Juan José Téllez planeaba completar su aproximación biográfica a su guitarrista favorito, plasmada en los libros Retrato de familia con guitarra y Paco de Lucía en vivo, dentro de diez o veinte años, «tal vez para ofrecer una visión crepuscular de su vida y su obra». Pero la muerte se le adelantó el 25 de febrero del pasado año. Ahora, el periodista y escritor refleja en Paco de Lucía, el hijo de la portuguesa (Planeta) donde ha querido mostrar al gigante «también a través de él mismo, de sus testimonios a veces contradictorios», agrega.
Eso aunque Téllez cree que «no se puede llegar a una idea concreta» sobre cómo era el ciudadano Francisco Sánchez Gomes. «Paco nos deja muchos misterios por resolver, lo que tenemos son las teselas de un mosaico, un rompecabezas compuesto por muchas miradas de gente que lo conoció y lo estudió», dice. De ellas se sirve para dar forma a su libro, aunque excluye aposta «un ámbito de privacidad en el que no he querido entrar nunca, porque él era muy celoso de eso».
«Su vida es como un folletín decimonónico», comenta Téllez, quien repasa el origen humilde del músico, su desarrollo como artista, su modo de revolucionar el flamenco y también algunas controversias que jalonaron su trayectoria. «Lo imagino como David Copperfield o como los personajes de Oliver Twist, chicos nacidos en el suburbio que terminan triunfando o, al menos, sobreviviendo. Pero también es una historia con mucho de biopic de cine, con hitos, intriga, acción...».
El volumen contiene momentos dramáticos, pero también reflejos del Paco feliz, porque «fue una persona muy intensa, que sabía que para que exista el dolor tiene que haber alegría, y para que haya melancolía tiene que haber guasa. Él buscaba la alegría como un idioma cotidiano, y aunque tuvo una infancia dura, buscó las vueltas para seguir siendo el niño que fue», añade.
Entre los puntos sombríos, la controversia que sucedió a la muerte de Camarón: «Imagínate que se te muere tu hermano de sangre y te acusan a ti y a tu familia de robarle. Aquello fue una calumnia mayúscula por la que nadie ha pedido disculpas. Algo más producto de la ignorancia que de la malicia, pero igual de lamentable».
También recuerda Téllez los revuelos provocados en el seno del flamenco por las incursiones de Paco en el jazz, «aunque siempre fue cauteloso, no le gustaba la experiencia que tuvo con Santana ni con el disco Elegant gipsy de Al DiMeola», subraya Téllez. «Otra cosa fueron sus versiones de Manuel de Falla, el maestro Rodrigo y Albéniz, que muchos no le perdonaron. A los clásicos nadie les discute la licencia para versionar el flamenco, pero sí quisieron pedirle visado a Paco de Lucía y otros músicos desde una posición obsoleta».
Sea como fuere, Téllez considera que la figura y la obra de Paco de Lucía están fuera de cualquier cuestionamiento hoy. «La música es una carrera de relevos, y el ADN de Paco recorre la genética de todos los guitarristas actuales. Sus huellas dactilares están en toda la música que se hace, y aunque algunos de los músicos de nuestro tiempo pueden llegar a ser genios, Paco está ya en el panteón de los clásicos. Además, su obra se está reinterpretando continuamente».
Sobre el modo en que Andalucía se portó con el monstruo, Téllez afirma que «lo único que le faltó fue hacerlo hermano mayor del Rocío, porque fue Medalla de Andalucía, Hijo Predilecto, premio Niña de los Peines, doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz... Tardaron en hacerlo, pero lo hicieron. Otros se mueren sin ese reconocimiento. A Paco no le importaba demasiado que lo reconocieran, pero para Andalucía sí era importante reconocerlo».