La mirada reflexiva de Melitopoulos en el CAAC

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo presenta la primera exposición en Europa de esta artista griega que reflexiona sobre los flujos migratorios

20 sep 2018 / 19:16 h - Actualizado: 20 sep 2018 / 22:03 h.
  • La mirada reflexiva de Melitopoulos en el CAAC
  • La mirada reflexiva de Melitopoulos en el CAAC
  • Detalle de la videoinstalación ‘The Refrain’. / Angela Melitopoulos
    Detalle de la videoinstalación ‘The Refrain’. / Angela Melitopoulos

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) lleva algunos años trabajando en la idea de no dejar por el camino a las mujeres creadoras y de prestar una atención especial a quienes ponen su arte en diálogo con la realidad que nos circunda. No son dos líneas de investigación excluyentes de otras, sin ir más lejos la próxima exposición del Centro estará dedicada al poeta experimental José Luis Castillejo. Pero sí que es cierto que el director del espacio, Juan Antonio Álvarez Reyes, las lleva orgullosamente a gala. Desde ya puede verse la muestra, recién inaugurada, La historia a menudo parece un cuento. Cinco cartografías cine(so)máticas de la resistencia, de la artista Angela Melitopoulos (1961). El título parece enrevesado y la exposición, efectivamente, responde a la elevada complejidad de su denominación. «Pero merece mucho la pena detenernos en ella», dice Álvarez Reyes, quien ha promovido una exposición que es la primera de gran tamaño que puede verse en Europa. Además, como muestra de la adhesión del CAAC al discurso de Melitopoulos, este ha adquirido para su colección permanente la instalación Crossings (Travesías), de 2017. Pieza esta que fue una de las más destacadas en el prestigioso certamen documenta14 de Kassel.

«El arte tiene la capacidad de mostrarnos la realidad desde una nueva óptica y ayudarnos así a reflexionar y a tomar conciencia», ha indicado en su presentación el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez. En esa idea añadió que «Angela Melitopoulos es una artista que toma partido y a través de su obra se posiciona junto a las minorías y se compromete con los excluidos, los perseguidos, los inmigrantes y los refugiados». Ideas que se expanden intelectualizadas en las cinco instalaciones realizadas desde 1999 a 2017 que se han ubicado en diferentes partes del Monasterio de la Cartuja tras un minucioso estudio museográfico. «Es algo premeditado que veamos la muestra en los espacios con mayor carga histórica del edificio; hay algo simbólico en ello», abundó Álvarez Reyes, quien situó a Melitopoulos en esa línea reflexiva de artistas como Oliver Ressler y Bouchra Khalili, que ya han sido objeto de monográficas en el CAAC. Precisamente, según recordó el director, fue el austriaco quien insistió a este sobre la «fabulosa» creación de la artista que, hasta el 27 de enero puede verse en Sevilla.

Melitopoulos valora muy positivamente una muestra que «resume» toda su trayectoria. En Passing Drama (De paso por Drama, en alusión a los orígenes de la artista), uno de los personajes de su entorno familiar, al contar el ir y venir por fronteras y países, comenta que la historia a menudo parece cuento de tan inusual que a veces pudiera parecer. Crossings constituye la reacción de Melitopoulos a la situación de crisis en la Grecia contemporánea, tanto por la emergencia económica como por la crisis de los refugiados. Two maps (Dos mapas) es una larga entrevista al fotógrafo y antropólogo Chihiro Minato junto a una gran vitrina donde se pueden contemplar mapas e imágenes del cuaderno que utiliza él para explica cómo fue la radiación nuclear en Fukushima. The Refrain (El ritornelo) consta de cuatro proyecciones y una gran vitrina con material de archivo, además de un mapa y texto en la pared. Con todo ello la instalación establece una comparativa entre las similitudes de resistencia entre Okinawa (Japón) y la isla de Jeju (Corea del Sur), ambas ocupadas por bases estadounidenses. Conceptos filosóficos (sobrevuelan el armazón teórico de la muestra textos de Félix Guattari y Gilles Deleuze), sociológicos (Maurizio Lazzarato, Angela Anderson) y entornos sonoros (Pascale Criton, Thomas Brinkmann) adoban este universo proceloso que puede parecer infranqueable y críptico pero que acaba por atraparnos si estamos dispuestos a mirar más allá de lo que se nos muestra.