Jon Fosse, el Premio Nobel de 2023 que resume la vida en un día
El prolífico escritor noruego recibe el máximo galardón de la literatura mundial cuando cumple 40 años en un oficio que le ha dado para crear teatro, poesía, novelas y ensayos con el común denominador de tratar siempre universales irresistibles para el ser humano
Álvaro Romero
Al noruego Jon Fosse (1959) no lo conocían en España ni los muy lectores, pero en cuanto le han concedido el Premio Nobel de Literatura, hace solo unos días, han aflorado a la superficie de las librerías de nuestro país los títulos que determinadas editoriales, como De Conatus y Nórdica, habían publicado ya, incapaces de hundirse del todo, como le ocurre a ese señuelo del pescador Johannes que protagoniza la última obra editada una vez más en España y traducida por Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun, Mañana y tarde, escrita allá por el año 2000. Ese pescador al que en esa mágica novela contemplamos de recién nacido y de anciano funciona como suave metáfora de toda la escritura de Fosse, que jamás se ha obsesionado con las historias de acción, sino con la literatura que ejerce de ella misma, es decir, con señalarnos sin alharacas la esencia universal de lo que somos.
En esa novela se cuenta, de la mañana a la tarde, el parto de un niño que va a llamarse Johannes y luego la alucinación de un anciano llamado igualmente Johannes que no sabe que se está muriendo o que se ha muerto ya, ingrávida su conciencia a lo largo y ancho de toda una vida que se parece a la de todos en su brevedad, en ese suspiro que, sobre todo literariamente, podemos comprender recordándonos a nosotros mismos de niños o pensando en la ancianidad de nuestros padres o abuelos, asegurando sin atisbo de surrealismo que todo ha sido un soplo, efectivamente. Ese hermoso sueño de la vida es retratado por Fosse con una prosa rítmica a la que ni siquiera le hacen falta puntos pero que nos guía hábilmente a través del pasado y el presente.
La prosa de Fosse nos recuerda por momentos a la de Miguel Delibes cuando experimentó con ese mismo fluir del narrador y de la conciencia y de los diálogos de sus personajes en aquella maravilla que fue Los santos inocentes, de 1981, cuando Fosse aún no había dado el primer paso para convertirse en escritor, pues su primera obra es de 1983, de hace justamente 40 años en los que le ha dado tiempo a publicar de todo, sobre todo teatro, pero también mucha poesía, ensayos y por supuesto novelas, como Raudt, svart (Rojo, negro), con la que se estrenó. El fluir de la conciencia de los escasos personajes no solo nos recuerda a James Joyce sino también a quien sí recibió el Nobel, nada menos que a Ernest Hemingway en una obra maestra como El viejo y el mar, tal vez será por lo que Mañana y tarde tiene de alegoría vital en el suave oleaje de un barquito que sale a pescar y que en realidad solo atrapa recuerdos del pasado y nebulosas de un presente moribundo en el que se confunde la línea del horizonte, entre el cielo y el mar. “¿Tu señuelo se niega a hundirse hasta el fondo? dice Peter Sí, dice Johannes y sacude la cabeza Pues eso no está bien, dice Peter y Johannes levanta la vista y ve lágrimas en los ojos de Peter No está bien, no, dice Peter Me duele oír eso, dice El mar no te quiere, dice y Peter se enjuga las lágrimas En ese caso no te queda más remedio que quedarte en tierra, dice Peter y Johannes piensa que hay que ver las cosas que dice este hombre y además ya puede espabilar y cortarle a Peter las melenas que lleva, se le ven tan ralas y canosas, y mira que se ha quedado flaco, es casi una vergüenza lo flaco que está Así que el mar no te quiere, dice Peter Eso parece, dice Johannes Pero, ¿qué querrá decir eso? Pregunta y ve que Peter sacude la cabeza y entonces el barco coge rumbo a la tierra y la costa del Cementerio”.
