El copista de los alfilerazos

Antonio Reyes tiene eso que tan caro se vende en el cante actualmente, carisma personal, cae bien a casi todos y como canta con gusto, no cansa tanto como otros.

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
28 sep 2016 / 08:55 h - Actualizado: 28 sep 2016 / 09:11 h.
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  • El guitarrista Diego del Morao y el cantaor Antonio Reyes enloquecieron al público del Lope de Vega en la actuación de ayer. / José Luis Montero
    El guitarrista Diego del Morao y el cantaor Antonio Reyes enloquecieron al público del Lope de Vega en la actuación de ayer. / José Luis Montero
  • El carismático cantaor chiclanero Antonio Reyes Montoya. / José Luis Montero
    El carismático cantaor chiclanero Antonio Reyes Montoya. / José Luis Montero

Quizás no haya ahora mismo un cantaor de flamenco que cante con más gusto que el chiclanero Antonio Reyes Montoya, aunque sean más buenos y tengan mejores condiciones, más jondura o enjundia. No quiero calificarlo de cantaor de moda, porque las modas pasan y este artista canta desde niño y llegó para quedarse. Anoche había muchos aficionados en el Lope de Vega, que suelen seguirlo de festival en festival, algo que tiene que ser agotador porque es raro encontrar uno en el que su nombre no esté en el cartel. Cantar mucho es bueno para la cartera y para coger oficio, pero tiene sus inconvenientes si no posees mucho repertorio. Puedes llegar a aburrir, porque hasta el buen jamón, si lo comes a diario, empalaga. Sin embargo, Reyes tiene eso que tan caro se vende en el cante actualmente, carisma personal, cae bien a casi todos y como canta con gusto, no cansa tanto como otros. Al principio de su carrera me perecía un cantaor frío, quizás demasiado cerebral para ser gitano, que navegaba en dos mares, los de Caracol y Mairena, sin desdeñar otras escuelas, como la camaronera, con guiños a Pansequito, Chiquetete o Rancapino, entre otros. Pero no hay que verlo ya como aquel chaval que apuntaba maneras, sino como una figura, porque es el tratamiento que se le está dando en la Bienal, en la pasada edición mano a mano con Jesús Méndez en este mismo teatro, y en esta en solitario. Creo que hay que exigirle ya algo más de él mismo, que se haga con un repertorio propio, aunque esté bien eso de recordar los éxitos de Mairena (soleá de Charamusco), la Canastera de Camarón o al Caracol más zambrero, y de copiar con fidelidad distintos tipos de voces. Ser un buen copista no es fácil y, desde luego, llamarlo así no es nada ofensivo. Dicho esto, anoche se empeñó en hacerlo todo bonito y meloso y hay cantes, como la toná-liviana, que admiten pocos adornos. O las seguiriyas de El Marrurro y Manuel Torres, Santiago y Santa Ana, aunque eligiera la versión de Terremoto de Jerez. En mi opinión estuvo mucho mejor en las alegrías de Cádiz y Córdoba, más suelto, derramando sal. Demasiado peripuesto en los tangos, casi convirtiéndolos en baladas y rematándolos con un fandango del Niño Gloria. Más o menos como en las bulerías, aunque mucho mejor en este palo que tan bien domina. Con unos fandangos muy melosos, aunque de mucho gusto, estilos de Antonio el de la Calzá, El Gloria y Caracol, cerró una noche bonita y con el público enloquecido, porque, repito, Antonio Reyes tiene unos alfilerazos únicos que sabe clavar en el alma de los que lo escuchan. Con el debido respeto, estuvo a mayor altura el guitarrista Diego del Morao, quien además de regalarnos un solo por bulerías de una personalidad increíble, desplegó toda su creatividad en las seguiriyas que cantó Reyes. Fue quizás el cante en el que mejor lo cazó, porque en los demás tuvieron algunos problemas con las entradas de cada tercio, entrando casi siempre el cantaor en el segundo compás.

Antonio Reyes***

XIX Bienal de Flamenco de Sevilla. Teatro Lope de Vega. 27 de septiembre. Cante: Antonio Reyes. Toque: Diego del Morao. Percusión: Juan Grande. Palmas: Chícharo de Jerez, Diego Montoya, Tate Núñez.