La Gazapera

El maestro Tomasa y la Sevilla insensible

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
20 mar 2020 / 13:48 h - Actualizado: 20 mar 2020 / 13:50 h.
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Él no quiere que se escriba sobre el asunto, pero a la hora de opinar manda el periodista o crítico, como quieran. José el de la Tomasa, el hijo de Pies de Plomo y La Tomasa, el cantaor sevillano de la Alameda de Hércules, se encuentra algo desanimado porque tiene ya unos años de trayectoria, es la figura del cante que le queda a Sevilla y no se considera un artista reconocido en su propia tierra.

Sevilla es cicatera a veces con sus artistas flamencos, al menos desde los tiempos de Silverio, en el XIX. Podríamos citar aquí una larga lista de grandes artistas sevillanos que fueron olvidados de una manera miserable, como Manuel y Miguel de la Barrera, Petra Cámara y Manuela Perea, el Maestro Pérez, el Maestro Otero, El Burrero, Manuel Escacena o Amalia Molina. La lista sería interminable. Aquellos eran unos tiempos complicados y de escaso reconocimiento a los artistas, pero estos son otros tiempos y no le pega nada a Sevilla ser tan cicatera.

José Georgio Soto (Sevilla, 1951), destacó pronto en el campo de la música pero no era el cante jondo lo que más le atraía, sino el pop o las músicas negras. Quizá porque nació en una familia flamenca y de niño vio cosas en su propia casa que no le gustaron. Es sobrino-nieto de aquel coloso del cante gitano de Jerez que se llamó Manuel Torres (Jerez de la Frontera, 1880-Sevilla, 1933), por tanto, nieto del hermano de éste, Pepe Torres, gran cantaor también y con un metal único.

El padre de José el de la Tomasa fue Pies de Plomo, un estupendo cantaor de reuniones –cantó en los teatros ya en la última etapa de su vida–, que cantó como los ángeles. Y su madre, Tomasa Soto, destacó como seguiriyera, aunque nunca se dedicó al cante de joven como profesional, por razones que no vienen al caso. José es una mixtura de su padre y de su madre, que no es mala mezcla. Por tanto, un destacado miembro de la familia de los Torres.

Pero al margen de haber nacido en esa familia tan flamenca, José el de la Tomasa es cantaor importante, un maestro, y en todas las artes del mundo los grandes maestros son venerados, admirados, respetados y atendidos. Estaría bien que Sevilla tuviera en cuenta esto, porque los artistas no son eternos y José es ya una persona cercana a los 70 años. Es decir, un veterano del cante, que curiosamente está con la voz espléndida y la cabeza bien amueblada.

Se dedica a cantar y a enseñar sobre el cante en la Fundación de Flamenco Cristina Heeren. Pero su verdadera vocación es la de cantar y a veces no lo hace todo lo que lo debería hacer. Será un mal año, por lo de la pandemia del coronavirus, pero ojalá pase todo pronto y podamos disfrutar del cante de un maestro en los festivales de los pueblos y en la Bienal, donde no puede faltar porque es el gran festival de Sevilla y José el de la Tomasa, el último gran maestro grande.