En la calle, en el cole, en la cárcel... ¡viva el Mes de Danza!

El festival se clausura consiguiendo sumar en todas sus propuestas a un heterogéneo público que, sin embargo, sigue siendo endogámico en las salas

"Teatro","Danza"
  • Las propuestas en la calle son las que más popularidad consiguen de cuantas programa el ya clásico Mes de Danza. / Fotos: Luis Castilla
    Las propuestas en la calle son las que más popularidad consiguen de cuantas programa el ya clásico Mes de Danza. / Fotos: Luis Castilla
  • Las obras en las salas son para el público más especializado.
    Las obras en las salas son para el público más especializado.

El Mes de Danza ha clausurado esta semana su vigesimotercera edición con su tradicional propuesta, Ahora bailo yo, una fiesta con forma de master class de danza contemporánea y locking, a cargo de Arturo Parrilla y Angelock, respectivamente, donde los aficionados pudieron disfrutar de un taller de danza gratuito, que curiosamente convocó a un buen número de niños.

No en vano, uno de los logros del Mes de Danza es su capacidad para generar nuevos públicos alrededor de la danza contemporánea gracias, sobre todo, a su apuesta por sacar la danza a la calle, siguiendo la estela de un mítico festival gallego por desgracia desparecido, en PÉ de PEDRA. Este año el festival ha reunido un número significativo de compañías y figuras de la danza de diferentes estilos en torno a su programación de calle, que se ha convertido ya en todo un clásico del otoño sevillano. No en vano desde su creación, en 1997, el ciclo Danza en espacios singulares cambia el tono ocre característico de la estación por la luz desafiante que emanan las figuras de danza que por momentos se adueñan de emplazamientos y monumentos tan dispares como Las Setas, El Archivo de Indias, el Parque de Mª Luisa o las pistas de skate en Plaza de Armas, donde este año el sol parecía empeñado en brillar más que nada ni nadie, lo que supuso todo un reto para los bailarines y bailarinas, quienes acababan sus actuaciones empapados, y no precisamente por la lluvia, como ha ocurrido en más de una edición. Por fortuna, eso no ha supuesto merma alguna en cuanto a la calidad de sus propuestas, que han hecho las delicias de un público tan fiel como variopinto y heterogéneo. Todo lo contrario que la programación de sala, que no acaba de trasvasar las barreras de un público especializado y un tanto endogámico.

No es de extrañar, teniendo en cuenta la falta de difusión y proyección de la danza contemporánea, así como la ausencia de grandes productoras que se interesen por esta disciplina artística. Eso obliga a las compañías a mantenerse dentro de los márgenes de producciones de pequeño formato donde el cuerpo de baile es sustituido por la música en directo o los efectos audiovisuales. Por otra parte, la mayoría de los proyectos se conforman como una suerte de performances donde a menudo se relega la danza a un segundo plano, delimitando un discurso un tanto hermético y una puesta en escena que, por lo general, adolece de una buena dirección. No obstante, parece que esa tendencia comienza a romperse y algunas obras representan justo lo contrario. Como el solo de danza protagonizado por Pere Faura, Sin Baile no hay Paraíso, un relato impregnado de comicidad cuya puesta en escena gira en torno a una estructura sencilla, pero plenamente ajustada y precisa; o Tormenta de Igor Calonge, coreografía para dos bailarines y una bailarina que supone un impactante trabajo técnico y expresivo; o la obra que cerró la programación de sala, Clay, un delicioso cruce entre el flamenco y la música Godspell que desborda frescura y sensualidad.

Pero si por algo se distingue el Mes de Danza es por su capacidad para suscitar sinergías que extiendan la danza y su espíritu transgresor más allá del festival propiamente dicho. En ese sentido cabe destacar su oferta de actividades paralelas, con las que ha logrado implicar a diversas instituciones, como el Conservatorio Profesional de Danza de Sevilla, donde la coreógrafa Matxalen Bilbao ha dirigido un taller de creación coreográfica que gira en torno a al grupo como temática; o el Cicus, donde Omar Khan ha dirigido un taller sobre periodismo y danza, y por último el festival de cine y danza de Barcelona, Choreoscope, que en complicidad con el Festival de Cine Europeo de Sevilla, ha proyectado en la sede del CAS una selección de producciones europeas, entre ellas dos ganadoras de la edición 2015: The Area, Premio al mejor documental corto de danza y Chest, Premio del público en la misma edición, rodada en un tejado de El Cairo durante la Primavera Árabe.

Otra nueva sección que ha superado todas sus expectativas ha sido la titulada, Mi cole baila, que surgió gracias a la iniciativa de Elisa del Pozo, coreógrafa especialista en utilizar la danza como herramienta educativa, quien durante las tres semanas previas al festival impartió un taller de danza contemporánea, durante el horario escolar, a los alumnos de 5º de primaria del colegio Juan Nepomuceno Rojas. El resultado es una pieza de danza contemporánea que los alumnos tuvieron la oportunidad de llevar a escena en el Teatro Alameda, donde actuaron como teloneros del espectáculo infantil de Fernando Hurtado. La actuación fue todo un éxito, y como cabía esperar, la experiencia no solo fue gratificante para los niños sino que además, según la directora del festival María González, cumplió con creces su objetivo, que no es otro que estimular la sensibilización por la danza desde edades muy tempranas.

Y para terminar, cabe destacar otro de los objetivos del Mes de danza que se han cumplido este año, esto es, demostrar el potencial de la danza como elemento de cohesión social llevándola a la cárcel, en complicidad con Incubo Teatro y Danza Mobile. Según María González el resultado ha sido tan impactante como satisfactorio para las dos partes. De hecho, aunque la iniciativa partió de una petición expresa de un organismo ajeno, la ONG Solidarios, la organización del festival se plantea contemplarla como una sección fija en futuras ediciones del Mes de Danza, que amenaza con cumplir 23 años más. Que así sea.