Pintura

Carmen Calvo en la galería Rafael Ortiz

¿Cuántas cosas se habrán dicho y escrito ya sobre la obra de Carmen Calvo, esta original y sugestiva autora (Valencia 1950), cuyas obras siguen asombrando?

25 sep 2019 / 08:07 h - Actualizado: 25 sep 2019 / 08:10 h.
"Pintura"
  • Carmen Calvo en la galería Rafael Ortiz
  • Carmen Calvo en la galería Rafael Ortiz

Esperamos las muestras individuales que viene haciendo desde hace 5 años en la Galería RAFAEL ORTIZ (hasta el 9 de noviembre), como si fuera agua de mayo porque sabemos que siempre va a sorprendernos con nuevas creaciones, porque sabemos que no defraudará, que unos nuevos “cuentos”, “películas”, “novelas”, “relatos” o “teatros” nos estarán esperando en cada una de las obras que presenta ahora. Y no, no es porque su obra pueda definirse como literaria. No lo es porque somos nosotros, cada uno que se detiene delante de ellas, los que construimos las historias a partir de los indicios que deja en cada caja, en cada fanal, fotografía, dibujo, grabado o postal que ha manipulado.

Tampoco es exactamente porque nos atraiga personalmente lo conceptual (con lo que tanto se identifica quien esto firma), ni porque alguien intente ver en sus obras algún atisbo común entre su biografía y las obras. o mejor, entre su biografía, sus obras y las nuestras por cuestiones tales como pueden ser simplemente las generacionales, todo eso subliminal e inaprensible de lo que también estamos hechos (los juegos, las casas, los colegios, las celebraciones públicas y privadas, puede que los duelos que habitamos,...), y no es así. Su obra seduce porque hay algo que inquieta, que interroga, que deja abierto en suspense y que por lo tanto perturba.

Exvotos, fetiches, bibelots, souvenirs, objetos habitados alguna vez por alguien, sacados de su contexto y que ahora, recopilados, ensamblados, unidos a los otros, se convierten en símbolos parlantes, imágenes que ha conectado para que definan lo que quiere contarnos y que puede que tengan algo que ver con la realidad, pero sobre todo con la imaginación, con la ficción.

Pero: ¿de qué?,¿de qué nos están hablando ahora estas obras de CARMEN CALVO?, ¿de ella misma?, ¿de un tiempo pasado que quiere disecar?, ¿de un museo o colección que se va disipando en la misma medida que lo construye?, ¿de una religión politeísta y laica?, ¿de una serie de sueños, de situaciones oníricas?, ¿de un mundo que proviene desde su infancia, juventud, madurez, de cada etapa por la que ha ido atravesando?, ..., y ¿qué y por qué?, ¿qué es lo que nos cuenta?, ¿Qué es lo siente o quiere que sintamos con una serie de conexiones antisurrealistas, porque aquí cada objeto no ha sido encontrado –o no sólo encontrado- sino buscado, intencionadamente dispuesto el uno junto a otro, junto a los otros.

Y sí, es la vida de esos objetos y de los seres que los habitaron los que están como flotando en el aire mientras los miramos. Por eso perturba y atrae como sólo pueden hacerlo los ecos, los fantasmas, las huellas de lo que pasó en sus días y lo que pasa ahora, en la nueva vida que ella les otorga.

Una figura de cera con un candelabro en la cabeza o un pie sobre una caja de limpiabotas, un expositor de collar de una joyería con una serie de ojos amontonados multiplicando sus miradas calladas, detenidas en un instante preciso, unos retratos anónimos de personas que posiblemente estén ya ¿muertas?, no pueden tener otra lectura sino la del humor negro, la de una risa siniestra, pero risa al fin y al cabo. Risa y sonrisa espectrales, que vienen de muy lejos, que nos vienen del Más Allá como en cualquier film siniestro. La belleza de la decadencia.

CARMEN CALVO se pasa –eso es lo que transmite- una gran parte de su trabajo creativo, visitando mercadillos, tiendas de antigüedades, ferreterías, tiendas de objetos de culto, de “los 20 duros”, de disfraces,...Para ella son auténticos tesoros. Afortunadamente, también para nosotros porque nos permite jugar, entrar en desazón, dejarnos atrapar en sus escenificaciones, porque como ella sabemos, que somos nosotros los que estamos debajo del cristal, dentro de las urnas y fanales.

GOYA, STEPHEN KING, TIM BARTON, las “lúcidas alucinaciones” de DALÍ, ALICIA, FRANKEINTEIN,...nos esperan, o bueno, CAPERUCITA y BLANCANIEVES. Pero atención a sólo dos de sus títulos: “Y el otro lado suspira” y “En la morada aborrecible”. Después de esto, sólo me queda decir: “PASEN Y VEAN”.