Hijas del Fuego

Pocas veces se tiene ocasión de conocer y máxime en la ciudad de Sevilla, una Colección de esculturas formada por 32 piezas de 32 autores, todos ellos alumnxs del primer cuatrimestre de cuarto curso del Grado de Bellas Artes, adscritos al Departamento de Escultura de la Universidad de Sevilla.

Y esto es lo primero que conviene destacar: el que se trata de una labor universitaria realizada por la última promoción –la de este curso- que saldrá por esas puertas de la calle Laraña con una formación extraordinaria, gracias sobre todo al profesorado. En esta ocasión, guiados por la mano maestra del Titular Olegario Martín Sánchez, que se ha entregado siempre a sus discípulos y al “Alma Máter”, casi olvidando por completo su propia obra, y al incipiente y no menos entusiasta profesor Bartolomé Palazón Cascales, el cual, gracias a una Beca dentro del Plan de Recualificación del Profesorado Universitario, a través de los fondos Europeos, imparte durante el presente curso el Programa Docente en la hispalense.

Esta circunstancia requiere reparar en lo que esto significa comenzando por admirar la tarea que ejerce el profesorado de una carrera que desde su creación, está constituida por grandes autores y no me refiero sólo a la Facultad, sino desde que se funda la Real Academia de Sta. Isabel de Hungría y viene desarrollándose en los estudios, obradores, talleres y aulas. Labores calladas que ahora ven su recompensa en estas serie de obras hechas por los “aprendices”, pero guiadas en todo momento por ellos.

Lo segundo y dentro del mismo contexto universitario, sería reconocer que no se trata de artistas provenientes de otros centros de estudios como pueden ser a título de ejemplo, las clases que se imparten en los Centros Cívicos o aprendizajes alternativos. No. Para llegar a la perfección que alcanzan, han debido de aprender un sinfín de nociones que van desde la anatomía del cuerpo humano hasta los procedimientos y técnicas no sólo de la Escultura, sino de la pintura, el grabado, la fotografía, ...

Esto implica, que la labor universitaria bien ejercida como es el caso, es un acto de voluntad por parte institucional, del profesorado como insisto y de las personas que aún quieren matricularse y apostar por el trabajo duro que significa. No. De ninguna manera son unos aficionados. Llegar a esta altura de ninguna manera es fácil aunque todos los jóvenes –la mayoría nacidos en el año 2000, algunos, unos años antes y el más veterano en 1944- ha supuesto esfuerzo de tiempo y dinero, porque otra cosa cierta es que la fundición es de las artes más caras por los materiales y los procesos que se necesitan hasta dejar la obra acabada. También lo ha sido para los dos profesores y Comisarios que han supervisado hasta el último minuto los trabajos de cada uno.

La exposición del Antiquarium, ha sido posible gracias a la colaboración del ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla) y por lo tanto gracias a todo su equipo comenzando por Juan Carlos Estrada y el director de la Sala, Javier Fito; a las Universidades de Zaragoza y de Sevilla, al Gobierno de España, a la Unión Europea, al Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia y a Tebro (Técnicas de bronce, Grupo de Investigación cuyo I.P. –Investigador Principal- es Olegario Martín). Tampoco sin el equipo técnico de laboratorio integrado por: Carlos Correa Choisnet, Juan José Herrera Vega, Alejandro Díaz Benítez y Manuel Salvador López, además de los alumnos que se han encargado de la confección del Catálogo, las fotografías y el cartel, correspondiendo los textos a Olegario Martín y Bartolomé Palazón.

Hijas del Fuego, alude a las obras que surgen de los hornos donde el milagro de la fundición se realiza a las altísimas temperaturas para que materiales –en esta ocasión bronce y aluminio- se licúen y derrita la figura de cera que ocupaba el espacio interior de las matrices y sea ocupado por la obra definitiva que surgirá como un parto de la naturaleza –“natural y artificial” al tiempo. Para llegar a esto, la mayoría lo han hecho mediante el procedimiento de modelado directo en la cera que no obstante conlleva como mínimo ocho pasos desde este primero; para después a colocar los bebederos o lo que se llama “árbol de colada”; hacer el molde en cerámica, pasta o “cascarilla” como también se le conoce; descerar el molde; fundir el bronce en un crisol a 1.200º de temperatura; el bronce fundido se vierte en ese molde descerado; se rompe el molde para liberar la pieza y por tanto la obra que sale, es única y finalmente, la aplicación una vez más con fuego, de las pátinas.

Los autores participantes: Raúl Álvarez Benavides, Luis Álvarez Gallego, Rosario Foncuberta Aparicio, Natalia Becerra, Mª Calvo Hernández, Jesús Manuel Conde García, Gabriel Dobarganes Guerrero, Mercedes Jiménez Núñez, Lucía Mendoza Hernández, Fátima Moreno González, Natalia Moreno Ortiz, María Pablo Montalbán, Juan Manuel Navarro Ramírez, Ignacio Rives Montalbán; Claudia Romero Hernández; Francisco Sotomayor Díaz; Clara Isabel Amuedo Chinchilla; Juan Bueno Cazorla; José Mª Cabeza Fondevilla; David Claro Durán; Raúl González Canas; Llanos González García; Miguel Ángel Granados Doblas; Pablo Jiménez Calderón; Álvaro Jiménez Sáez; Luis Rafael León Triguero; Ángel Serrano Lora; Andrea Medina Barroso; David Mora González; Rafael París Rodrigo; Antonio Molinero Muñoz y Gerardo Tato Moreno.

Sorprende la madurez de estos jóvenes autores cuyas obras suponen una filosofía escultórica existencialista, una reflexión plástica en las tres dimensiones del espacio sobre conceptos como la vida, la soledad, el sufrimiento, lo sagrado, lo profano, la enfermedad, los traumas, los abusos de cualquiera índole, los malos tratos no sólo machistas, los miedos, la angustia, la desolación del individuo frente a la sociedad deshumanizada, el fatum, la violencia física o psíquica, el dolor físico y mental,...y por otra parte la sanación, la memoria, la igualdad, la identidad, los derechos humanos, los acontecimientos que han marcado aspectos positivos y no tanto de la biografía de cada uno de los autores, o del cine, la literatura, la ciencia, la ficción, la ciencia-ficción, o la misma Hª del Arte y de la Escultura.

El fuego como medio que redime, exhorta, como terapia liberadora y purificadora. Artes del fuego que se remontan a los orígenes mismos del Homo -¡y de la “Dama”!- Sapiens, que prosigue en líneas mitológicas y mágicas desde la antigüedad grecolatina, que se va impregnando de sentidos y connotaciones hasta llegar a las simbologías personales que se manifiestan en esta muestra. Manifestaciones poéticas, alegóricas y ritualistas del metal, que crean, no que destruyen.

El fuego como ejercicio catártico que da salida a las emociones, sensaciones, sentidos y sentimientos de la misma manera que lo hace en estas obras la razón. Las Furias, las Parcas, las fuerzas ocultas y el arte como reflejo de todo. El logos, la llama siempre encendida para los dioses y héroes, para la unidad entre el cuerpo, la mente y el espíritu.

Muchísimo más podría decirse utilizando palabras de un abecedario que no pertenece al arte o no sólo a él, para definir tan magna exposición en la que además del excepcional trabajo de los alumnos, se ve a la legua las directrices maestras de sus profesores. También, la de los técnicos que la han hecho posible.