgurantes escalas en las que tiene que pasar del registro más grave al más agudo en apenas unos segundos. El conjunto acertó con el minueto a dotar la página del humor necesario, mientras resolvieron al galope, con una diabólica agilidad comandada por el esforzadísimo solista, el allegro final, todo un despliegue de virtuosismo magníficamente resuelto. Con Mozart el diálogo es más evidente, la integración también, por eso Infante se colocó en medio, mientras con Weber lo hizo al extremo derecho. Aquí el instrumento se desenvuelve más en el registro grave, explotando a fondo todas sus posibilidades tímbricas y expresivas, manteniendo junto a la cuerda ese espíritu tierno y feliz que caracteriza la obra, todo lo cual fue perfectamente apreciable en el conjunto, sin duda debido al empeño y duro trabajo desplegado por sus integrantes. Así pudimos disfrutar con el refinado aire nocturno del larghetto, el carácter bucólico y pastoral del minueto y las exuberantes figuraciones del allegretto final, todo un alarde de alegría perfectamente plasmado por el conjunto y cada solista en particular, con Kerner armonizando y Boiso replicando en preciso contrapunto con el resto de sus compañeras y compañeros.

La ficha

ROSS ****

1er Concierto del XXXIII Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Miguel Domínguez Infante, clarinete. Alexa Farré Brandkamp y Uta Kerner, violines. Ariadna Boiso Reinoso, viola. Claudio R. Baraviera, violonchelo. Programa: Quinteto para clarinete y cuerda en si bemol mayor Op. 34, de Weber; Quinteto para clarinete y cuerda en la mayor KV 581, de Mozart. Espacio Turina, domingo 23 de octubre de 2022

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