Con 12 años descubre su amor por la poesía. Fue en la biblioteca que tenía su madre al leer a Jorge Luis Borges. «Entre mi amor y yo han de levantarse/ trescientas noches como trescientas paredes/ y el mar será una magia entre nosotros». El «relámpago», dice, que le causaron aquellos versos le llevó a zambullirse de lleno en la rima y, en concreto, en la obra de un escritor que ha leído e investigado hasta encontrarse con «el poeta que trabaja continuamente» al margen del «intelectual, famoso o frío» que construyeron expertos y eruditos del momento. Durante seis intensos años, la también escritora argentina Claudia Capel ha trabajado únicamente sobre la palabra de este maestro del lenguaje para dar con un ‘Borges invisible’ y desconocido por el público en general: «cercano, muy sencillo e incluso tierno» que mantuvo una relación de «felicidad» con Sevilla, a la que «siempre tuvo un gran cariño».

Nacida en Buenos Aires y «adoptada por Sevilla». Así se define, ¿qué le trae a este lado del Atlántico?

Es la segunda vez que vengo a Sevilla. Me enamoré de un sevillano en los años noventa, que es el padre de mi hija -que es sevillana-, y luego cuando me separé, marché a Buenos Aires. Estuve allí unos doce años y ahora estoy aquí de vuelta. Es decir, ¿qué me trajo? El amor. Aunque no hay que olvidar que tengo tres abuelos andaluces, de Almería; y una abuela francesa. Al final, yo fui un puente: estuve un rato en Argentina pero tengo mucha Andalucía en el cuerpo. Siempre me ha fascinado esta tierra, su gente, su manera de vivir, la alegría...porque al final problemas tenemos todos pero aquí se llevan de otra manera. Y eso se agradece.

Poeta, traductora, gestora cultural... ¿con qué faceta profesional se siente más identificada?

Poeta, sin duda. Lo que pasa, que de la poesía no se puede vivir. Es la última de la fila, pobrecita. Trato de impulsarla en todo lo que es y se puede, pero es complicado. Doy talleres literarios, colaboro con exposiciones también literaria... Aquí hemos hecho unas cuantas: en Sevilla, Córdoba, Cádiz... en colaboración con el museo de escritores de Madrid y la Fundación Cajasol. Por suerte también existen los aniversarios para evitar que los grandes autores de las generaciones literarias caigan en el olvido.

¿Cuándo y cómo surge su pasión por la poesía?

Me doy cuenta como a los 12 años de que a mí me pasa algo con la poesía y con las letras en general. Fue cuando leí a Borges por primera vez. Mi madre tenía en la biblioteca su obra poética. Me acuerdo que leí el poema ‘Despedida’, de su primer libro: ‘Entre mi amor y yo han de levantarse/ trescientas noches como trescientas paredes/ y el mar será una magia entre nosotros’. Yo dije: ‘Guau, ¿qué es esto?’. Me encantó. Ahí me entró el bicho, y empecé a leer a otros poemas y a otros autores. Me gusta la poesía de verso libre en general, la poesía japonesa me fascina y luego autores concretos, como Bécquer, los Machado, Alexandro, Cernuda, Juan Ramón, la Zambrano, Alberti o Lorca. Pero sí, es cierto que leer aquello a tan temprana edad me produjo un relámpago.

¿Qué le hace sentir ese «relámpago» a la hora de leer la obra de Borges?

Me llama mucho la atención cómo utiliza el lenguaje. Se aprende mucho. Sobre todo, la síntesis y el estilo directo que emplea. Es decir, a Borges no le sobra una palabra.

¿Qué tiene de actualidad la poesía de Borges?

El mensaje directo. Esa capacidad de decir algo muy importante o muy bonito en muy pocas palabras y de manera muy clara. Hoy se utiliza mucho, por ejemplo, en las redes sociales: cuanto más síntesis tengas y más directamente comuniques las cosas, mejor te va a funcionar. No hay que olvidar que hay cierta tendencia, sobre todo, los que hablamos español a meter mucha palabra innecesaria para decir las cosas. Creo que lo que se aprende de Borges, fundamentalmente es esa síntesis maravillosa. Que no te sobre un montón de palabras para decir algo.

El próximo jueves 26 de septiembre presenta en Sevilla obra ‘Borges Invisible’ (El Desvelo Ediciones y Última Thule), ¿qué novedades aporta sobre este Premio Cervantes?

