Ver nuestra realidad reflejada en la vida y obra de Federico García Lorca. Es el punto de partida de esta nueva propuesta de Barco Pirata, todo un tesoro teatral, que consagra a Sergio Perís-Mencheta y a Juan Diego Botto como a dos figuras señeras de nuestro teatro contemporáneo.
Antes de abrirse el telón, y a manera de guiño con la polémica sobre la libertad de expresión que caldea estos días el ambiente, Juan Diego Botto se dirige al público para gastarle una broma que no tarda mucho en desmentir, lo justo para sembrar la duda. De esta manera, nada más comenzar la función el actor ya había desbaratado los mecanismos de defensa del espectador, lo que sin duda facilita la entrada en escena del insigne poeta granadino, que se dispone a compartir algunos aspectos desconocidos de su vida, como las frustraciones y vejaciones a las que se vio sometido por su condición sexual; la indignación que le proporcionaba la desigualdad social; su empatía con los pobres, a los que se propuso acercar el teatro para darles un arma con la que alzar su voz, o las razones que le llevaron a volver a casa en un momento en el que todos le aconsejaban que cruzara la frontera.
En ese sentido cabe destacar que, aun cuando el monólogo gira en torno a la historia que el poeta nos cuenta en primera persona, huye de lo narrativo para adentrase de lleno en lo teatral. Para ello Juan Diego Botto construye la dramaturgia como una suerte de puzzle en el que algunos fragmentos de artículos y conferencias del insigne escritor se ensartan con otros de sus obras teatrales y sus poemas. Todo ello da lugar a un relato dramático impregnado de poesía que, curiosamente, nos sitúa de lleno en nuestra realidad actual poniendo en solfa algunas cuestiones que, como la discriminación por la condición sexual o la memoria histórica, están a la orden del día.
Se trata, sin duda, de una dramaturgia que roza la excelencia y alcanza su culmen con la puesta en escena de Sergio Perís-Mencheta cuyo espacio escénico, tan dinámico como simbólico, define una curiosa paradoja, esto es, imprimir al monólogo un ambiente acogedor y sobrecogedor a un tiempo. Para ello se sirve de una fastuosa e imaginativa escenografía, a cargo de de Cuart Allen Wilmer, una iluminación rica en detalles, diseñada por Valentín Álvarez y la música de Alejandro Pelayo, que cumple con su función de elevar el potencial emotivo de la obra sin grandes alardes, solo con un recorrido musical que juega a colarse por los intersticios de nuestra memoria colectiva.
Aunque quizás lo más destacable es que todo ese derroche de imaginación y maestría está plenamente al servicio del lucimiento de Juan Diego Botto, quien nos brinda una actuación tan soberbia que casi llegamos a creernos que el poeta ha resucitado para charlar un rato con nosotros.
Obra: Una noche sin luna
Lugar: Teatro Central, 21 de febrero
Compañía: Barco Pirata
Texto e interpretación: Juan Diego Botto
Dirección: Sergio Peris-Mencheta
Diseño de escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer
Calificación: 5 estrellas