Bienal de Flamenco

Tres micro recitales, dos parones eternos y una soleá del Pele a Canales

Lejos de una reunión de 'Maestros' la noche de El Pele, Antonio Canales y José Antonio Rodríguez en el Alcázar vuelve a convertirse en una sucesión de actuaciones inconexas e irregulares

El Pele le canta a Canales en el espectáculo 'Maestros' / Juan Bezos

Sara Arguijo

Que llegue un momento en que uno se plantee si hubiera tenido que echar un bocadillo en el bolso o tenga tiempo de ir al baño, volver y comentar la jugada entre actuación y actuación es algo que en una Bienal no debería permitirse. Ni por respeto al público, que aguantó estoicamente primero las colas para conseguir un sitio cerca en un Real Alcázar con entradas sin numerar y después las incómodas sillas y los eternos parones. Ni por respeto a los artistas que, en estas condiciones, salen a escena con las mismas dificultades que lo harían en un festival.

Pero es que, además, una vez más, en las dos horas y media que duró la propuesta, asistimos a una sucesión de actuaciones donde los tres Maestros que protagonizaban el cartel -El Pele, Antonio Canales y José Antonio Rodríguez- ni siquiera se cruzaron en el escenario. Más allá de un minutito de gloria que llegó a las 23.38 minutos cuando El Pele después de su intervención y desde abajo apareció improvisadamente entre el público para lanzarle soleares a Canales. "Perdón a mis compañeros, pero lo he visto y no me he podido aguantar", confesó el cordobés ya subido al escenario con un Canales emocionado y decenas de móviles grabando el instante.

Por lo demás, como decimos, asistimos a tres micro recitales inconexos, irregulares y previsibles en el que sólo el cantaor cordobés trajo algo de calidez a esta noche nublada.

José Antonio Rodríguez a la guitarra en el espectáculo de la Bienal / Juan Bezos

Así, en frío, apareció José Antonio Rodríguez con un sonido, al principio ensordecedor y después sucio, en parte también por el uso de la pedalera, que no nos dejó escuchar la nana con que abrió la cita. En cualquier caso, el toque melódico y moderno de Rodríguez, no logró conectar tampoco con la rondeña ante un público que igual no era consciente todavía que a los tres artistas del cartel no se les vería juntos ni en los aplausos. Sobre todo, cuando en la web de la Bienal aparecía una información a medias y en el programa descargable (en el que no coincidía ni la secuencia ni el repertorio ni los elencos) tampoco se aclaraba mucho más.

Lo cierto es que el discurso del músico, con más tendencia a la canción, resultó insulso y plano. Quizás porque le faltó profundidad, porque jugó más con lo formal que con lo conceptual o porque le faltaron recursos. Así que tras la colombiana y la bulería "sui generis” con la que cerró su intervención se fue a casa dejándonos el cuerpo igual que antes de entrar al patio.

Tras varios minutos de transición en el que los técnicos estaban en el escenario y los espectadores aprovechaban para estirar las piernas salió El Pele que en este mismo lugar en la Bienal de 2012 -dirigida por Rosalía Gómez- se ganó el Giraldillo al Momento Mágico cuando aún convaleciente, cantó una inolvidable soleá a Manuela Carrasco que hizo llorar a todos los asistentes.

El Pele en la Bienal de Flamenco 2024 / Juan Bezos

Ahora, doce años después y agarrado también a la silla, volvió a lograr lo que parecía imposible. Que reconectáramos con lo jondo con una malagueña susurrada a media voz que un soberbio Niño Seve fue revistiendo con enorme belleza, seguridad y creatividad.

 Más contenido y sereno que otras veces el cantaor nos puso los vellos de punta con su carisma y la forma en que modula el cante a su antojo. Sabemos que él quiere gustar y, por eso, junto a unas personales seguiriyas, regaló sus esperadas soleares -la soleá del Pele- y las alegrías de Córdoba en las que Seve lo llevó en volandas. Mira que le hemos escuchado veces este repertorio y estas letras, pero consigue imprimir una intención distinta cada vez, mover los acentos de los tercios y parar el cante con su eco tan caliente como rabioso.

Otro incomprensible parón para esperar a Antonio Canales, que llegó acompañado de David de Arahal a la guitarra y José Carrasco a la percusión. El sevillano, que ha anunciado una gira de despedida para 2025, trató de hacer sus cositas en unos jaleos extremeños tras los que el joven de Manuel la Tomasa y David El Galli interpretaron sendos pregones y empezó después una soleá que no llegó a acabar siquiera.

Antonio Canales en la Bienal de Flamenco 2024 / Juan Bezos

Es verdad que si alguno de los tres protagonistas ostenta el título de maestro en cuanto a su papel como descubridor de nuevos talentos y referente es Canales. Pero también que aquí apareció mermado, desconcentrado y rebajando el baile a su mínima expresión: esas muñecas que gira como pocos.

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En definitiva, una noche de decepción y desencuentro que podríamos haber vivido en cualquier cita jonda estival.

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