El lado alegre del empoderamiento

Mucha Muchacha representa en el Teatro Central primera obra, una suerte de híbrido que aúna teatro, danza y flamenco que reivindica el lado alegre y afectivo del empoderamiento.

05 mar 2022 / 12:02 h - Actualizado: 05 mar 2022 / 12:05 h.
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Frescura, desparpajo, desenfado, entrega, compromiso y dominio escénico. Son algunos de los calificativos que se merece este primer trabajo de la compañía madrileña Mucha Muchacha, una suerte de propuesta híbrida que aúna teatro, danza contemporánea y flamenco para reivindicar el empoderamiento femenino con una significativa carga de afecto y alegría.

El Diccionario de la lengua española define sororidad como “amistad y afecto entre mujeres” y también como “relación de solidaridad entre mujeres en su lucha por el empoderamiento”. Mucha Muchacha vuelca ambas definiciones en este espectáculo con un discurso tan alegre como desenfadado que aborda el empoderamiento desde la cooperación entre las artistas. Una relación preñada de afecto que nos deja entrever el feminismo que viene.

La dramaturgia divide el espectáculo en tres actos. En el primero, que abarca los primeros veinticinco minutos de la obra, las cinco integrantes de la compañía abordan el empoderamiento hacia fuera bailando la haka neozelandesa, una danza ritual que ellas hacen suya impregnándola de flamenco con sus botas de tacones rojas. No en vano el flamenco es también una manifestación estética con una considerable fuerza ritual y dramática, aunque también se impregna de sensualidad y humor en los cantes festeros. Tal vez por ello en el segundo acto la obra se dirige a la comedia y nos brinda unos cuantos números musicales y dancísticos, presididos por un monólogo que hace reír de lo lindo al respetable.

Hasta llegar al tercer acto en el que, tras una espera de dos minutos, las cinco intérpretes se entregan a una fiesta de pijamas. Un enorme colchón, rodeado de gasas preside el centro protagonizado por hijas de madres que han vivido como mujeres independientes, profesionales con capacidad de determinar sus vidas que han dado a sus hijas el ejemplo de un empoderamiento natural que nace del interior y se ejerce sin grandes alardes.

En ese sentido cabe destacar la naturalidad con la que revisten su interpretación y su capacidad para atrapara la atención del espectador, a pesar de que, en algunos momentos, su charla adolezca de un tratamiento un tanto insustancial y se alargue más de la cuenta, al igual que las dos primeras partes, que también adolecen de una duración mal ajustada y un ritmo un tanto irregular. Cabe destacar la cuidada producción, que pone al servicio de de la puesta en escena el sugerente y radical diseño de iluminación de Cristina Bolívar y Alván Prado, el vestuario de funny swing, tan simbólico como funcional, y un diseño de sonido, a cargo de Adolfo García, que se arriesga a renunciar hasta el final a la música incidental para centrarse en los sonidos que las actrices-bailarinas reproducen con sus voces y sus cuerpos en el escenario, con derroche de frescura y dominio.

Obra: Mucha Muchacha

Lugar: Teatro Central, 4 de marzo

Compañía: Mucha muchacha

Dirección artística y creación: Mucha Muchacha y Celso Giménez

Coreografía: Mucha Muchacha

Dramaturgia: La Tristura Y Mucha Muchacha

Diseño de sonido: Adolfo García

Diseño de iluminación: Cristina Bolívar y Alván Prado

Vídeo: Iván Mozetich

Intérpretes: Ana Botía, Marta Mármol, Belén Martí Lluch, Chiara Mordeglia y Marina de Remedios

Calificación: ***