Cine

El cineasta sevillano Alejandro G. Salgado triunfa en el 52º Festival de Cine Documental de Cádiz

El director se ha hecho con la ‘Caracola’ a la Mejor Película en Alcances, por un documental sobre los jóvenes Menas que se esperanzan con llegar a España en un tiempo sin tiempo captado por “todos los recursos del lenguaje audiovisual”

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
05 oct 2020 / 16:07 h - Actualizado: 05 oct 2020 / 16:16 h.
"Cine","Arte","Historia","Series","Física","Laboral","Historia","Fotografía","Humor"
  • Alejandro G. Salgado con el premio. / El Correo
    Alejandro G. Salgado con el premio. / El Correo

Alejandro González Salgado (Los Palacios y Villafranca, 1982) lleva como una década triunfando entre los jóvenes valores del cine andaluz. Ha hecho de todo un poco, desde largos hasta series y spots publicitarios, pero está claro que si hay un género del séptimo arte que lo ha atrapado es el del documental. En 2013 obtuvo el Premio ASECAN al mejor corto documental por El desorden de los sentidos. Tres años más tarde, ya desde la productora de la que es socio y cofundador, La Maleta Films, cosechó diversos premios nacionales e internacionales con un documental -Bolingo. El bosque del amor- que le abrió definitivamente las puertas de su preocupación artística por ese portón que para buena parte del mundo árabe supone el Mediterráneo. Aquel documental planteaba en 2016 el modo en que diferentes mujeres subsaharianas pagaban el precio de su viaje a un nuevo mundo, este, con el precio de la maternidad, aunque en la mayoría de los casos fuera fruto de una violación.

Pero ha sido Barzaj, su último film, el trabajo con el que el director palaciego ha terminado de consolidar su perfil de observador de ese mundo eternamente esperanzando en el otro, de cineasta poemático, de director conductista que deja que la propia realidad real se convierta en lírica de quien mira, en densa obra de arte de quien la retrata sin intervenir en ella salvo por las luces intencionadas de quien lanza una mirada cargada de compasión reprimida.

El cineasta sevillano Alejandro G. Salgado triunfa en el 52º Festival de Cine Documental de Cádiz
Alejandro G. Salgado con el premio. / El Correo

Lo ha dicho el jurado que le ha concedido este pasado fin de semana la Caracola a la Mejor Película de la 52ª edición de Alcances, el festival de cine documental de Cádiz: “Ha sido capaz de poner todos los recursos del lenguaje audiovisual, con una fotografía oscura y un excelente diseño sonoro en los que el paisaje se diluye hasta casi llegar a la abstracción, al servicio del drama que viven las personas que sueñan con migrar a Europa con la esperanza de una vida mejor”. Es verdad. Quienes ayer pudimos ver la película en el enlace web creado por la organización del festival gaditano nos dimos cuenta de que tal vez nos habíamos olvidado de hacer cine poniendo toda la carne en el asador de la propia imagen, de la fotografía –donde Sergio Caro, antiguo fotógrafo de esta casa, se esmera en el cuidado de cada imagen. En Barzaj hay planos que parecen eternos, pero solo lo parecen. Toda la película es una lucha poética entre el ser y el parecer, entre la espera y la desesperanza, entre la oscuridad total y las penumbras cambiantes, entre el mar en calma y el oleaje encabritado al que hay que esperar para robarle un chapuzón antes o después de seguir soñando con Málaga, con Europa, con el paraíso. Barzaj, de hecho, significa en árabe un mundo intermedio, un estado de espera permanente entre la vida y la muerte física; es un decir, un no lugar. Quien entra el Barzaj espera a ser juzgado, pero no sabe cuándo ni dónde irá. Es lo que les ocurre a los chicos protagonistas del documental: se dan esperanzas mutuamente de cuando crucen el mar, si lo cruzan alguna vez, de cuando sean personas “normales”, se dicen a sí mismos, con un trabajo, una casa, un auto, un niño que les diga papá. Pero nunca saben dónde ni cuándo encontrarán ese lugar, que está más en su imaginación que en ninguna otra orilla. Tal vez por eso no termina de amanecer nunca en la película, ni de anochecer completamente. Los protagonistas, también indeterminados, viven en un mundo fantasmagórico en el que la esperanza se comparte en una tetera que nunca se acaba, en un mundo de siluetas que se parece tanto, proféticamente, a este que nos ha tocado vivir con la pandemia, en el que la posibilidad de la vacuna se diluye en un futuro incierto al que seguimos agarrados y quizá por eso la película tiene un fondo que nos parece tan familiar. “Traeré a mi hijo aquí y le diré dónde dormía su padre”, le dice uno de los chicos al otro, sin ser consciente de que eso no será posible porque el Barzaj separa radicalmente a los mundos y este documental realista tiene el mérito de haber grabado el purgatorio.

El cineasta sevillano Alejandro G. Salgado triunfa en el 52º Festival de Cine Documental de Cádiz
Un fotograma del documental.

Más premios, más historias

La 52ª Edición de Alcances, que se ha celebrado entre el 25 de septiembre y el 3 de octubre, ha otorgado también la Caracola Alcances a la Mejor Dirección a Emma Tusell por Vídeo Blues, por confrontar el trauma que se narra desde una perspectiva personal, autobiográfica y autoanalítica y, al mismo tiempo, poner en juego estrategias creativas para introducir una reflexión sobre el estatuto de la imagen en el mundo contemporáneo. También se ha otorgado la Mención Especial del Jurado de Alcances a las cintas Hostal España, de Chus Domínguez e Inma Álvarez, por “mostrar desde la dignidad, la honestidad, el humor y el optimismo lo que ocurre con los habitantes mayores de los pueblos casi deshabitados de León”, y a #precaritystory, de Lorena Cervera e Isabel Seguí, por “plantear una historia laboral en primera persona para trascender una realidad concreta, la de la situación precaria de las y los profesores universitarios en Reino Unido”.

El Premio ASECAN-Julio Diamante, que concede la asociación de los críticos andaluces al Mejor Cortometraje de la Sección Oficial, ha recaído en Paraíso, de Mateo Cabeza. El Premio Mirada Andaluza, otorgado por AEDAVA dentro de la sección homónima, ha destacado como mejor documental andaluz la obra El que la lleva la entiende, de Rocío Martín y José Luis García Cossio (Selu).

Entre los Premios Especiales del festival, el Premio CIMA, fallado por Delia Márquez Sánchez, Kenia Echenique Mestre y Raquel Toledo, ha ido a parar a manos de Emma Tusell, autora del largometraje Vídeo Blues.

El Premio DOCMA, que concede la Asociación de Cine Documental homónima, ha recaído este año en Bubota de Carlota Bujosa, otorgando además una Mención Especial a #precaritystory, de Lorena Cervera e Isabel Seguí.