Correspondencia de mentiras para explicar el mundo

El prolífico y todoterreno editor Pedro Tabernero publica un delicioso libro en formato de sello de correos en el que 150 pintores de 14 países trazan lo que alguna canción sobre la mentira les inspiró al otro lado de su verdad artística

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
20 jun 2021 / 10:00 h - Actualizado: 20 jun 2021 / 10:10 h.
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Que la palabra arte esté profundamente emparentada con artificio y esta a su vez con engaño no libera al resto de las disciplinas de ninguna sospecha de alejarse de la autenticidad, pues, como dejó dicho Picasso -aquel desmitificador de la inspiración-, el arte es “la única mentira que nos acerca a la verdad”. Con esa premisa, y partiendo de una canción de Leonard Cohen, el inquieto editor sevillano Pedro Tabernero se lanzó a uno de sus atrevidos proyectos para aunar en un libro que fuera como una carta abierta, o como el sello que llevaban esas cartas en peligro de extinción –tal es su formato- unas cuantas mentes lúcidas que vinieran del mundo de la política, de la literatura, del arte, de la medicina o el derecho –tanto daba, porque todo es artificio- y nada menos que a 150 artistas plásticos de 14 países distintos para componer un gigante collage en formato de bolsillo que explicara desde todos los lenguajes posibles ese común denominador del mundo que va en aumento: la mentira. El libro acaba de salir, en la colección Osimbo -donde Tabernero ya publicó otras muchas aventuras suyas- y se titula Dados Cargados / La Mentira.

 Correspondencia de mentiras para explicar el mundo

El libro demuestra enseguida su musical vocación multidisciplinar no solo porque en la introducción recuerde ya Tabernero la canción de Cohen donde empezó todo (“Todo el mundo sabe que los dados están cargados / todo el mundo sabe que el barco se está hundiendo / todo el mundo sabe que el capitán mintió”), sino porque en el resto de sus 180 páginas desfilan las propuestas de ese centenar y medio de artistas de todo el mundo basadas en alguna canción inspirada precisamente en la mentira.

Luis Manuel Fernández, por ejemplo, pinta sus sellos acordándose de la canción Mentira de Manu Chao; y Eva del Fraile hace lo propio con Es mentira, de Joaquín Sabina, y así el repertorio es brutalmente diverso, porque, repasando el libro, uno descubre enseguida que la mentira, como asunto, no es consustancial a este género o a aquel, sino al mundo. Música y letra que versaban sobre mentiras o medias verdades cantamos desde pequeños con aquella inolvidable “Vamos a contar mentiras, laralá” pero también gente tan distinta como Javier Krahe, Camarón de la Isla o Elvis Presley nos inculcaron para siempre algún estribillo mentiroso, y por supuesto figuras como Carlos Gardel, David Bowie, Silvio Rodríguez, Ella Fitgerald, Marc Anthony, Chavela Vargas, John Lennon o Franco Battiato. El repertorio musical es tan amplísimo como el de los artistas que aquí pintan, con absoluta libertad creativa y usando cualquier técnica –desde el carboncillo a la acuarela pasando por el pastel- para representar una impresión, un rechazo, un sentimiento o un recuerdo.

 Correspondencia de mentiras para explicar el mundo

Quizá el único artista que no echa mano de una canción en todo el libro, aunque nos resuene algún mustio pasodoble, sea el dibujante satírico Andrés Rábago, más conocido como El Roto en su faceta de viñetista y que aquí aporta doce sellos iguales con un toro de lidia al que le han colgado unas ubres. Uno tiende a buscar las diferencias. Es difícil torear a la mentira. Seguramente porque, como apunta el propio Tabernero, “antes, cuando cogían a un mentiroso, lo normal era que se avergonzara, pidiera disculpas y, si se trataba de un personaje público, hasta que presente su dimisión, pero desde que el poder comprobó que se podía mentir al mundo entero sin que pasara nada (...), la mentira y los mentirosos decidieron campar a sus anchas. (...) Mentimos como bellacos porque la mentira está en el aire y todo nos invita a mentir. Engordamos los currículums, fingimos ser encantadores para ligar cuando en realidad somos unos ogros, las redes sociales son nidos de farsantes...”.

Bulos, falacias, intoxicaciones

Sí, como están de acuerdo en afirmar personajes de tan diversos mundos como el político Alonso Guerra, el abogado Javier Gallego, el filósofo Emilio Lledó, la arquitecta Ana Yanguas, el psiquiatra Francisco Yanes, el neurocirujano Francisco Trujillo o la investigadora Historia del Arte Amparo Serrano, que reflexionan en las primeras páginas a petición de Tabernero, este libro “nace del hartazgo de mentiras, bulos, falacias, intoxicaciones y manipulaciones de todo tipo y condición con que nos bombardean a diario”. Y cada cual lo hace desde su posición. Llaman la atención incluso las paradojas que algunos nos descubren, como el médico Trujillo cuando nos recuerda que ahora es obligatoria la verdad médica, o sea, ese consentimiento informado para el que ya no sirve la amortiguadora y antes aceptada mentira piadosa que contribuía evitarle más sufrimiento al enfermo. El mundo ha cambiado tanto, que al médico no se le consiente ninguna mentira, ni siquiera para hacer un bien, y sí, por supuesto, al político, y a diario.

El libro, por tanto, no solo se lee y se relee, sino que se mira y se remira, invita a paseos en distintos órdenes y a distintas horas del día o de la noche, porque cada una de sus coloridas propuestas pictóricas nos atrapa un rato con su diversidad de interpretaciones desde el realismo más incómodo al surrealismo más explícito, pasando por el minimalismo o el impresionismo, el trazo del cómic o del collage, la acuarela abstracta u onírica, el pop art o la serigrafía publicitaria. Todo vale como todo le vale a la mentira en todas sus dimensiones.

El último libro de un químico humanista

Quedan pocos tipos como Pedro Tabernero, más que un escritor, un hacedor de libros como a él le da la gana. Tal vez que se licenciara en Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla justo después del Mayo francés haya contribuido a su atrevido e insaciable eclecticismo. Tabernero, dedicado al medioambiente y a las energías renovables desde en empresas públicas y privadas, produjo alrededor de doscientas publicaciones para la Caja de Ahorros de Sevilla después de dirigir en los años 70 aquellas Jornadas de Arte Contemporáneo y Medios de Comunicación por donde desfilaron los intelectuales más relevantes del momento. Asesoró y dirigió gráficamente los carteles y la mascota de la Expo’92 y luego se ha dedicado a construir libros preciosos, distintos, llamativos, siempre partiendo de una idea genial, como los que integran esa serie de poetas y ciudades que paseó a Lorca y a Juan Ramón Jiménez por la misma Nueva York por la que uno hizo su catarsis personal y el otro su luna de miel; o el Buenos Aires de Borges, la Málaga convertida en paraíso a la sombra de Aleixandre, o la Sevilla de Cernuda en Ocnos. Tabernero editó también aquella ambiciosa serie de La Andalucía de... gracias a la que otros tantos escritores y dibujantes tuvieron la posibilidad de mostrar todo lo que sabían sobre Hércules, San Isidoro, Séneca, Maimónides, Ibn Jaldún, Hernán Cortés, Cervantes, Velázquez, Arias Montano, Diego Corrientes o Mariana Pineda, entre otros muchos personajes, todos ellos tan verdaderos como este libro acerca de la mentira que ya es una realidad.