No lo he conocido personalmente, aunque sí he conocido y conozco a su viuda, María Kodama, con la que he colaborado durante casi siete años en la dirección de las revistas Fundación Borges. También me he acercado mucho a su universo, a su biblioteca... He visto su habitación. Tan pequeña, tan austera con una cama igualmente pequeña. Si lo lees verdaderamente y escuchas sus entrevistas, te das cuenta de que ese Borges público y famoso del que se habla no se parece en nada a él. Por eso esta biografía ‘Borges invisible’ para contar otro Borges: una persona muy cercana, muy sencilla, incluso muy tierno. Creo que más verdadero porque él se sintió invisible toda la vida. Fue una persona muy sensible, muy tímida y que tuvo que superar muchos obstáculos: como la ceguera, que le llega a los 55 años, justo en el momento en el que lo nombran director de la Biblioteca Nacional. Por eso escribe en el poema de ‘Los dones’, que le dieron a la vez los libros y las noches, que cuando estuvo rodeado de libros no los podía ver. Y, de otro lado, la tartamudez que le viene cuando comienza con su universo de conferencia. A pesar de todo, nunca dejó de escribir. Murió a los 86 años y hasta un año antes publicó un libro.

En unos de los capítulos expone la hasta ahora desconocida relación de Borges con Sevilla, ¿qué ha descubierto sobre ello?

El hilo conductor de este libro es la poesía. He trabajado mucho sobre su propia palabra. Podría decirse que el libro empieza cuando ese niño descubre a los ocho años que nació poeta, y su padre le recita ‘Oda a un ruiseñor’ de John Keats y él dice: ‘Qué pasa con esto?’ Luego, uno de los capítulos destacados es el que hace mención a su relación con Sevilla. Otra cosa que se olvida sobre Borges es Sevilla. Que ha sido muy importante para él. Se tiende a crear un Borges que se lo lleva a lo anglosajón pero aquí, en Sevilla, le ocurrieron cosas muy importantes, aparte de que quería muchísimo a Andalucía, y Andalucía también lo quería mucho a Borges. De hecho, en uno de los muros de la Alhambra hay un poema de Borges. No hay muchos poetas que tengan ese honor. Cuando tenía 20 años estuvo aquí, en Sevilla, con su familia y los ultraístas, se acercaron a Borges. Pienso que no tanto por él, sino por su hermana, Nora, que era pintora, muy sensible... y Adriano del Valle se enamoró locamente de ella. Entonces ahí los ultraístas se reunían con los Borges y la revista ‘Grecia’ publica por primera vez un poema a Borges. Esto hace justamente ahora un siglo: en 1919 se publica el primer poema de Borges, y es aquí, en Sevilla. Se llama ‘Himno del mar’, y está dedicado justamente a Adriano del Valle. Luego a través de los ultraístas conoce al sevillano Rafael Cansinos Assens, que lo considerará su maestro durante toda la vida. Es de las personas que Borges más ha admirado. Todo eso se dice poco aunque siempre lo nombra en sus entrevistas. A través de Cansinos conoció también la cultura hebrea, que es tan importante en su obra. Siempre le tuvo un gran cariño a Sevilla. Más tarde, volvió a estar aquí dos años antes de morir. Fue 1984 para un congreso de literatura fantástica. Yo lo cito mucho, porque es cuando él habla de la manera más personal de Sevilla: de su Sevilla. Sevilla ocupa mucho espacio en el libro porque yo creo que es así. En su juventud, por ejemplo, en Triana, en las noches trianeras y la luz como daba en el Guadalquivir... Yo cito uno de los poemas ‘En el puente del Altozano’... Siempre recordó a Sevilla con mucha felicidad. Pensad con 20 años, todo ese grupo de surrealistas por Triana, no? Imagínate.

¿Qué mensaje último quiere transmitir al lector de su libro?

Que le apeteciera leer a Borges o releerlo; y, sobre todo, acercarlo a Borges, que no era solamente el que escribía los cuentos, sino que un gran poeta.

Nacida en Buenos Aires, adoptada por Sevilla, poeta, traductora y gestora cultural. Claudia Capel es Premio Juan Crisóstomo Lafinur por su libro ‘Animalidad’. Es autora también de los libros de poesía ‘Diario de la tierra’, ‘Corazones y maletas’ y ‘Trigramas’. Ha sido directora de las revistas literarias de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, Prisma y Proa, entre 2010 y 2017. En su currículo figura también haber sido autora de los talleres de poesía y creación literaria Ars Poética y de la antología ‘Una flor todavía’ (Fundación Cajasol, 2019). Coordinadora de muestras literarias con el Museo del Escritor como ‘El infinito Borges’, ‘El universo de Julio Cortázar’ y ‘Cronopios en Sevilla’ y ‘Los nuestros: un puente de palabras’. Ahora llega con una nueva publicación bajo el brazo: ‘Borges invisible’, que se puede conseguir ya en los portales de venta on line y desde el día 23 de septiembre en las librerías. La portada de la obra ha sido un regalo del ilustrador malagueño Ángel Idígoras. Se trata de «una portada envolvente» que, según Capel, «refleja muy bien al ‘Borges invisible’” porque están sus principales símbolos: «La doble flor, que simboliza la doble bifurcación, ese Borges que se bifurca; la tortuga y la flecha de sus paradojas, el tigre, el laberinto... Ángel me ha hecho un gran regalo», concluye agradecida la escritora.