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Maxym Emelyanychev en una imagen de archivo. / El Correo
Arrimado artificialmente a la programación del Festival de Música Antigua (FeMÀS), la Barroca de Sevilla abordaba en dos sesiones un programa dedicado a Murillo –otro más del tótum revolútum– que brindó, a la postre, un resultado excepcional ya desde su comienzo, con la muy elegiaca Sinfonía fúnebre, de Pietro Locatelli, una página de inspiración menor pero traducida de forma pujante, como queriéndola exprimir al máximo por parte de los músicos de la OBS y el director invitado, el ruso Maxim Emelyanychev, quien ha establecido una muy fructífiera relación tanto con este conjunto como con la Sinfónica de Sevilla.
Hacía tiempo que no disfrutábamos de la solvencia del flautista Guillermo Peñalver, quien se hizo con el protagonismo de la Cantata BWV 209 de Bach, manteniendo una ágil continuidad durante toda la interpretación. La soprano Alicia Amo pareció algo menos cómoda aquí que en las obras de Caldara que abordaría después. Se la percibió algo tensa en las ornamentaciones si bien el brillo de su voz y la buena proyección de la que hace gala convencieron lo suficiente como para solventar notablemente una pieza de dudosa atribución a pesar de una obertura de clarísima impronta bachiana.
Emelynychev se mostró en todo el programa como un concertador sobresaliente que imprimió tiempos rápidos no exentos de tensión y subrayado de los afectos. Lo advertimos bien en la Sinfonía de Caldara y en la selección de sus oratorios Maddalena ai piedi di Christo y Morte e sepoltura di Christo. En ellas Amo se mostró imaginativa, conmovedora en su dramatismo y nada impostada. Fraseo elegante y afinación ejemplar la de la violonchelista Mercedes Ruiz en el aria Pompe inutili, momento culminante del concierto.
MÚSICA
Orquesta Barroca de Sevilla
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Espacio Turina. 3 de abril. Programa: Obras de Locatelli, Bach y Caldara. Intérpretes: G. Peñalver, flauta. A. Amo, soprano. Orquesta Barroca de Sevilla. M. Emelynychev, director.