«Jolt»: A dar palos by Pantene, porque yo lo valgo

Tanya Wexler firma un trabajo que se salva del desastre puesto que no se toma en serio lo que cuenta y logra relativizar todo lo que el espectador ve con gusto comiendo palomitas

30 jul 2021 / 19:25 h - Actualizado: 30 jul 2021 / 19:44 h.
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Huy, Kate Beckinsale con un trastorno médico que otorga velocidad y fuerza superiores a lo normal. Ya con eso me tiene ganada. Que me gusta a mí Beckinsale y mira que no tiene una película buena, pero es que es taaaaaaaan guapa. Un poco hombruna con esas espaldas de nadadora y su ausencia de caderas, que hace que todos los pantalones le queden divinos, pero es que con esa cara suya puede hacer lo que quiera.

No sé en qué ha estado ocupada los últimos años, no la recuerdo en nada excepto de algún papel secundario en el rol de «desesperate house wife» de suburbio yanqui, pero, me repito, con esa cara...

Creo que sólo una adolescente Missy Peregrym de «Stick It» (debo de ser la única persona que recuerda la producción de Jessica Bendinger) me parecía tan bella dentro de un canon casi de androginia manga.

Eh, y que Beckinsale tiene ya cuarenta y ocho tacos, y botox, hilos tensores y ácido hialurónico mediante, está estupenda. No le pidáis mucha expresividad en sus papeles de nena dura que le escribían ex profeso («Hunderword», «Doomsday», «Van Helsing», «No,NoMePAsaNadaEnLaBoca»), pero parece que en este de «Jolt», no ha sido así porque todo el libreto de Scott Wascha tiene un trasfondo de amago humorístico que Kate no logra trasmitir ni con ese peinado «out of bed» en rubio de raíz negra expuesta.

Hay chistes sobre pedos, la regla y penes que, lo mismo, quedan mejor en la versión doblada, pero que en VO resultan tímidos, soso y ridículos.

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Dirige Tanya Wexler que se la juega con la explicación para tontos de la introducción: OK, lo compro, me vale el meter el lore de la historia con calzador para no gastar metraje, ahora dame chicha. Pues la chicha está mal grabada hasta tal punto que recuerda a las «escenas de acción» de cosas como «El Equipo-A»; en serio, no hay una pelea buena. Es que si entramos en creernos que una nena de cuarenta kilos puede tumbar a golpes a una pléyade de tíos hinchados por los esteroides y el levantamiento de pesas, dame algo que valga la pena y déjate de peleas realistas. «No, es que ella estuvo en el ejército y aprendió a combatir», venga, anda, y yo conocí a uno que había hecho la mili en automoción y no sabía cambiar una rueda.

«Es que como ella es muy fuerte, cuando le da puñetazos al mastuerzo que abulta más que un coche compacto, le hace mucho daño», ya, ya, tú nunca te has subido a un ring con las manoplas a marcar con un hombre de tu peso. Sales con los morros hinchados y monísimos.

No pido ya que la gente vuele por el cielo en plan película de chinos, pero al menos una coreografías decentes, abre el plano, imprime ritmo, pon cariño como en la persecución de coches.

Toda la historia es tan predecible que ni siquiera el diálogo casi paródico de «¿Me vas a hacer pasar por la rutina de golpear caras y partir huesos?» te hace cómplice en este intento de John Wick femenino.

Mira que la motivación de Lindy (Beckinsale, sí) me pareció original en un principio y no es otra (dada su condición de mujer) que... EL AMOR. Sí, el amor, aderezado con un poco de venganza, pero lo importante es el amoll, nenas y nenes, porque cuando odias a todo el mundo como es el caso de Lindy y encuentras a alguien que te hace algo de tilín, pues estás dispuesta todo por él. Eso es así.

Porque ninguna queremos estar sola y enganchadas al Badoo para pasar una tarde entretenida de domingo; aunque tengamos impulsos homicidas por cualquier cosa. No, que lo mismo una mujer real se preocuparía de otras asuntos (un trabajo y una cotización; no depender de fármacos o de calambrazos para hacer vida normal; pintar la pared del piso que la tienes fina, hija) , pero esto es una peli y no hay nada que guste más que una mujer luchando por amor. «Ves, ella lucha, tiene un papel activo y es feminista. ¿Cómo no va a ser feminista la película si lleva tacón ancho y camisetas sin escote con mensajes empondering?».

Aparece Jai Courtney un rato para echar un quiqui de una noche, regalar una cámara de fotos (que parece que ha robado al descuido), y que está muy recio, como de meterse mucho bocadillo de lomo con pimientos verdes a media mañana.

«Jolt»: A dar palos by Pantene, porque yo lo valgo

También Bobby Cannavale , con su pelazo de siempre, en la bóveda craneal, y también en las cejas que dan para un felpudo de puerta doble de hotel caro y que lo hace poseedor del arco supraorbital más expresivo de todo Hollywood (verlo en «Voces en la Noche», mucho mejor papel y peli).

Stanley Tucci tan pinturero (chaleco y camisa con vaqueros, ahí es ná) y solvente como siempre; y Laverne Cox que es la nota racial y para meter otro personaje femenino. Como Beckinsale va de falsa ingenua, esta va de borde pragmática, de aferrarse al manual y de «las cosas se hacen bien o no se hacen, coño». Comparte junto con Beckinsale (claro) la mejor secuencia de toda la cinta que es la del encuentro de ambas en el nido de la maternidad del hospital.

Ah, y también ¡Susan Sarandon!, que ya había salido antes, pero nos habían engañado con el truco de mirad el pajarito (recursazo), y que supongo que era para darle lustre a todo esto en la ficha del IMD.

Planos recurrentes panorámicos del barrio donde Lindy tiene su loft ( industrial pero chic; muy urban pero fashion; con su puntito trendy) que parece sacados de «¿No es romántico?» cuando Todd Strauss-Schulson junto a Rebel Wilson se descojonan de esos tópicos, ponen la guinda a esto de Amazon Original.

Dentro de unas décadas, hablaremos de las cosas de Amazón Original como ahora hablamos de las películas de Antena 3 de después de comer («Dur entschuldigen Sie», AKA: «Divorcio Mortal»).

Al tiempo.

En resumen: Se salva porque se nota que no se toma en serio a sí misma y es un inicio de franquicia prometedor.

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