A Johannes le ha dado la anchurosa vida para casarse con Erna y tener siete hijos y muchos nietos, para conocer la felicidad en la sencillez de la vida y el desfiladero de la miseria cuando las cosas vinieron mal dadas, aunque siempre estuvo ahí el mar para proveer. Y la fortaleza y agilidad de la juventud se torna arrabal de senectud, que diría nuestro Jorge Manrique... En esa alucinación del moribundo que pasa como una película sintética, hay momentos en que su prosa hasta nos evoca al mejor Machado enamorado de su desaparecida Leonor... “y Johannes se vuelve hacia Erna y no la ve por ninguna parte, aunque sí nota su mano fría, piensa, y además ha oído su voz, y ha oído sus pasos, solo que ya no la ve, no se la ve por ninguna parte y Johannes pregunta si Erna está allí y ella no contesta y él le aprieta la mano con fuerza y nota lo fría que está la mano, lo flaca que está Erna, tienes que responder, dice Johannes Anda, responde, Erna, dice ¿Dónde estás? Dice Anda, ¿no podrías responderme? Dice y Johannes agarra con más fuerza la mano fría y nota que la mano cede y se desvanece dentro de la suya, pero Erna, mujer, piensa Johannes ¿Qué te pasa, Erna? dice Johannes y se para y mira hacia su casa que está ahí donde ha estado siempre, y ya o es de noche sino que hay luz y él está solo y Erna ya no está, ha desaparecido, y hay que ver qué cosas se imagina, piensa Johannes, que es de noche, y que Erna sale a recibirlo, y que, bueno, lo que sea, piensa Johannes, y ahora tendrá que pasarse un momento por su casa y luego tendrá que subir a casa de Peter para cortarle el pelo como antaño, eso han acordado, piensa Johannes, y va hasta la casa y empuja la puerta para que se abra y entra y qué gusto da volver a casa, piensa, siempre que sale con el barco le da gusto volver a casa, piensa Johannes, y va derecho a la cocina y allí, ante la mesa, sentada en su silla de siempre, está Erna Mira que ha sido mala la pesca hoy, dice Johannes Hoy no picaban los peces, dice Menos mal que ya tenemos la pensión, dice Erna”.
Al protagonista lo zarandean las dudas existenciales en ese tránsito hacia la otra vida, las mismas que logra el narrador compartir con el lector que está en esta todavía, y en el discurso fluido como el agua de toda la novela se amalgama la versión más tierna del existencialismo de siempre con el programa de mano de tantas religiones, aunque reconociéndoles la existencia tanto a los dioses buenos como a los malvados demonios, todos aquí y ninguno tan omnisciente y omnipotente como nos han contado, pues la vida es otra cosa más sencilla y compleja al mismo tiempo...
El cuarto noruego en recibir el Nobel de Literatura
Jon Fosse es el cuarto noruego que ha recibido el Nobel de Literatura -aunque hacía casi un siglo que la gracia de este máximo galardón no se derramaba por aquel país- después de Bjornstjerne Bjornson, en 1903; Knut Hamsun, en 1920; y Sigrid Undest, en 1928. El secretario permanente de la Academia sueca dijo al anunciar el Nobel 2023 que se le había adjudicado a Fosse “por sus obras de teatro y prosa innovadoras que dan voz a lo indecible”. En efecto, en la obra de Fosse se conjuga la crítica cruda del mundo con la máxima ternura y se demuestra cómo puede narrarse la profundidad de nuestra naturaleza humana con la sencillez propia de la vida cotidiana. A sus 64 años, Fosse –nombrado en 2007 caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia- ha reconocido que la última década se la ha pasado preparando “con cautela” la posibilidad de que la llamada del Nobel se produjera.
Mañana y tarde es seguramente su obra más esperanzadora, por las preguntas reconciliadoras que el lector mismo puede hacerse pensando en el alfa y la omega de su propia vida. Fosse, especialmente con su teatro, es uno los dramaturgos vivos más representados en toda Europa, y tiene la virtud de ser minimalista y desarrollar sus argumentos con un lenguaje sencillo pleno, a la vez, de ritmo y de silencio. En su faceta de dramaturgo, se dio a conocer sobre todo con la obra Alguien va a venir, en 1996. Ya desde entonces se le notan sus afinidades con otros grandes como Samuel Beckett o Thomas Bernhard. Su lenguaje lírico, en todo caso, ha sido siempre en él un recurso primordial para todo lo que escribe. La reciente edición de su recopilación poética, Dikt i samling (2021), da fe del importante papel que la poesía ha desempeñado para él a lo largo de los años, proporcionándole el sentido de los límites del lenguaje.
El Premio Nobel que recibió este pasado 10 de diciembre incluye un montante económico de 11 millones de coronas suecas, es decir, casi un millón de euros, pero el vil metal se acaba y una voz irrepetible no.
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