La Romería de Siurot, rescatada por El Rocío un siglo después

La Hermandad Matriz reedita uno de los primeros libros de Manuel Siurot, el maestro de los niños pobres, una deliciosa crónica rociera de 1918 que ayer se presentó en Almonte y esta tarde en Lebrija

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
18 jun 2021 / 13:25 h - Actualizado: 18 jun 2021 / 13:28 h.
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En este segundo año pandémico y sin romería, el magno proyecto Huelva es Rocío está dando más frutos de los esperados, gracias al empeño de la Hermandad Matriz por diversificar los actos y empapar de marisma y Blanca Paloma no solo a la Aldea, sino a todo ese universo en expansión que gira en torno a ella y no solo durante Pentecostés. Uno de esos frutos maduros está protagonizado por un rociero universal de La Palma del Condado, Manuel Siurot, que de abogado saltó a juez a comienzos del siglo XX y que finalmente prefirió dedicar su vida a la enseñanza de los niños más pobres de su entorno. Ahora que la propia Diócesis de Huelva está empeñada en promocionarlo en la Santa Sede para hacerlo santo, la Hermandad que preside Santiago Padilla ha vuelto a reeditar una obra antológica de hace más de un siglo (del otoño de 1918), que ayer se presentó en Almonte y que esta tarde, a las 20.30 horas, se presenta en la Casa de la Cultura de Lebrija, la patria chica del padre de Siurot.

La obra, quizá el primer libro completo de Siurot, se titula La Romería del Rocío, y es una deliciosa crónica no solo sentimental, sino también hermenéutica de lo que significaba la que estaba llamada a convertirse en la gran peregrinación andaluza tan solo cuatro años después de que otro onubense, el Nobel Juan Ramón Jiménez, le dedicara un capítulo también jugosísimo en su libro de Platero. El libro de Siurot supone un primer acercamiento al fenómeno rociero y tuvo el acierto de publicarse en 1918, en plenos preparativos de la Coronación Canónica de la Virgen, a beneficio de cuya efeméride se vendieron entonces, a una peseta, mil ejemplares. La obra, que se encontraba descatalogada, se volvió a reeditar en 2002, y ahora, casi veinte años después, se ha hecho una preciosa edición facsímil que da gusto releer.

La Romería de Siurot, rescatada por El Rocío un siglo después

Defensor a ultranza de El Rocío

Manuel Siurot escribió aquella completísima crónica rociera el año que terminó la I Guerra Mundial. Su mirada no solo se antoja cariñosa con la fiesta por antonomasia de su comarca, sino vaticinadora de lo que llegaría a ser una peregrinación que en aquella época solo afectaba a trece pueblos, trece hermandades cuyas carrozas blancas representaban, no obstante, la devoción de media Andalucía por la Reina de las Marismas. Las descripciones que Siurot hace en el libro –completado, por cierto, con otras crónicas periodísticas de algunos años después- son muy interesantes no solo por lo que tienen de pintorescas, sino por la defensa a ultranza que ha de hacer ya en aquella época contra los críticos, que tampoco faltaban. Siurot echa mano incluso de San Pablo para argumentar que la tristeza es pagana y la alegría, en cambio, tan rociera, es “hija de Dios”. Por las páginas del libro, el cronista hace un recorrido plástico, sensorial y reflexivo por los pueblos que se ponen en camino, con rudos personajes que suavizan su carácter por la fe en la Virgen y enlazan sus promesas con amoríos con las muchachas que ponen su belleza al servicio de unas estampas que Siurot no duda en relacionar con la idea de democratización profunda que supone una fiesta como la de El Rocío, profundamente popular. La mirada del cronista nos conduce también por la presentación en la Aldea de las trece hermandades de entonces, los caballos, los bailes, la procesión, los paisajes marismeños y por la vuelta con tantas paces interiores de gente que amasa la ilusión de volver al año siguiente. Como hoy. Como siempre.