El incomparable marco de los jardines del CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) en la Cartuja, y con un recinto a rebosar de un público entregado a priori tenía altas expectativas. Ser presentaba un trabajo que se ha cocinado en estudios hispalenses con decenas de músicos cubanos, varios de ellos laureados con el Grammy (‘Negro’ Hernández, Barbarito Torres y Oriente López) gracias al irrepetible ‘Buena Vista Social Club’ que patrocinara el estadounidense Ry Cooder.
El eje Sevilla-Habana parió ‘Sevillabana Ensemble’ en los estudios con remembranzas rítmicas de una Cuba musical y creadora. La que fascinó a Dizzie Gillespie admirando el oficio de Chano Pozo que heredó Arturo Sandoval o Gonzalo Rubalcaba y enriqueció Irakere.
La noche en la que vestía de largo ese maridaje habanero-hispalense multiplicó el virtuosismo de la grabación. Lo anunciaba EL CORREO ayer y el personal no salió defraudado.
Los aficionados al Jazz saben que cuando hay algún cubano en el escenario hay nivel, descarga, alegría y esa belleza que sólo esos hijos del Caribe. La presentación de ‘Sevilla Ensemble’ ganó al trabajo discográfico. Al líder que compactó la banda, Guillermo Trujillo, le apodan ‘Trujiz’. Como en el universo del flamenco el sobrenombre ilustra el oficio del artista. La trompeta de Trujiz capitanea al director musical, Emilio Ricart ‘Chambel’. El pianista, confeso amante de Sevilla, se emocionó al tributar a su hijo sevillano con las teclas de su teclado. Con dignidad remató ‘Los hombres también lloran’ un hombre de la doble talla de Chucho y el inolvidable Bebo Valdés, la musical y la física.
Los largos brazos de Ricart dirgían un tinglado pleno de creatividad, improvisación y esa fuerza del directo que sólo el Jazz reserva a sus mejores intérpretes. La banda del ‘Trujiz’ seguía con otra estrella a la batería. El incansable Jorge Luis Núñez ‘Jordi se coordinaba con el bonguero santiaguero Alexis Mendoza. El oriental dejó claro que sus manos no aporrean el cuereo, le sacan lo mejor como solía ‘Patato Valdés’. Juanlu Lara a la guitarra, Jesús Berrio, vocalista y bajo sumaron. Rolando Ochoa al saxo, clarinete, y flauta demostró que lo suyo es el viento con un dominio absolutos del instrumento trufado por sonrisas cómplices que deleitaron a la concurrencia.
La parte femenina de la banda merece un aparte. En tiempos de legítima reivindicación de la igualdad, en el Jazz aún observamos mayoría masculina en el escenario. Pero Anabel Pérez se basta para teclear el piano y tocar la flauta como mejor saben los cubanos del Jazz. La morenaza de pelo eléctrico disfrutó ejecutando con maestría propia de una mujer que se paseaba por ese podio que las mujeres conquistan por días. La vocalista local Ana Gallardo contoneó su cuerpo y boca para sumar al son una voz sin texto que empatizaba. A la cantante se le notaban las tablas y se le veía cómplice en un escenario repleto de estrellas en una noche de lunita plateada.
El capitán de la banda no fue parco detallando gratitudes a quienes hicieron posible que Sevilla acogiera la presentación de una obra que ya rueda en el mercado desde 2018. Los músicos le agradecieron que se materializara la experiencia de tocar juntos mejorando el ‘Sevillabana Ensemble’ en el escenario. Trujillo que entre Sevilla y La Habana sólo hay 7309 kms. Habló que su aporte era un injerto al árbol hispalense del Jazz que, sin duda, renace de esas ramas musicales de aquellos cantes de ida y vuelta que los flamencos asocian con las colombianas.
El directo del álbum que se presentaba registró mucha letra que invitaba a visitar Santiago, la capital más africana de Cuba. El oriente del país de Martí es la cuna del mejor ron, música y un Jazz desbordado por el viento, la percusión y la cuerda. Unos carteles que exhibían los músicos trasmitían lo mejor de la vida. Una pieza de Trujillo abogaba por el respeto medioambiental y citó a Huelva como paradigma de lo que no debemos hacer. Lleva razón el cubano, cómo no.
‘Sevillabana Ensemble’ se grabó también en 9 estudios de varios países, con 37 músicos, entre Sevillanos y cubanos en el exterior ‘Trujiz’ aclara que este trabajo atesora 4 años de grabaciones y arreglos. Producido por Javier Monteverde (Cezanneproducciones) este trabajo mejor adquirirlo ya tras disfrutar un directo irrepetible. Debe decirse, para quienes dudan que la cultura está al alcance de unos pocos que el concierto valía sólo 7€, copas aparte. Esto es magia. Por lo mismo se paga el quíntuple y hay cola.
El alma para que ‘Sevillabana Ensemble’ se presentara en la capital fue la Asociación Sevillana del Jazz y un éxito de Javier Delgado, quien logró el milagro. Su obra resucita en la capital de la Giralda una música cuyo maridaje con sus vecinos ha tenido vaivenes. Assejazz, con más esfuerzo y tesón que ayuda institucional, ha creado un ambiente que creíamos perdido. Da oportunidad a los noveles, organiza conciertos, nutritivas jam sessions y alienta una música que ya tiene programación estable en una Sevilla que nos parecía muy provinciana y que, sin embargo ‘crea escuela’ con Assejazz, un colectivo que trabaja también en crear Big Bands infantiles.
En Sevilla el Jazz no es algo nuevo. Las bases militares norteamericanas de Morón, Rota y San Pablo (hoy, aeropuerto internacional) trajeron, desde principios de los sesenta, a músicos que tocaban tras desprenderse de sus guerreras. Los más veteranos recuerdan que, en la feria de Abril, tocaban en una inmensa caseta bandas de jazz de trajeados intérpretes. Swing, Dizzie, Fusion y los mejores estándars sonaron en pistas que bailaban muchas sevillanas vestidas de faralaes. Increíble pero cierto. Como otra caseta donde los rockeros vibraban. Impensable en tiempos de rebujito, clasismos, ortodoxias y vanidades. Corrían otros tiempos.
Muchos músicos-militares estadunidenses decidieron quedarse entre Cádiz y Sevilla y dejaron huella: Abdu Salim y Angel de Jesús, por ejemplo. En los setenta y ochenta el colectivo Freeway enarboló la bandera del jazz local. Organizaba excursiones a festivales y alentó un festival años y años que mordió el polvo de la historia con sillas vacías de invitados ‘oficiales’ que nunca iban dejando al personal sin espacio para el deleite. Todo lo pagaba la Diputación. Eran tiempos de ‘rodillo’.
La Universidad de Sevilla, Blue Moon –con el irrepetible Pitito Maqueda-, Naima son nombres a recordar en esta urgente y parcial historia del jazz local. El testigo de esos activos lo ha recogido Assejazz con esa firmeza de la excelencia. La presentación de ‘Sevillabana Ensemble’ es talento aplicado. La verdad merece ser escrita. Chapeau!