De noche en El Real Alcázar: una visita de fábula

Teatro Clásico homenajea a Magallanes y al ‘V Centenario de la vuelta al mundo’ con un sugerente y delicioso recorrido nocturno teatralizado por el Real Alcázar sevillano

10 jul 2020 / 17:29 h - Actualizado: 11 jul 2020 / 13:54 h.
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Desde luego, no cabe duda que poder visitar el Real Alcázar de Sevilla por la noche supone todo un privilegio, sobre todo ahora que la maldita pandemia obliga a reducir los grupos a 20 o 25 personas como mucho. Y si además nos encontramos con unos guías tan singulares como los intérpretes de la compañía Teatro Clásico de Sevilla, liderada por Juan Motilla y Noelia Díez, la visita se convierte en un recorrido de fábula. Un mágico viaje al pasado por este emblemático monumento que, de alguna manera, define la historia de nuestra ciudad.

No en vano, desde su construcción, El Real Alcázar llegó a ser una suerte de micro-estado con una buena nómina de empleados y jurisdicción propia. De ahí que Magallanes se dirigiera allí para obtener el favor del rey, sobre todo teniendo en cuenta que en aquella época el teniente alcaide de los Reales Alcázares era el Comendador de la Orden de Santiago, Diego Barbosa, que al parecer era pariente suyo.

Todo ello nos lo cuentan los propios protagonistas, Fernando de Magallanes y Beatriz Barbosa. Nos reciben al comienzo de la visita en el Patio de los Leones, donde Fernando nos habla de la importancia de las especias. Aparece Beatriz y nos lleva a la Sala de la Justicia, donde fue asesinado D. Fadrique a manos de su hermano. Y de allí pasamos al patio del Yeso, donde Fernando y Beatriz nos cuentan su historia de amor, un breve romance que en poco tiempo culminó en matrimonio. Tras dos años en Sevilla con los preparativos de su expedición, Magallanes se dispone a partir con sus naves a Sanlúcar de Barrameda, donde comenzará su expedición. Se despide de nosotros en el Patio de la Montería, a las puertas del Palacio de Pedro I y nos deja allí con su esposa acompañada de su prima, la Marquesa de Avellaneda. Con ellas nos adentramos en los misterios de palacio y sus dependencias más significativas: el Salón de Embajadores, la Sala de los Infantes, el Patio de las Muñecas y el de las Doncellas, el Jardín de Troya y el de la Danza, el Estanque de Mercurio... A medida que la belleza de esos lugares, ensalzada por la iluminación de Florencio Ortiz, nos va subyugando, la dramaturgia de Alfonso Zurro, quien además de asumir la autoría del texto se encarga también de la dirección escénica, retrata a los personajes como seres reales que juegan con llevarnos a un pasado que para ellos es presente. Un tiempo que abarca los más de tres años que duró la aventura de Magallanes, quien no llegó a ver cumplida su vuelta al mundo.

De noche en El Real Alcázar: una visita de fábula

El recorrido se ve enriquecido con algunos números de danza, a cargo de la bailarina Irene Barrera, que aparece en el patio de las Doncellas, cual Isadora Duncán, bailando con un vaporoso vestido blanco al son de la música renacentista que toca en directo Chiqui García, en uno de los momentos más dramáticos de la historia. Para compensarlo aparece en escena el cronista Pigafetta, un personaje que Joserra Muñoz tiñe con su característica vis cómica aligerando la carga dramática de los sucesos que le tocará contar al final del recorrido. Antes de ello el espectáculo nos regala un momento de esteticismo preciosista en Los baños de María Padilla, que se encuentran en una cámara subterránea situada debajo del patio del Crucero.

Cabe destacar la fidelidad a los hechos históricos de la dramaturgia, que mantiene un ritmo ascendente atrapando con facilidad la atención del espectador. Claro que, para ello, Zurro cuenta con la maestría y el dominio de los intérpretes:-

+ Nestor Barea como Magallanes, Alicia Moruno como Beatriz, Gina Escámez como la Marquesa de Avellaneda, Nacho Bravo como el marinero Juan Aguilar y Joserra Muñoz como el cronista Antonio Pigafetta.