La imaginación desbordante de Marlene Monteiro Freitas

Monteiro Freitas presenta en el Teatro Central su última propuesta, una suerte de performance en la que Marlene Monteiro Freitas vuelca su imaginación desbordante

12 mar 2022 / 15:56 h - Actualizado: 12 mar 2022 / 15:59 h.
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  • La imaginación desbordante de Marlene Monteiro Freitas

Aunque el mal puede implicar muchos conceptos negativos, para Marlene Monteiro Freitas puede ser también sinónimo de éxtasis dionisíaco. Es el punto de partida de esta obra, una suerte de performance donde la coreógrafa caboverdiana, una vez más, nos muestra su imaginación desbordante.

Pero la imaginación no es lo único. La obra remite a una simbología propia del teatro y la literatura contemporánea, y nos brinda toda una gama de imágenes donde se vuelcan muchos de los males de nuestra sociedad contemporánea: incomunicación, manipulación, ambición, abuso de poder, el extrañamiento de la política o la locura de la guerra, con la que se sitúa, desgraciadamente, en nuestra más acuciante realidad.

Para ello Monteiro Freitas divide la obra en varios actos, aunque los intérpretes se mantienen todo el tiempo en escena. En la primera parte vemos solo a uno de ellos en primer plano vestido, a la manera de un uniforme, con una especie de bata azul, medias blancas gorra de plato también blanca. El resto de sus compañeros y compañeras están entregados a una acción tan cotidiana como un partido de voleibol, aunque no podemos verlo con nitidez. Nos lo impide una especie de grada situada al fondo del escenario donde, en momento dado, los intérpretes -que poco a poco han ido apareciendo con una suerte de presentación que pasa del estatismo al desenfreno de un baile ritual con ritmo africano- se suben para brindarnos un número cargado de una simbología. Y es que, una vez sentados en las gradas, los actores y actrices se entregan a un impactante discurso corporal que tiene como único soporte algunas hojas de papel con las que van construyendo las siluetas de edificios de diversas épocas y estilos, así como objetos varios que no tardarán en ser destruidos.

Una de las características del teatro contemporáneo es su empeño en recalcar su carácter ficticio, con objeto de huir de las garras del arte naturalista. Marlene Monteiro Freitas y Martin Valdés-Stauber llevan esa premisa al extremo marcando una gestualidad que convierte a los personajes en autómatas, lo que no deja de ser curioso, teniendo en cuenta que sus acciones apuntan a la embriaguez del rito dionisíaco. Un delirio que, por desgracia, tal vez debido a la excesiva duración de las acciones o a su marcada condición ficticia, no acaba de atraparnos, a pesar de ser muchas y variadas las emociones que se desprenden del discurso corporal.

No obstante, cabe destacar el trabajo magistral de los actores y actrices, que rayan lo sublime en algunos momentos, así como el magnifico envoltorio formal que recubre la obra. Una rica e imaginativa iluminación, a cargo de Yannick Fouassier, un fascinante espacio escénico, de la propia Marlene Monteiro Freitas y Yannick Fouassier y una sorprendente banda sonora que aúna marchas militares con temas clásicos tan populares como la Suite del Lago de los Cisnes de Tchaikovsky y sonidos guturales realizados por los propios intérpretes.