El arte y la cultura en general ha sido siempre un enemigo para el totalitarismo. Muchos de los compositores que vivieron una época tan nefasta para Europa como el avance del nazismo previo a la Segunda Guerra Mundial, fueron tildados de enemigos del régimen, al igual que lo fueron multitud de pintores, escritores y exponentes de otras disciplinas que conformaron lo que se llevó en llamar Entartete Kunst, Musik en el ámbito que nos ocupa. Todo lo que no respondiera a la herencia de esa música genuinamente alemana instaurada a partir de Brahms o Wagner, que exhibiera aires modernistas o simplemente hubiese sido creada por los considerados inconformistas del régimen, judíos y bolcheviques fundamentalmente, fue directamente prohibida y sus autores proscritos, ya fuera en Alemania, Hungría, Francia o cualquier otro país amenazado por el avance nazi. La mayoría se exilió a Estados Unidos en una suerte de fuga de cerebros tan popular hoy por otros motivos aunque por una gestión igualmente prepotente y equivocada de nuestros intereses. A finales del siglo pasado Decca sacó al mercado una serie de compactos que celebraban esta música proscrita. Krenek, Korngold, Schreker, Zemlinsky, Weill o los que integran el programa de este concierto son sólo algunas de las víctimas de esta sinrazón, que sirven ahora para arropar el estreno a final de mes de dos títulos muy representativos de esta barbarie, El dictador de Krenek y El emperador de la Atlántida de Ullmann.

Que Juan Ronda es un magnífico flautista quedó perfectamente reflejado con un dominio absoluto del fraseo y la respiración, un control extremo del fiato y el legato y un prodigioso talento para extraer el instrumento un sonido sedoso y envolvente, ideal para recrear las atmósferas evocadoras y asfixiantes de las páginas programadas. A su lado brilló también Auxiliadora Gil, que combinó su probada aptitud técnica y agilidad para la acrobacia con un sentido de la expresividad encomiable, dado que gran parte de la responsabilidad de casi todas las piezas interpretadas confían su carisma y expresividad al teclado, dejando para la flauta cometidos melódicos y emotivos. Los músicos lograron transmitir el carácter amable y encantador de la Sonata de Hindemith, compuesta en 1936, destacando su opresivo segundo movimiento y el juguetón final de aires neoclásicos rematado con una sarcástica marcha. En el caso de la Suite Campesina Húngara se trata no sólo de música degenerada sino también transformada, dado que Bartók la compuso para piano a partir de las danzas populares que recopiló en diversos países del este, y que a su vez su alumno Paul Arma transcribió para flauta y piano. En ellas los intérpretes denotaron una fuerte compenetración, aunque la profesora quedase en este caso relegada a una posición secundaria.

Ya sola, Gil resolvió con un gran alarde de expresividad y un talento esculpido a fuerza de trabajo, la Sonata nº 6 de Victor Ullmann, que aunque nació católico en el seno de una familia judía, murió en Auschwitz y compuso mucha de su obra, incluida ésta y la ópera que veremos a partir del viernes 30, en el campo de Terezin. La sonata es una obra ambigua, oscura y desgarrada que la pianista exprimió hasta el último detalle y color, aunque en el proceso exhibiera a veces un sonido demasiado percutivo. En El mirlo negro de Messiaen fue Ronda quien cometió algún pequeño desliz que no empañó un trabajo excelente de mimetización con el pájaro especialidad de la casa. Otro pájaro, en este caso un whippoorwill (chotacabras) autóctono americano, es el homenajeado en la Sonata del francés Bohuslav Martinu, pudiéndose apreciar su vivaz ritmo en los movimientos extremos y el carácter lírico y melancólico del adagio central. La próxima cita será el jueves 29 con Pedro Halffter y Óscar Martín interpretando la Séptima de Mahler a dos pianos.

RONDA Y GIL ****

Ciclo Música degenerada.Juan Ronda, flauta.Auxiliadora Gil, piano. Programa: Sonata para flauta y piano, de Hindemith; Suite Paysanne Hongroise, de Bartók-Arma; Klaviersonate nº 6 Op. 49, de Ullmann; Le Merle Noir, de Messiaen; Sonata para flauta y piano, de Martinu. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, martes 20 de noviembre de 2018