Nada mejor para empezar el año, tras el obligado saludo musical de nuestra Sinfónica del día anterior, que con la esperanza y la ilusión que representa la juventud, y esa encendida admiración que desde ya hace tantos años provocan quienes se convirtieron en artífices de una eclosión inédita en nuestra tierra, la de la excelencia musical repartida por todo el mundo. Con nuestras instituciones públicas de distinto signo político por una vez colaborando, jovencísimos intérpretes de toda Andalucía se dieron la mano en un multitudinario concierto sinfónico a través de la Orquesta Joven de Andalucíay la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said. Todo un hito digno de todo nuestro respeto y consideración que contó además con la batuta del director español más mediático de los últimos tiempos, Pablo Heras-Casado.
El director granadino pisó por fin el escenario del más emblemático auditorio musical de la comunidad, y lo hizo poniéndose a disposición en todo un alarde de generosidad de dos proyectos imprescindibles para seguir avanzando en esa siempre delgada y delicada línea de la excelencia cultural, colaborando para que el milagro musical andaluz se consolide y perpetúe definitivamente. En esa batalla merecen considerarse todos y todas quienes desde la gestión, el apoyo y la educación se han sometido al ilusionante proyecto de la Orquesta Joven de Andalucía, con veinticinco años recién cumplidos, y la Academia de la Fundación Barenboim-Said, presente en nuestra comunidad desde hace quince y con cuyo compromiso muchos y muchas andaluzas sentimos tanto orgullo. Dicho esto lamentamos que el programa elegido sonara tan trillado. En breve podremos disfrutar del ballet El Cascanueces en su integridad de la mano de la ROSS, y la Sinfonía Titán de Mahler se ha programado en la pasada década en numerosas ocasiones, incluso la OJA la interpretó en 2012 con Santiago Serrate sustituyendo a última hora al inicialmente programado José Ramón Encinar. Pero había que encontrar una pieza suficientemente mastodóntica para dar trabajo a más de cien jóvenes que a la vez atraiga a mayor número de público posible, y la Titán cumple ambas condiciones.
Del Cascanueces destacamos en lo negativo una muy errática Obertura Miniatura con pasajes enmarañados y cuerda completamente descoordinada, y en lo positivo una correcta lectura de esas miniaturas orquestales que son las danzas del segundo acto, que se saldaron con limpieza y saludable academicismo, hasta desembocar en un espléndido Vals de las Flores, suntuoso y elegante. El arpa de Belén García y la celesta de Andrea Capitán brillaron con luz propia. El esfuerzo desplegado por Mahler en su primera sinfonía converge a nuestro entender en una amalgama de ideas a menudo inconexas, pretenciosas y poco sinceras, a pesar de la voluntad catalizadora de los propios traumas e inquietudes del autor. Heras-Casado ahondó todavía más en esa falta de sinceridad proponiendo una versión muy calculada y poco natural que los jóvenes intérpretes siguieron al pie de la letra, con mucha dedicación y disciplina. Cada músico por separado manifestó una madurez técnica y expresiva excelente, aunque en equipo a veces el resultado se resintiera de esa falta de fluidez narrativa apuntada, especialmente perceptible en una cuerda aguda plomiza y mate en más de una ocasión. Hubo amabilidad y encanto en el primer movimiento, brío y agitación, quizás demasiada, en el scherzo, inconveniente falta de ironía en una marcha fúnebre cruzada con escaso ingenio y sutileza con los acordes hebreos centrales, pero una férrea construcción del pomposo movimiento final, que culminó con una prodigiosa exhibición de las ocho trompas convocadas y de unos percusionistas entusiasmados que desparecieron literalmente de forma divertida y teatral en el último acorde de la pieza. Quizás Heras-Casado no estuvo especialmente atinado, lo que no convertiremos en una sentencia habida cuenta del respeto y la admiración alcanzada por nuestro paisano andaluz, pero el proyecto merece nuestro más fervoroso aplauso y otro brindis por su permanencia ad perpetuum.
OJA/FUNDACIÓN BARENBOIM-SAID ***
Concierto extraordinario de la Orquesta Joven de Andalucía y la Fundación Barenboim-Said. Pablo Heras-Casado, director. Programa: Suite de El Cascanueces, de Chaikovski; Sinfonía nº 1 en Re Mayor “Titán”, de Mahler. Teatro de la Maestranza, sábado 4 de enero de 2020